Domingo, 23 de marzo de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › CHINA DICE QUE ENCONTRO RESTOS, OTRA VEZ CERCA DE LA COSTA AUSTRALIANA
A quince días de la desaparición del vuelo LH 370 de Malaysian Airlines se sigue sin saber qué ocurrió y se persiguen fragmentos posibles que flotan en el mar. La hipótesis de la toma que salió mal, la vida política del piloto.
Por Raúl Kollmann
La noticia de ayer es que el gobierno chino difundió una imagen satelital de lo que en Beijing consideran puede ser otro trozo del avión, siempre en la zona cercana a Australia. Pero la desaparición del vuelo LH 370 de Malaysian Airlines lleva a los expertos y a las autoridades a formular interrogantes e hipótesis, algunas de ellas contradictorias. Es un hecho: la búsqueda del avión es la mayor y más extensa de la historia. El vuelo de Air France 447 cayó en el medio del Atlántico el 1º de junio de 2009 y el 6 ya se habían encontrado los restos. Aquí pasaron 15 días y no hay ninguna certeza.
La búsqueda de dos semanas plantea un largo listado de preguntas, muchas de las cuales no tienen respuesta, sólo teorías posibles:
Las dos imágenes de supuestas partes de un avión fueron anunciadas por el primer ministro de Australia, lo que supone que el dato tiene cierta credibilidad. Ayer se sumó una imagen satelital dada a conocer por el gobierno chino: es muy poco clara, pero tanto China como Estados Unidos afirmaron que lo que se ve es compatible con el trozo de 24 metros detectado por los australianos a 120 kilómetros de donde indica el satélite chino. En cambio, desde Australia afirman que los aviones que ya fueron y volvieron rastrillaron esa zona y que no encontraron lo que los chinos dicen haber detectado.
Más allá de todo, la búsqueda es muy difícil. De Perth (la ciudad más cercana) al lugar hay 2500 kilómetros, por lo que un avión tarda cuatro horas en llegar y cuatro en volver. Los aparatos enviados hasta ahora sólo tienen autonomía de combustible para recorrer otras dos horas, de manera que su radio es relativamente chico. Un avión norteamericano, el Poseidon, estuvo dos días seguidos, tres horas en cada oportunidad. Los barcos más sofisticados recién llegan hoy a la zona, entre ellos el que más chances tiene, el HMAS Success australiano, que cuenta con tecnología sofisticada. Las autoridades –según consigna The New York Times– decidieron no sólo usar radares sino observadores humanos, porque tal vez las partes ya se hundieron, pero se pueden percibir manchas, algo que verían esos observadores y no los radares. Por ahora, no está probado que el avión haya caído ahí, pero las imágenes satelitales son un indicio serio, aunque también podría tratarse de alguna parte perdida por un barco. Es cierto que en ese punto aislado del mundo no pasan muchos barcos.
Según la hipótesis en la que hoy coinciden todos los expertos y que es resumida muy bien por Sydney Morning Herald, de Australia, el LH370 salió hacia el norte. A los 40 minutos tuvo un problema grave –posiblemente un incendio– que afectó todo el sistema eléctrico y las comunicaciones. Por eso el piloto habría decidido regresar y eso explica el giro hacia el sur, pensado en dirigir la aeronave de vuelta a Kuala Lumpur. Sin embargo, la cabina se habría despresurizado, produciendo primero un estado de inconciencia y después la muerte de todos los que estaban en el avión. Los expertos señalan entonces que el LH370 emprendió lo que se llama “un vuelo fantasma” –ghost flight, en inglés–, sin mando, hacia el sur. El vuelo, como es lógico, terminó cuando se terminó el combustible. El profesor Jason Middleton, de la Escuela de Aviación de la Universidad New South Wales de Australia, sostiene que el avión –cuando se queda sin combustible– no cae de punta, sino que la inercia lo lleva a avanzar diez kilómetros, mientras va cayendo de a un kilómetro y el encuentro con el mar se produce con volteretas y choques contra las olas. En su diagnóstico, mucho depende del estado de tiempo, pero la lógica es que en esa circunstancia el avión se haya partido y hundido. Hay un dato de trascendencia: las imágenes del satélite australiano-norteamericano datan del 16 de marzo: es obvio que en cinco días las partes vistas se movieron por las mareas y por las tremendas olas de la zona.
Por ahora no se descarta nada, en primer lugar porque no es seguro que la aeronave de Malaysian Airlines esté donde se está buscando. Pero si el avión está en el sur, la hipótesis de un acto terrorista o un secuestro pierde fuerza. Es que todo lo que tiene que ver con rebeliones y movidas políticas está hacia el norte: Afganistán, Pakistán, la minoría uighur de China. Tampoco existen hacia el sur pistas de aterrizaje para esconder una aeronave en territorio seguro y exigir rescates. El hecho de que hasta el momento no se haya reivindicado nada ni se haya pedido, por ejemplo, la liberación de prisioneros a cambio de la vida de los pasajeros, aleja bastante la hipótesis del secuestro. Tampoco parece probable la teoría de que la aeronave fue secuestrada y la guardan en algún lugar para hacer un atentado al estilo de las Torres Gemelas: no se consigue fácil dónde ponerle combustible a semejante avión y no parece razonable una operación en dos tiempos –secuestro y ataque a edificios– tan distantes lo primero de lo segundo. Queda igual la idea deslizada por la embajadora argentina en Malasia, María Isabel Rendón, quien contó que en los círculos diplomáticos se piensa en una toma intencional del avión, pero que salió mal.
Hay un centro de las Naciones Unidas en Austria que monitorea explosiones en el mundo entero. Sus autoridades han dicho que el choque de un avión y su consecuente estallido serían registrados por ese centro, pero que no hubo incidentes de ese tipo.
Hay elementos que juegan, pero que no son para nada contundentes. Zaharie Ahmad Shah tenía posturas a favor de un líder opositor de Malasia, Anwar Ibrahim. El día anterior al vuelo, Ibrahim fue condenado a cinco años de prisión por relaciones homosexuales, en un proceso cuestionado por las organizaciones de derechos humanos internacionales. Ibrahim ya había sido condenado antes por lo mismo, que en el código malayo se denomina sodomía. Todo el proceso seudojudicial es grotesco, con testigos visiblemente falsos, golpizas atroces y reglas de hace siglos. El delito debe ser probado con el testimonio de cuatro hombres, pero de haber sólo tres hombres testigos, se puede compensar con dos mujeres.
Se dice que Ahmad Sha estuvo en el juicio el día anterior al vuelo, pero no hay evidencias. En una foto aparece con una remera que dice Democracy is dead y que se repartió en mayo de 2013, cuando el partido de Ibrahim, Alianza Popular, perdió la elección por fraude. Los amigos del piloto sostienen que efectivamente estaba con Ibrahim, pero que era un adversario de cualquier acto terrorista.
El otro dato que llamó la atención es que también el día anterior al vuelo LH370, la esposa de Ahmad Sha y sus tres hijos dejaron el hogar conyugal. Hasta hoy no está claro si la pareja decidió separarse o la mudanza se produjo por alguna otra razón.
Hoy por hoy, ni las autoridades malayas ni las norteamericanas evalúan que el piloto haya participado de alguna operación terrorista y tampoco lo ven como un suicida. Revisaron los 54 minutos de sus diálogos con la torre de control y no encontraron nada anormal. Igualmente, nadie cierra del todo esta puerta: es una variante poco probable de lo ocurrido.
Las desconfianzas atraviesan toda la búsqueda. Las imágenes de los dos trozos del avión difundidas por Australia en verdad pertenecen a un satélite norteamericano, pero no se quería difundir inicialmente el origen de las tomas porque se acusaría a Australia de permitir una especie de espionaje de Estados Unidos. Malasia no le permitió al FBI entrar a la computadora del piloto y China no aceptó ninguna investigación sobre los 150 ciudadanos de su país que estaban en la aeronave: la pesquisa corrió por cuenta de Beijing, que sólo permitió que se emitiera un comunicado diciendo que el listado de sus ciudadanos está “limpio”. Hay celo para que nadie tenga acceso a la tecnología del otro y quedó claro que hay Estados que gastan miles de millones de dólares en espiar y fotografiar ciudadanos, pero que no existe un sistema simple e invulnerable para ubicar un avión en cualquier lado que esté. Hay un punto de unidad en la mayoría de los países: todos critican a Malasia porque esconde datos y da información contradictoria. Los familiares de los pasajeros, en su mayoría chinos, perdieron la paciencia en los últimos tres días y ya difunden la consigna: “Malasia, ¿qué hiciste con nuestros seres queridos?”. Ya hubo alguna que otra trompada y empujón con funcionarios malayos.
TTodos los expertos coinciden en que la aeronave va a ser encontrada, que no puede haberse esfumado. Si cayó al mar, tarde o temprano flotarán sus partes más livianas, entre ellos asientos y hasta los propios salvavidas. Si como señalan los ingenieros es casi seguro que el avión se partió al caer –ya sea en tierra o en mar–, dejó rastros del choque. El Air France 447 se encontró en medio del Atlántico, en una zona en la que el océano tiene 10.000 metros de profundidad. Donde se está buscando el LH 370 hay la tercera parte: 3000 metros de profundidad. Pero los especialistas afirman que en el caso del Air France estaba claro el último punto de contacto, mientras que eso no está para nada esclarecido en el de Malaysian. Los más optimistas dicen que, hoy por hoy, el avión se busca en una superficie del tamaño de Italia. Encontrar un objeto, incluso partes de 25 metros, en una superficie como la de Italia parece casi imposible. Pero todos coinciden en que hay tecnología para lograrlo, aunque ya hayan pasado 15 días y aunque esté previsto que el ciclón Gillian pase por la zona.
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