Viernes, 3 de abril de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA A SUSANA TRIMARCO, A SIETE AÑOS DE QUE SU HIJA MARITA VERON FUERA SECUESTRADA POR UNA RED DE TRATA
Trimarco encabeza la Fundación María de los Angeles. Ya logró liberar a más de 500 chicas secuestradas para ser prostituidas. Sigue el rastro de su hija Marita, y los indicios ahora la llevan hacia Europa. Sus reclamos al Estado en busca de apoyos.
Por Mariana Carbajal
Hasta hace siete años pasaba la mayor parte del día en el municipio de Yerba Buena, al oeste de la capital tucumana. Era empleada de la Secretaría de Desarrollo Social comunal y se ocupaba de conseguir remedios, tramitar pensiones y entregar sillas de ruedas a los vecinos más pobres del lugar. Pero la vida de Susana Trimarco cambió abruptamente, de un día para el otro, con la desaparición de su hija, Marita Verón, el 3 de abril de 2002, cuando la joven tenía 23 años. Desde entonces dedica su vida a encontrarla. “Estoy moviendo cielo y tierra y no voy a parar hasta que vuelva con su familia”, dice, con la voz cargada de tristeza por un nuevo aniversario –el séptimo– del secuestro de la joven a manos, se presume, de una banda de tratantes y proxenetas que operaba en Tucumán. Por las pruebas que fue reuniendo, cree que Marita puede estar en Europa. En su búsqueda, Trimarco contribuyó en gran medida a dar visibilidad al problema de la trata de mujeres para explotación sexual en la Argentina y, según reveló a este diario, tiene identificados a 426 proxenetas, con su número de teléfono, la chapa de patente de sus autos, los domicilios de sus burdeles y las provincias en las que se mueven. “Estamos armando una base de datos para entregar pronto a la Justicia”, anunció en una entrevista con Página/12. Como todo día 3 de cada mes, desde hace dos años, organizaciones de mujeres se concentrarán hoy a partir de las 18.30 frente al Congreso para reclamar la aparición “con vida” de Marita y de todas las demás mujeres captadas por redes de tratantes. En la Fundación María de los Angeles, que dirige Trimarco, tienen las fotos de más de trescientas chicas que podrían estar privadas de su libertad en burdeles.
Trimarco atiende la llamada de este diario en la fundación, abierta un año y medio atrás con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos, que colabora con la financiación. También, aclara, recibe fondos del Ministerio de Justicia de la Nación. En la sede de la ONG pasa ahora la mayor parte del día, si no está de viaje para participar de algún foro internacional sobre trata de personas. Se ha convertido en una referente del tema, especialmente después de que el gobierno norteamericano le diera en Washington el Premio a Mujeres de Coraje en marzo de 2007. Dice que está angustiada, triste, por la fecha, “porque pasa el tiempo y no puedo encontrar a mi hija”. El jueves de la semana pasada, en la reunión de la OEA que tuvo lugar en Buenos Aires, convocada para diseñar una estrategia regional contra la trata, y en la que participaron representantes gubernamentales de todo el continente, Trimarco recibió otra distinción por su trabajo. Se la entregó Cristina Fernández de Kirchner. “Faltaba el compromiso de la Presidenta en esta lucha. Pero yo exijo más, tiene que haber un fondo común destinado a la recuperación de las víctimas. El Estado tiene la obligación de reparar el daño causado a las víctimas”, reclamó.
–¿Cómo cambió su vida en estos años? –le preguntó este diario.
–A partir de que arrancaron a mi hija de mi vida, me arrancaron mi propia vida y la de mi nieta, la hija de Marita, Micaelita, que ya tiene 10 años. Ella ha crecido viendo cómo yo lucho por su madre. Sabe toda la verdad. Yo iba con ella en brazos a los tribunales de Tucumán, cinco años he ido, para que no hicieran desaparecer el expediente judicial por la desaparición de mi hija, exigiendo que la busquen, que investiguen. Porque la Justicia se resistía a creer en el delito de la trata. Me decían que todas las chicas contaban lo mismo, que mentían, que seguro se había ido con un novio y yo les decía que no podía ser, si su marido se había quedado en la casa con su hija. Ahora vivo para buscar a mi hija, para investigar su desaparición. No participo ni celebro Navidad ni el Día de la Madre. Estoy todo el día en la Fundación. Y los sábados y domingos que madres y padres que están buscando a sus hijas me necesitan, los recibo en mi casa.
–¿A cuántas mujeres rescató de redes de prostitución?
–Yo sola, a 159 chicas. Ahora, con la Fundación, ya son 367 las víctimas recuperadas en un año. Los tratantes las hacen fugar del hogar o las secuestran. Algunas se escapan y vienen a pedir ayuda. A otras las rescatamos de prostíbulos. La Fundación les está dando asistencia integral a las víctimas, psicológica y social. Les hacemos hasta los documentos, porque salen indocumentadas de los burdeles.
–¿Dónde piensa que puede estar Marita?
–Siempre estoy recibiendo información de que la han visto en algún lugar. Hay víctimas que también han escuchado a los tratantes decir que saben dónde está.
–¿Cuándo recibió la última pista?
–Tengo información del 19 de marzo, pero no puedo dar detalles. Esa información ya está en la Justicia y se está investigando. Una de las pistas que manejamos es que está fuera del país, en Europa. En la reunión de la OEA, los ministros de Justicia de 24 países del continente se comprometieron a ayudarme a encontrar a mi hija. El 3 de diciembre estuve en Bruselas en el Parlamento Europeo, con diputados de distintos países, y también les pedí ayuda. Sabemos que hay chicas argentinas traficadas a Europa. Y también europeas traídas a la Argentina. Estoy moviendo cielo y tierra en la búsqueda de mi hija, y no voy a parar hasta que vuelva con su familia. Usted sabe que la causa de Marita tiene 79 cuerpos y es un verdadero mapa de trata de personas de la Argentina. Hemos divisado a 426 proxenetas que trafican mujeres. Tenemos sus números de teléfono, la chapa de las patentes de sus autos, los domicilios de sus burdeles, sabemos en las distintas provincias que se mueven. Con toda esa información estamos armando una base de datos para poder entregar a la Justicia. Tenemos divisado quiénes se mueven en Tucumán, con quiénes se mueven, adónde van. Ya tengo los contactos en Santa Cruz, Santa Fe, Misiones, Salta, Corrientes, Jujuy, Chaco, en Córdoba, que es terrible, Catamarca. Hace poquito hemos recuperado a una chica de 17 años de Tucumán, su destino era España. La tenían en Catamarca, en el límite con La Rioja, y se pudo escapar. Tener identificadas las redes es muy importante para que la Justicia y la policía se muevan con mayor rapidez.
–¿Hubo avances en la lucha contra la trata en estos siete años?
–Un logro es la ley (sancionada en abril de 2008, que tipificó como delito federal a la trata). También que se hable del tema, y el programa Vidas robadas. Hemos participado trabajando con el guionista, ahora presentamos en Telefé un proyecto de un spot televisivo de la prevención del delito. Estoy hablando con el Ministerio de Justicia para que colabore con fondos para que se haga. Hemos pedido que participen actores de Vidas robadas, porque han quedado identificados en el país con esa novela. Eso va a abrir más los ojos a las familias para que no sean captadas más chicas.
–¿Qué falta todavía?
–El Gobierno debe destinar fondos para la asistencia a las víctimas: las chicas salen con sida, con enfermedades venéreas, con traumas psicológicos tremendos. Algunas no reconocen a sus familiares porque quedan perdidas por las drogas que han consumido. Tenemos dos chicas, de 20 y 21 años, con tratamiento psiquiátrico. Yo pido mayor compromiso del Gobierno. Para poder conseguir fondos tengo que andar gritando, es muy desgastante. Me aflijo mucho cuando nos estamos quedando sin dinero y no podemos pagar más el tratamiento de las víctimas. Hay chicas que se han querido quitar la vida.
–¿Se recuperan después de haber vivido en ese infierno?
–Sí. Hay chicas que están terminando el secundario, que se han casado, yo he sido testigo del casamiento de algunas. Una está por tener un bebé y me ha pedido que sea la madrina. Yo las ayudo y las acompaño como madre. Hago como si fueran mis hijas, mis nuevas hijas. Es terrible para mí pensar que a mi hija le están haciendo lo mismo que les han hecho a ellas.
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