ESPECTáCULOS › PETECO CARABAJAL, FUNCIONARIO

“La musica siempre nos lleva a la politica”

Integrante aventajado de una familia que es sinónimo de chacarera, Peteco Carabajal está festejando sus 30 años con la música, pero tiene otros desafíos más cercanos. Designado asesor cultural por la intervención en Santiago del Estero, se encontró con un mundo que desconocía. “Si Juárez es la herencia de Perón, no lo quiero ni ver a Perón. Y eso que siempre fui peronista”, dice.

El cargo lo sorprendió. El 1º de abril, alguien del Ministerio de Justicia lo llamó a su casa de Moreno y le comunicó que Gustavo Beliz, por entonces ministro de Justicia, quería charlar con él. Cuando Peteco fue, el contenido del encuentro lo superó: el ex ministro le ofreció ser asesor de Cultura, como integrante de la intervención de la provincia a cargo de Pablo Lanusse. “Fue todo muy rápido –recuerda–, había que viajar ese mismo día y me tomé el avión como estaba: en vaquero y zapatillas. En el viaje conocí a Lanusse y asumí no bien llegué. Enseguida noté que la cosa no iba a ser fácil.”
–¿Por qué?
–Porque salieron a criticar que había asumido en zapatillas y sin corbata. Increíble, cómo puede ser que uno tenga que salir a explicar una situación así. Me di cuenta de que iba a jugar de visitante siendo local, de que me iban a buscar, a ensuciar.
–¿Pero usted iba con algún plan, con algo que proponer?
–El día que viajé me crucé con Tarragó Ros y me dijo: “Tratá de conseguir la ley del mérito artístico”. Yo iba totalmente descolgado... no sabía qué tenía que hacer, dónde iba a trabajar, no entendía nada. Pero la idea de Tarragó me vino bien: durante mis dos primeros días de gestión iba y venía por los pasillos con la ley del mérito en la cabeza. Si alguien me preguntaba algo, yo le decía... “quiero la ley del mérito artístico” y zafaba (risas). Menos mal que enseguida me encontré con viejos amigos de Santiago con los que fuimos armando un plan.
–¿Por dónde empezaron?
–Por convocar gente de las áreas tradicionales: danza, literatura, plástica, teatro, cine y artesanías, y elegir un representante de cada una para trabajar en conjunto.
No es fácil tratar de traducir la humilde y bonachona humanidad de Peteco en términos políticos. Es complicado rastrearle una mentirita profesional; mucho menos da con el perfil de cierto político “versero”, al que en cada palabra se le va un voto. Habla de su gestión en Santiago del Estero como si estuviera recordando el momento en que compuso Mi abuela bailó la zamba, pero está hablando de lo que el tiempo, hasta hoy, le permitió hacer en un rol inesperado. “Estamos tratando de impulsar una ley de cultura, la formación del cuerpo de danza estable de la provincia y la creación de un parque temático de la cultura santiagueña con la idea de preservar lo autóctono. Ojalá lleguemos a marzo con algo concreto –se ilusiona–. La idea es asumir que somos argentinos y dejar de mirar a Europa. Todavía estamos a tiempo.
–¿No había una ley de cultura en Santiago?
–No. Cuando yo asumí como asesor, la cultura estaba muerta, en manos de un buchón de Musa Azar.
–¿Ha tenido problemas por su rol “intervencionista”?
–Algunos. Por ejemplo, encontronazos fuertes con un amigo mío de la infancia, Héctor Chabay. El tiene un partido propio, está luchando contra la intervención y la vida nos llevó a enfrentarnos. De chango él solía ir a la casa de mi abuela en La Banda... era muy allegado a la familia, pero eso no quiere decir nada.
–¿No lo perturba tener que lidiar con estos problemas en vez de dedicarse a componer y a tocar el violín, como lo hizo en los últimos 30 años?
–Yo acepto la lucha. Me sirve para ver de cerca quién miente... hay políticos que están mintiendo descaradamente, que se acuerdan poco de la gente. Ya tuve mi primera desilusión respecto del funcionamiento de las estructuras políticas. Igual, antes de asumir puse una condición: que me dejaran seguir tocando.
–¿Qué relación ha tenido históricamente la familia Carabajal con los Juárez?
–Ninguna. Cuando gobernaba, Juárez no tenía vínculo con ningún artista, salvo si era juarista. Es un hombre raro... tiene poca preocupación por todo lo que sea artístico y cultural. Si Juárez es la herencia de Perón, yo no lo quiero ni ver a Perón. Y eso que siempre he sido peronista.
–¿Cuál es la ideología de su familia?
–Tradicionalmente peronista. Igual, no somos un bloque de coincidencias, incluso en lo personal podría decir que casi no hay dentro de la familia gente a la que le guste hablar de política. Yo mismo nunca fui muy participativo en términos de militancia.
–¿Se siente la oveja negra entre Los Carabajal? Muchos piensan que es así.
–Me suceden dos cosas con la familia: me gusta diferenciarme pero a su vez me siento muy unido a ella. Yo soy muy celoso de mi propuesta... cuando cantaba con Los Carabajal, proponía climas nuevos y ellos no querían. Se sentían seguros con lo tradicional, aunque en su repertorio siempre hubo buenas letras y autores de peso. Por más que hablaran de paisajes nunca fueron de cantar macanitas...
–¿Es cierto que lo quieren postular para gobernador?
–Hubo un rumor. Llamaron a la casa de mi vieja para preguntar qué opinaba de mí como gobernador. Se ve que estaban haciendo una encuesta. Y también me enteré por los medios, pero nadie me dijo nada.
–¿Le gustaría? ¿Se siente preparado?
–Sí. Creo que moralmente estoy mejor preparado que cualquiera de esos payasos que andan dando vueltas por Santiago, pero a la vez está todo acomodado como para que nadie con buenas intenciones pueda llegar a ejercer ese cargo. Yo nunca entraría en las transas políticas... me autodescarto.

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Peteco Carabajal festejó sus 30 años de trayectoria con tres recitales en el Teatro ND Ateneo.
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