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En el edificio escolar, conocido durante los años del terrorismo de Estado como "La Escuelita" de Famaillá, no sólo se reunieron estudiantes sino también vecinos y exdetenidos como Juan Carlos Baer, quien en 1975 tenía 27 años y era operario del ingenio azucarero Bella Vista cuando fue detenido y torturado en ese lugar.

"Era vecino de acá cerca y además de trabajar, lo único que hacía era correr en moto, nunca tuve pensamientos políticos, soló un gran sentimiento por Eva Perón (...) Un día vinieron al ingenio los del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) a hacer un acto en solidaridad con nosotros, por nuestras condiciones laborales, y desde ese día empezamos a desaparecer de a uno por vez sin explicaciones", recordó.

A Juan lo "levantaron" de su casa mientras dormía. "Me trajeron encapuchado y a los golpes hasta acá, donde de día estábamos encerrados en un aula y de noche nos torturaban en otra. En el patio había un aljibe y lo aprovechaban para meternos adentro para el submarino", contó a Télam. Luego de pasar por allí estuvo cuatro años detenido en Rawson y un año en la cárcel de La Plata, hasta que lo soltaron.

Axel Díaz, de 8 años, se enteró de que en la escuela a la que asiste, la "Diego de Rojas", funcionó un centro clandestino de detención cuando escuchó a sus padres decir que ahí "habían desaparecido" su abuelo y un tío. Axel contó que "en casa no se hablaba de eso y yo no sabía qué le había pasado a mi abuelo y a mi tío hasta que mi papá lo dijo en casa. Primero me asusté porque eso había pasado en mi escuela, pero después me explicaron que fue hace mucho tiempo".

Daniela, de 12 años, contó que "acá, en Famaillá, nunca escuchamos hablar del tema, pero nos sorprendió que todo eso haya pasado en la escuela, son cosas que estuvieron mal y que no se tienen que repetir". "Nosotros, los chicos, tenemos que aprender de lo que hicieron algunos militares en esa época para saber que es mejor la democracia y que hay que respetar a todos y a la justicia", añadió.

Zulema, directora de la escuela "Diego de Rojas", relató que "la casa de mi familia está justo enfrente de la escuela. Yo venía de chica cómo alumna y desde enfrente veíamos y escuchábamos muchas de las cosas que pasaban acá adentro, y era terrible". "Los militares llegaron en 1975, se quedaron con la escuela y a los alumnos nos mandaron a estudiar a otro lado, empezaron a traer gente y se escuchaban los gritos, pero cuando algún vecino se asomaba, enseguida algún militar pegaba el grito de que nos metamos adentro de nuestras casas", recordó.