EL PAíS › MOVIMIENTOS EN EL PJ

Ni Chirolita ni Cámpora

El Gobierno prevé escarceos en el PJ. Aunque Cristina es una amante de la puesta en escena norteamericana, con actos mediáticos y coloridos papelitos picados, las campañas no están huérfanas de maniobras oscuras. Una de ellas asomó a superficie a través de un portal que reprodujo un diálogo telefónico entre Puerta y Miguel Angel Toma. La grabación, con la afable plática de estos dos promotores de Macri, no pudo haber sido realizada de otra manera que con métodos y objetivos non sanctos.

Puerta es amigo del jefe de Gobierno electo y dueño del departamento parisiense donde Macri se rendirá en las próximas horas a un descanso pos-campaña. En esa conversación con Toma, el ex gobernador de Misiones pudo haber hecho “un chiste” sobre el jefe de Gobierno electo –como consideró el diputado Cristian Ritondo a Página/12– o pudo haber realizado una tremenda confesión sobre cómo se maneja el dinero en la provincia. Pero ciertamente la circulación de esa grabación ilegal se constituyó en un verdadero ejemplo de “campaña sucia”, que la mayoría de los medios correctamente evitaron sacar a superficie.

“Sí, sabemos de ese diálogo, pero nosotros no tenemos nada que ver. No vamos a hacernos cargo de una escucha que claramente está hecha con métodos que vaya a saber uno cuáles son, tomó distancia un ministro K que prefirió recluirse en el off the record para abordar este tópico.

A los ojos de los macristas, la operación se originó en “25 de Mayo”, un eufemismo con el que se suele mencionar a la Side debido a que en esa calle se encuentran las oficinas del servicio de inteligencia estatal.

No fue este el único tema que estremeció a la clase política cuando expiraba la puja porteña. La bolsa con fajos de dinero descubierta en el baño del despacho de Felisa Miceli despertó la irascibilidad de la Casa Rosada. Por supuesto, ninguno de sus habitantes pedirá públicamente la hoguera para ella, aunque algunos la auguran.

Lo de Miceli generó tirria en Kirchner. Pero probablemente menos que la que le despertó Sergio Acevedo al denunciar los contratos petroleros. En el kirchnerismo buscan ahora la manera de pegar al ex gobernador santacruceño con la misma normativa que denuncia. Aunque saben que su irrupción en los medios es la consolidación de su eyección, ahora blanqueada, del kirchnerismo.

La interna, la oficial por cierto, alimentó por estas horas varios rumores. Con cierta avidez se dijo que Ginés González García, una vez concluidos los tironeos de la campaña que lo coronó legislador porteño electo, renunciaría a esa banca para cedérsela a Juan Cabandié, el hijo de desaparecidos que lo sucedía en la lista oficial. De esa manera, al dejar la cartera de Salud, en diciembre, el ministro partiría hacia un destino en el exterior. “¡Ni me voy afuera, ni renuncio a nada. Se ve que algunos me quieren lejos!”, se quejó de lo que consideró, sin ambages, como “operaciones políticas”.

Ginés no quedó conforme con la manera en que algunos hombres de la Rosada “sobrevaluaron” a Aníbal Ibarra, quien se colgó de la lista de Daniel Filmus. Y asegura que su boleta prácticamente traccionó hacia el ministro de Educación la misma cantidad de votos que la del ex jefe de gobierno porteño. Ibarra a esta altura prefiere no entrar en esos debates, aunque en la campaña hizo conocer una perlita de las que pocos tomaron nota: fue tentado para dar pelea por la presidencia de River. “No me hagan decir por quién”, apela al dicho de confesar el pecado pero no el pecador.

Los escarceos de estas últimas horas no hay que enmarcarlos necesariamente en la interna del PJ sino en la del propio kirchnerismo. El desconcierto por el futuro y la certeza de que Cristina –de llegar a la presidencia– renovará prácticamente la totalidad del gabinete, está generando desasosiego en muchas líneas de la administración central.

Los cambios planeados por la senadora, siempre y cuando alcance el bastón de mando, obedecen a una oxigenación previsible pero también a la necesidad de mostrar autonomía de su propio marido, una tarea para nada sencilla teniendo en cuenta los rasgos culturales de los argentinos.

En la Rosada dicen que Cristina no quiere ser la chirolita de Kirchner y muchos menos revitalizar una vieja proclama, que en lenguaje contemporáneo sería “Cristina al gobierno, Kirchner al poder”. La duda, en todo caso, será el lugar que le espera al actual presidente cuando deba abandonar el sillón de Rivadavia. Hasta ahora, ningún habitante de Balcarce 50 lo ha sabido explicar con precisión.

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