El prohombre de la mano dura, Carlos Ruckauf, ostenta un deshonroso record: cuando fue gobernador bonaerense, durante los doce meses del año 2000, se robaron nada menos que 70.000 autos, o sea casi 6000 por año. Hace dos años la cifra bajó abruptamente a 3700 y hoy está en 2400. Aunque el dato muestra una mejora, también es ejemplo de los problemas:

- El subsecretario Roberto Vázquez, hombre de Arslanian, plantea que se logró bajar los robos de autos a 2400 pero que ha sido imposible bajar la barrera de los 2000. La explicación es que siguen actuando algunas organizaciones económicas que manejan un negocio de autos mellizos o repuestos que todavía no se pudieron quebrar.

- Vázquez también menciona las organizaciones económicas que están detrás de la compra de cobre y aluminio. Por el tipo de cambio en la Argentina y la impresionante alza en los precios de esos metales, hay organizaciones de cuello blanco que le compran los metales a chicos de 14 años que suben a los postes de luz, de cables de televisión o de teléfono. Falta una política para arremeter contra las compraventas de metales y, especialmente, contra las fundidoras. Es más, seguramente están protegidas por elementos policiales y políticos.

- Los fiscales consultados por este diario sostienen que debe haber un accionar contra las compra-ventas de bienes que pululan en Capital y Gran Buenos Aires. Allí va a parar buena parte de lo que es robado en las casas. Es el mismo problema que hubo con los desarmaderos: cuando se accionó contra la mayoría, bajó el robo de autos.

- Hay un debate fuerte sobre los reincidentes. La década del ‘90 dejó una enorme cantidad de personas en la marginalidad y el fenómeno que se observa es que se incorporan muchas menos personas a la actividad del robo, pero existe mucha reincidencia de quienes fueron atrapados varias veces.

- La mayoría de los especialistas cree que la urbanización de barrios humildes, el trazado de calles, la mejora de las viviendas, la instalación de buenas luces, los planes sociales, el incentivo para escolarizar o darle trabajo a los jóvenes de esos barrios son la estrategia más humana, más efectiva e incluso más económica para seguir bajando los índices.