Por más de quince años, el cabo primero de la Policía Bonaerense Rubén Víctor Dos Santos, pai en sus ratos libres –que ahora se acabaron–, estuvo bajo la protección de la energía positiva de los orixás. Ayer le falló el “yogo de buzios” (el horóscopo umbanda) y sus ex compañeros policías lo detuvieron por ser uno de los prófugos por el crimen de Andrés Núñez, albañil y futbolista. A Núñez lo mataron en la madrugada del 28 de septiembre de 1990, a picana eléctrica, golpes y submarino seco (bolsa de nylon sobre la cabeza). Lo “interrogaron” por el supuesto robo de una bicicleta. De nada sirvió que dijera que era suya y no robada. Los cuatro principales acusados por el homicidio escaparon. A uno de ellos, el sargento Jorge Alfredo González, lo atraparon en noviembre en Córdoba, mientras que Dos Santos cayó acá nomás, en Adrogué, cerca de su vieja casa de Lanús. “Los familiares de la AMIA se quejan, y con razón, de que no tienen justicia desde hace doce años. En el caso Núñez ni siquiera tuvimos juicio oral y este año se cumplen 16 años”, le recordó a Página/12 el ex juez Eduardo Carlos Hortel, hoy abogado de Mirna, la mujer de Núñez.

“Núñez fue uno de los primeros muertos, por violencia policial, de la democracia. La hija de Andrés nació poco después de su muerte. Ya cumplió quince años. La impunidad es una vergüenza”, insistió Hortel, presidente del tribunal que juzgó y condenó a otros policías por el asesinato del estudiante de periodismo Miguel Bru. Siguen prófugos el comisario Luis Raúl Ponce y el inspector Pablo Martín Gerez. Al pai umbanda Dos Santos lo detuvo personal de la Dirección General de Investigaciones de Delitos Complejos. “Ahora tenemos dos detenidos y un tercero está a punto de caer. Ya les dimos los datos necesarios. Lo que molesta es que ninguno fue encontrado en el extranjero. Estaban en el país y Dos Santos, muy a mano.”

Dos Santos fue detenido en un local ubicado en Salta al 1600 del barrio San José, en Adrogué, partido de Almirante Brown. Era muy popular por su condición de pai umbanda. Lo conocían como el pai Ricardo o el pai Beto. Lo agarraron mientras hablaba por un teléfono público. Los que querían tomar contacto con el pai debían llamar al número telefónico de una ex concubina de Dos Santos que ahora vive en el barrio La Carolina, en Florencio Varela. El seguimiento de los llamados condujo al prófugo.

“El caso ya fue elevado a juicio oral y los dos detenidos tienen que ser juzgados, pero al mismo tiempo estamos peleando contra las prescripciones que pueden favorecer a otros acusados, involucrados por delitos menores”, recordó Hortel. Por el caso Núñez llegaron a estar presos quince policías, pero luego todos fueron liberados por decisión del primer juez de la causa, Amílcar Vara, obligado a renunciar por las irregularidades cometidas. “Vara hizo todo mal, en el caso Núñez y también en el caso Bru. Hay una serie de policías acusados por ‘omisión de denuncia’, dado que estuvieron en la comisaría la noche que asesinaron a Núñez y nunca denunciaron lo que ocurrió”, explicó el abogado de la familia.

Hortel está en desacuerdo con esas imputaciones. “Si estuvieron esa noche en la comisaría, se enteraron de todo lo que sucedió. Los testigos dijeron que se escuchaban los gritos de Núñez y que la luz eléctrica bajaba en forma brusca porque usaron la picana. Los policías que estuvieron esa noche son cómplices. La omisión de denuncia podría corresponderles a los que no estuvieron, se enteraron de lo sucedido a la mañana siguiente y no hicieron nada.”

El abogado aclaró que la prescripción “no alcanza a los responsables del crimen, porque este tipo de hechos fueron declarados imprescriptibles. Por eso hoy están siendo juzgados los represores de la dictadura militar”. Núñez estuvo desaparecido desde la noche del 27 de septiembre de 1990, cuando los policías lo secuestraron en su domicilio, como en los tiempos de la dictadura. Los restos de la víctima, que habían sido quemados dentro de un tanque australiano, fueron hallados cinco años después en un campo de la localidad de General Belgrano.