Lunes, 28 de mayo de 2007 | Hoy
EL PAíS › AIDA KEMELMAJER, JUEZA DE LA CORTE MENDOCINA
Por Mariana Carbajal
“Penalizar el aborto es cerrarle los ojos a la realidad, es creerse que aquí nadie se hace un aborto”, afirma la jurista y ministra de la Suprema Corte de Mendoza, Aída Kemelmajer de Carlucci, en diálogo con Página/12. De amplia trayectoria académica, profesora en la UBA y de las universidades de París II y XII y de Génova, Kemelmajer es partidaria de la sanción de una legislación que despenalice el aborto en la primeras 12 semanas del embarazo, como ocurre en diversos países europeos, y apoya el proyecto que se presentará hoy en el Congreso. Su voz se suma a la de otros reconocidos juristas del país que también avalan que la mujer no sea castigada si decide interrumpir un embarazo.
–¿Por qué está a favor de la despenalización del aborto?
–En los hechos la penalización lo que está produciendo es la penalización de la pobreza y eso un país no lo puede tolerar.
–¿Es partidaria de la despenalización en todos los casos y para todas las mujeres?
–Sí. Se debería avanzar legislativamente hacia regímenes como los europeos, con plazos, que por supuesto contemplen que se brinde información a las mujeres. Lo primero que tiene que haber es la ayuda del Estado a la mujer embarazada, para que ella tenga su hijo, para que lo pueda cuidar. Pero cuando la mujer, no obstante esas ayudas –que aquí tampoco existen–, decide abortar dentro de los plazos previstos legalmente, en los hospitales públicos se debe ofrecer esa posibilidad. La mujer debe poder acceder a un aborto seguro, sin que su salud corra peligro. Quisiera saber cuántos niños de las villas toman a su cargo, a quiénes asisten las personas que están en contra de la despenalización del aborto. Porque detrás de los que se oponen hay mucho... ¿qué palabra puedo usar para no agraviar?
–¿Hipocresía?
–Sí, sí, hay mucha hipocresía. Considero el aborto un verdadero dilema. ¿Cuál es la diferencia que hay entre el dilema y el problema? Usted frente a un problema puede tener alternativas y decidir cuál de ellas considera preferible, la elige y ya está. En los dilemas puede tener alternativas, pero ninguna le satisface plenamente. Y el aborto es eso: un verdadero dilema. De todas las soluciones que podamos dar ninguna es totalmente satisfactoria, con ninguna nos quedamos totalmente tranquilos. Entonces tenemos que buscar aquellas que sean, por decirlo de alguna manera, las menos malas. Para mí, no tengo la menor duda, la menos mala es la legislación promedio que tienen los países de la Unión Europea. La penalización del aborto es cerrarle los ojos a la realidad, es creerse que aquí nadie se hace un aborto (lanza una carcajada). Cómo la gente puede creer que las mujeres no abortan, cómo se puede creer que no hay médicos que practican interrupciones del embarazo, cómo se puede creer eso. ¿Y a quién se pena? A las mujeres pobres. No se puede mantener este esquema.
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