Domingo, 30 de septiembre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › LA JUSTICIA PERMITIO FUMAR EN LAS SALAS DE JUEGO
Tal vez por su relación con la suerte, o por su apego al azar y lo intangible, los bingos porteños intentaron desde el principio quedar fuera del alcance de la ley de ambientes libres de humo. Y llevaron esa intención a la vía judicial. Pocos días después de la puesta en marcha de la norma, el Bingo Caballito presentó un recurso de amparo para quedar exento de las inspecciones antihumo y, con el tiempo, el resto se abroqueló en la misma línea de acción. Así, los inspectores de la ciudad quedaron inhibidos de sancionar esos locales.
Esa excepción se dio a partir de un reclamo judicial en el que los propietarios de estos lugares –donde siempre hay una voz que canta un número– señalaron que el texto de la ley no explica específicamente cómo deberían ser los espacios para fumadores en sus negocios. El argumento entonces es que no lo pueden construir porque no saben cómo. Y ese cómo quedaría claro recién cuando se redacte la reglamentación de la ley antitabaco, que todavía está en curso.
La Subsecretaría de Control Comunal porteña es la dependencia encargada de las inspecciones en cuestión, y su titular, Federico Peña, admitió que en la actualidad “es probable que si uno va a un bingo de la ciudad se encuentre a gente que fuma”. En ese sentido, explicó que “si bien podemos realizar controles y, en caso de hallar infracciones, labrarles actas, estas salas de juegos están exentas de las clausuras por reiteración que se le aplica al resto de los espacios privados de acceso público”.
Eso será así mientras no se termine la reglamentación de la ley, que “apuntará a estos casos problemáticos, porque en líneas generales la norma es operativa”, según Peña. Ese texto, que todavía está en proceso de redacción en la Legislatura porteña, “aclarará algunos aspectos técnicos”. Las dudas que dejan esas cuestiones son, según el subsecretario de Control Comunal, las que hoy “permiten a algunos esbozar como justificación para el incumplimiento que hay requerimientos imposibles de llevar a cabo”.
Casi todos los bingos tienen una superficie superior a los cien metros cuadrados, el mínimo que debe tener un local para poder destinar un área a los fumadores. Sin embargo, según Peña, desde las gerencias de los salones aseveran que por las características del juego “no puede haber espacios separados”. No obstante, el funcionario manifestó que la opinión del Gobierno es que “deberían regirse con las mismas reglas que en un bar o un restaurante. En todo caso, será más problemático o más caro para ellos, pero eso no significa que existan limitaciones técnicas para hacerlo”.
Informe: E. M. R.
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