–¿Qué debe cambiar en la relación entre la Corte y el Consejo de la Magistratura?

–Aunque hubo algunas dificultades en la relación con el Consejo, lo cierto es que se obtuvieron consensos y se solucionaron. Espero que sigamos evitando los conflictos en el futuro. El problema es más bien institucional. La Constitución es defectuosa, no delimitó bien las funciones. Otro tema es que con la nueva composición, el Consejo no tendrá un presidente natural, que era el puente con la Corte y servía para acordar. A la larga esto se hará sentir. La ingeniería institucional no es buena. Y si bien estamos hoy dispuestos a no sobrecargar las cosas, las vigas ceden cuando alguien se olvida de esas precauciones.

–¿El Consejo debe atenerse a los lineamientos de la Corte?

–No, tenemos funciones que son diferenciadas. En los extremos, está diferenciada la tarea de gobierno del Poder Judicial y la de administración. El problema es que en el medio hay un campo gris, como el manejo del presupuesto. Esa es una materia que hay que conversar permanentemente con el Consejo. Lo mejor es el diálogo permanente.