Domingo, 12 de febrero de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › LAS DENUNCIAS DE VECINOS DESPUES DE CROMAÑON
Tras la tragedia de Once, las denuncias de los vecinos se incrementaron el 124 por ciento. La mayoría se centra en los locales comerciales y es por establecimientos no habilitados. El ranking de las quejas de los vecinos.
A la ciudad, los porteños siempre le encontraron problemas, deficiencias e incomodidades. Cosas de las que quejarse. Pero desde que el gobierno porteño implementó un sistema telefónico y centralizado para realizar denuncias de posibles irregularidades –como consecuencia de las 194 muertes que en República Cromañón se cobraron las deficientes condiciones de seguridad–, los reclamos de los vecinos se duplicaron. ¿Qué les molesta a los habitantes de esta capital? La lista es variada. Incluye desde la falta de habilitación estatal para el funcionamiento de un comercio, hasta los andamios de una obra que se realiza sin permiso, pasando por baños en lugares públicos a los que se entra, cuanto menos, con desagrado, y la falta de matafuegos o salidas de emergencia. Aquí, el ranking del descontento porteño.
En los últimos cinco meses de 2005, las denuncias de los vecinos de Buenos Aires por posibles problemas de seguridad en locales comerciales, fabriles y lugares de esparcimiento recibidas en la Secretaría de Seguridad se incrementó en un 124 por ciento. Los reclamos, además de apuntar a condiciones que pueden implicar un riesgo para la vida de los porteños, también se refieren a otras cuestiones, como ruidos y olores molestos, obstrucciones de la vía pública, falta de higiene en comercios, baños en mal estado, actos de corrupción de los inspectores y presencia de cuerpos extraños en alimentos de bares o restaurantes, entre otras molestias.
Según el organismo encargado de los controles, el significativo aumento de las denuncias es consecuencia de la implementación
del Sistema Unico de Denuncias (SUD), ideado como una suerte de calmante ciudadano ante la sensación de inseguridad provocada después de Cromañón. Ahora, con un llamado telefónico a un número gratuito o completando un formulario por Internet, la disconformidad del vecino se transforma en un expediente estatal. Lo que puede no ser mucho, pero tranquiliza (ver nota aparte).
Quienes necesitaban alguien dispuesto a oír su descontento eran numerosos. Desde que comenzó a funcionar el SUD, el 10 de agosto pasado, se recibió un promedio de 112 denuncias diarias. Previamente, sólo llegaban unas 50 al día. En total, hasta el 31 de diciembre pasado fueron 12.077 las quejas que tomaron estado oficial.
Aquello que menos soporta un porteño, según las manifestaciones ante el SUD, es el funcionamiento de locales, o establecimientos fabriles o comerciales sin la correspondiente habilitación estatal. En el 26 por ciento de las denuncias se reclama por esa irregularidad. ¿Se trata de una muestra de confianza en el poder del Estado para decidir qué puede hacerse y qué no? Tal vez. “Si el Estado no sabe de su existencia, entonces algo debe estar mal”, parece pensar el habitante de Buenos Aires.
Caminar por las calles de la ciudad puede traer aparejado algunos inconvenientes. Esquivar soportes de andamios, transitar por veredas levantadas o averiadas para la realización de supuestos arreglos y sortear pozos cavados con motivos diversos. El 10 por ciento de los denunciantes se quejó por obras en construcción desprovistas de los elementos de seguridad necesarios o llevadas a cabo sin habilitación. Incluso las obras en construcción y sus instalaciones son el rubro más denunciado, con el 16 por ciento de las presentaciones ante la Dirección de Fiscalización de Obras y Catastro.
Otros porteños, el 8 por ciento de quienes realizaron una denuncia al SUD, se preocupan por los riesgos que puedan correr sus vidas al entrar un local comercial. Son quienes, cuando entran a algún lugar, piensan: “¿Qué hacemos si esto se prende fuego?”. Es ese pesimismo el que les hace descubrir la falta de matafuegos, mangueras y salidas de emergencia señalizadas para facilitar un escape.
La pulcritud y el afán de limpieza aparece reflejado en 1690 de las denuncias. El 7 por ciento de los reclamos tienen su origen en la higiene deficiente y en los humos y olores; un 5 por ciento en los alimentos en mal estado, vencidos, o que incluyen algún insecto como involuntario ingrediente, y otro 2 por ciento asegura haber visitado baños de lugares públicos que se encontraban en mal estado o en los cuales la limpieza no era un ejemplo de virtud. Por otra parte, los bares, cafés y restaurantes son el blanco de una de cada diez quejas por motivos varios.
Los problemas no discriminan ni a quienes podrían pagar para evitarlos. En la avenida Alvear, ésa en la que algunos pocos pueden comprar prendas de diseño en Emporio Armani, un restaurante fue denunciado por servir un “alimento con cuerpo extraño”. Tras una inspección realizada el 2 de diciembre pasado se labraron actas por “interrupción de la cadena de frío en una de las cámaras frigoríficas” y se decomisaron 160 kilos de alimentos.
Otros no pueden dormir. Así, el 6 por ciento de las denuncias es por ruidos molestos, tanto provenientes de viviendas como de comercios. Y el 5 por ciento por bailes, shows y otras actividades realizadas sin permiso.
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