Viernes, 18 de noviembre de 2011 | Hoy
23:26 › DESPUéS DE LA DERROTA
Entre insultos y amenazas comenzó en Vicente López la Convención Nacional de la UCR, en la que se discutirá el futuro del radicalismo y una nueva conducción partidaria, que podría quedar en manos del intendente de Santa Fe, Mario Barletta. Mientras el bonaerense Leopoldo Moreau reclamó una "conducción colectiva porque no hay ningún dirigente que tenga las espaldas lo suficientemente anchas" para conducir el partido, y Ricardo Alfonsín se atribuyó la derrota de octubre, desde las tribunas se trató de impedir el discurso del jujeño Gerardo Morales, por lo cual el presidente de la Convención, Hipólito Solari Yrigoyen, amenazó con suspender la reunión.
Frente a poco más de 300 delegados de todo el país, el presidente del Comité Nacional de la UCR, Ernesto Sanz, brindó su informe de gestión y le pidio a sus correligionarios que "el partido debe cuidar y contener a los radicales que ganan y gobiernan". El senador mendocino también dijo que esos dirigentes que hoy conducen provincias e intendencias "también deben permanecer en el radicalismo porque van a necesitar al partido".
El legislador agregó que "la UCR puede darle a la Argentina un partido que cumpla con el objetivo del desarrollo social y económico del país". "Acá no venimos a negar un resultado electoral, pero tampoco a encerrarnos en un círculo vicioso como si fuéramos una maquinaria electoral", indico. Más adelante aseguró que el radicalismo "no es un partido de oposición, sino un partido de gobierno". "A eso lo olvidamos cuando competimos contra fuerzas afines en lugar de competir con el verdadero adversario", advirtió Sanz, quien dejará la presidencia del partido el mes próximo, y añadió que "no se está haciendo lo necesario para llegar al poder", y que "la mera retórica no gana elecciones".
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