Jorge López, el subteniente de El Pato, que fue detenido por el secuestro de Bergara luego de que encontraran al secuestrado atado en su casa, amplió su declaración ante el juez federal de Quilmes, Luis Armella, y la fiscal Silvia Cavallo. Fuera del tribunal, medio centenar de amigos y familiares manifestaron su apoyo y reclamaron su libertad.

“Sos la policía que se necesita”, le gritaba uno cuando al joven ex uniformado lo llevaban con la cabeza cubierta hacia adentro. “¡Libertad para Jorge!”, gritaba otro. “¡Te necesitamos en libertad para que sigas trabajando! Barrio El Pato”, revelaba una pancarta.

Mientras los gritos y agitación de carteles seguían, adentro López se extendía en explicaciones sobre su inocencia. La línea de su defensa sostiene que le “plantaron” a Bergara en su casa y aseguró que es totalmente ajeno al secuestro.

A López lo detuvieron el sábado pasado, cuando un equipo de investigadores llegó hasta su casa de El Pato siguiendo la pista de una llamada al 911, en la que se decía que Bergara estaba en esa dirección. Efectivamente, así fue. Entonces, los investigadores convocaron a López, que en ese momento se encontraba en la subdelegación policial de El Pato. Cuando el policía concurrió para abrir no pudo hacerlo con su llave, porque alguien había cambiado el candado.

En realidad, resulta demasiado difícil de digerir que, en caso de participar en un secuestro, un policía mantenga en su propia casa a la víctima mientras toda la policía del país busca al secuestrado. Tampoco es que estén demasiado visibles los motivos por los que “plantarle” un secuestrado. Una hipótesis avanza sobre la idea de que tanto López como Víctor Vega, otro de los policías detenidos, habían realizado operativos antinarcos con el capitán Juan Cardozo (detenido y luego liberado con falta de mérito), bajo las órdenes de Alberto Luján Roque, el único alto jefe sancionado y desplazado. La hipótesis sostiene que en los allanamientos tocaron a alguien más arriba.