Estaban muy golpeados por el cambio en las condiciones de trabajo a partir de los ’90 y más de la mitad trabajaba entre 12 y 15 horas diarias: ésos son dos de los denominadores comunes entre los varones de sectores bajos y medios-bajos que sufrieron cuadros coronarios entrevistados para el estudio que encabezó la investigadora Débora Tajer. “La mitad del grupo refirió que hasta mediados de los ’90 tenían buenos empleos bien pagos y calificados en el sector formal y que ‘no estaban preparados para la situación que vino’”, señaló Tajer. Varios de ellos fueron indemnizados por los despidos o aceptaron los retiros voluntarios, y con ese dinero compraron un taxi o un kiosco. A algunos no les fue bien y tuvieron que venderlos y en el momento de la internación se encontraban trabajando de choferes de ex compañeros que pudieron permanecer como dueños de taxis o remises. “En algunos casos, alquilaban un taxi por un día, lo cual los obligaba a trabajar a destajo hasta alcanzar como mínimo la suma que debían entregar. Al momento de ser entrevistados, casi la mitad dijo estar trabajando en el mercado informal en oficios o tareas que antes eran realizados en el marco del empleo formal y protegido. Sólo dos del grupo de 21 entrevistados eran empleados calificados en el sector formal.”

Un grupo importante de los que trabajaban entre 12 a 15 horas por día lo hacía también de noche y según ellos mismos percibían, esa situación les estaba haciendo daño. Sólo dos trabajaban ocho horas diarias y descansaban los fines de semana.

La mayoría refirió que el valor que adquiría su trabajo para ellos mismos era “fundamentalmente de sostén económico y muy pocos consideraron que les permitía un desarrollo personal”. Uno señaló: “Me encantaría poder hacer lo que me gusta pero no puedo porque no me queda otra posibilidad, tengo que mantener a mi familia”. Otro dijo: “Tuve ideas suicidas cuando no pude mantener a mi familia y por suerte no me animé a concretarlas”. Más de la mitad de los entrevistados tenían esposas que colaboraban en la manutención del hogar aun cuando sus expectativas eran las de poder ser el único o el privilegiado proveedor económico.