Un mochilero de 19 años, oriundo de Río Cuarto, Córdoba, que estaba en Ecuador cuando se produjo el fuerte terremoto (de 7.8 de magnitud en la escala de Richter, el más violento de los últimos cuarenta años) del pasado sábado, no volvió a comunicarse desde entonces, por lo que las autoridades iniciaron su búsqueda. Lautaro Mauri habló con su familia el jueves, dos días antes del sismo, y desde entonces no saben nada de él, dijo la madre del joven, Claudia López. La mujer contó que “la zona donde estaba, Loja, en el sur de Ecuador, no había sido afectada por el terremoto. Lo último que supe es de cuando se conectó conmigo, el jueves pasado, y ahí me dijo que estaba en Loja y que se iba a quedar ahí unos días”. Si bien “no es una zona afectada por el terremoto, estoy muy preocupada porque no sé si se quedó ahí, o el terremoto lo agarró viajando”. Y agregó que le informaron que el embajador argentino en Ecuador, Luis Juez, “se estaba ocupando del tema” y que “estaban tratando de ubicar a su hijo”. La situación se vuelve más angustiante porque un nuevo sismo de magnitud 6,3 golpeó la costa de Ecuador, anunció ayer el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos. Fue muy prolongado y generó alarma entre el personal de rescate de Pedernales, el epicentro del terremoto del sábado, sin que por ahora se hayan reportado nuevos daños. Más de 400 réplicas de diferente magnitud se produjeron tras el sismo del sábado, y los expertos esperan que continúen en los próximos días en este país declarado “en estado de excepción” desde el sábado. El saldo hasta ahora es de 525 muertos, 1700 desaparecidos y daños materiales que ya se calculan en más de 3000 millones de dólares. La población ya empezó a sentir los efectos de la escasez de agua y víveres, que se suman a los frecuentes cortes de luz.