Sábado, 5 de agosto de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › RASTRILLAJES EN BUSCA DE UNA DOCENTE EN TUCUMAN
La desaparición de la docente Angela Beatriz Argañaraz, en la ciudad de San Miguel de Tucumán, se convirtió en un misterio y creó un clima de temor, similar al que se generó después del crimen de la joven Paulina Lebbos. La policía tucumana la buscaba ayer en intensos rastrillajes en la zona donde había aparecido el cadáver de la hija de quien fuera funcionario de la gobernación tucumana. Familiares, amigos, docentes y alumnos del colegio San Francisco, donde trabaja Argañaraz, realizaron anoche una marcha para reclamar por su aparición.
La maestra desapareció el lunes último, a primera hora de la mañana, cuando se dirigía desde su casa a su trabajo, en el colegio San Francisco de la capital tucumana.
Ayer, la policía realizó un nuevo operativo en una casa ubicada en la zona de El Cadillal, al norte de la capital tucumana, que pertenece a una allegada a la docente desaparecida. La medida no tuvo los resultados esperados. En tanto, la fiscal Adriana Giannoni interrogó a los hermanos de la maestra, para saber cuáles eran sus movimientos habituales y las personas que frecuentaba. El jueves se había realizado el primer allanamiento, bajo órdenes de la fiscal, en una casa ubicada a unas 15 cuadras de la plaza Independencia, que pertenece a una compañera de trabajo de la desaparecida. La policía descubrió que Argañaraz y su compañera de trabajo se habían cruzado mensajes de texto por medio de sus teléfonos celulares el lunes, pasadas las 7, y en uno de ellos Argañaraz le decía: “Ya voy”.
Los investigadores también realizaron intensos rastrillajes en Raco, la localidad donde apareció el cuerpo de Paulina Lebbos, la joven que desapareció en febrero último y posteriormente fue asesinada. Los casos de Lebbos y Argañaraz tienen algunos puntos en común, ya que ambas fueron vistas por última vez al subir a un remís en una zona cercana al barrio El Abasto, en la capital tucumana. Ambos autos, marca Fiat, tenían los vidrios polarizados.
Algunos testigos aseguran que la docente tomó el colectivo de la línea 103 y se bajó en la esquina de La Madrid y Alem, donde habría subido a un auto Duna blanco, aunque se desconoce si era remís o un vehículo particular. A los investigadores les llama la atención que, hasta el momento, ningún remisero se haya presentado para asegurar que él fue quien la llevó. Una situación similar ocurrió en el caso Lebbos, que hasta ahora no ha sido esclarecido.
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