SOCIEDAD › SE PERDIERON MUESTRAS PARA TRABAJOS CIENTIFICOS

La misión no está en riesgo

El incendio del rompehielos “Almirante Irízar” provocó la pérdida, por falta de refrigeración, de todas las muestras biológicas que los científicos habían recogido en la Antárdida durante la última campaña de verano, para ser analizadas en Buenos Aires. Esa es la consecuencia más grave, en el plano científico, del episodio producido el martes, además de la forzada suspensión del viaje que planeaba realizar este invierno el buque, con una dotación de investigadores argentinos y extranjeros, según confirmó a Página/12 el director del Instituto Antártico Argentino (IAA), Mariano Mémolli. En cuanto a la próxima campaña antártica, que comenzará a mediados de diciembre, el responsable de la institución aseguró que no corre peligro, ya que “existen alternativas con otros buques de la Armada, para las bases ubicadas en el norte de la Antártida, o a través de convenios con otros países o rentando algún rompehielos en el exterior, para llegar a las más australes”, para el caso de que el “Irízar” no sea reparado para ese momento.

El Instituto Antártico Argentino fue creado en 1951 y perteneció a la órbita del Ministerio de Defensa hasta 2003, cuando pasó por decreto a jurisdicción de la Cancillería. Es el organismo responsable de los programas científicos y técnicos que se desarrollan en la Antártida. El Programa Antártico Nacional tiene un presupuesto anual de 55 millones de pesos, de los cuales 15 corresponden al Instituto; el resto es manejado por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, que se encarga de la logística de las operaciones.

¿Qué ocurrirá si el rompehielos incendiado no puede ser reparado o si su recuperación demora más de lo que exigen las circunstancias? En las seis bases argentinas en la Antártida hay actualmente una dotación de 250 personas, de las cuales 20 son científicos que trabajan en la órbita del Instituto. El resto son militares, algunos de los cuales están con familiares, en la Base Esperanza, y dos maestros, en el mismo lugar. Para todas estas personas, las provisiones para pasar el invierno están garantizadas.

En la campaña de verano habían participado otros 240 investigadores –algunos de ellos extranjeros– que regresaron con el “Irízar” en su último viaje desde la Antártida. La gran mayoría desembarcó en Ushuaia, para viajar a Buenos Aires por avión. Sólo dos de ellos volvían en el buque que se incendió en alta mar.

La Argentina tiene en la Antártida seis bases: Esperanza, Marambio, Orcadas, Jubany, General San Martín y General Belgrano. Las tres primeras están ubicadas sobre el Círculo Polar, en el norte de la península antártica “y son accesibles mediante un buque polar, como el “Suboficial Castillo” o el “Puerto Deseado”, que datan de la Segunda Guerra y se dedican a hacer patrullajes por la zona. No es necesario un rompehielos”, explicó a Página/12 Sergio Policastro, director de Relaciones Institucionales del Instituto Antártico. “Sólo la base Marambio es complicada, porque está sobre una meseta de 200 metros de altura y para descargar combustible es necesario acceder por helicópteros, que deben despegar de una nave con helipuerto”, agregó.

Para estas circunstancias, y para llegar a las bases más australes, los responsables del Instituto ya están pensando en alternativas, como el rompehielos alemán “Polar Stein”, hermano mellizo del “Irízar”, ya que ambos fueron construidos en el mismo astillero finlandés. Ese buque parte todos los años desde Alemania para asistir a los científicos de ese país que comparten el trabajo en la base Jubany.

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