Domingo, 10 de julio de 2016 | Hoy
17:37 › LAS ACTIVIDADES EN TUCUMáN POR EL BICENTENARIO
Con un enorme operativo de seguridad, restricciones para el público y algunas protestas, Macri encabezó la celebración, que incluyó un Tedéum, un desfile militar y actividades culturales. Lo acompañó Juan Carlos I, rey emérito de España.
Por Ramiro Rearte
Desde Tucumán
Más de 4.000 efectivos de las diversas fuerzas de seguridad: Policía provincial, Federal, Seguridad Aeroportuaria y Gendarmería Nacional; francotiradores en los edificios más altos de la capital; drones sobrevolando los lugares de actividad oficial; un fuerte operativo cerrojo entre la Casa de Gobierno, la Catedral y la Casa Histórica, donde también desde el miércoles se apostó un camión de la Dirección de Comunicaciones de Gendarmería con una gran cantidad de cámaras de seguridad para monitorear la zona; dos helicópteros, uno del servicio de emergencias 911 y otro perteneciente al gobierno local. Así amaneció el Jardín de la República, el día que se cumplieron los 200 años de la declaración de la Independencia argentina.
Aquellos que quisieron participar de los festejos del bicentenario tuvieron bastantes dificultades para poder llegar a los lugares donde se encontraban los funcionarios nacionales y los gobernadores de las provincias. Se había colocado una gran cantidad de vallas en todo el perímetro donde se desarrolló la actividad oficial, como la Catedral, separada por una cuadra de la Casa de Gobierno tucumana. Todavía más celoso fue el control sobre el público para llegar hasta la puerta celeste de la Casa Histórica, ya que ahí donde el presidente Mauricio Macri le habló brevemente a los argentinos.
A pesar de los impedimentos, muchos tucumanos y turistas se movilizaron hasta los dos puntos donde los festejos por el bicentenario pretendían ser más “populares”: Por un lado, el desfile cívico-militar, realizado donde se construyó el monumento al bicentenario, mucho más alejado del microcentro. Por el otro, las actividades culturales y los recitales gratuitos que se llevaron a cabo en el Hipódromo de Tucumán.
Los más esperados para los actos fueron Macri y el Rey emérito de España, Juan Carlos I. El presidente llegó pasadas las 3 de la madrugada desde Humahuaca, Jujuy, donde había participado de la vigilia del día de la Independencia. El monarca español, en cambio, arribó a Tucumán pasadas las 19 del viernes. Al ser el único invitado de honor, sobre él se focalizó gran parte del operativo de seguridad. No usó combis ni minibús para sus traslados en la provincia, sólo autos de alta gama de origen importado. Desde la Cancillería argentina informaron que en el hotel de cinco estrellas donde se hospedó, de una cadena internacional, se tuvo que alquilar todo el piso “por medidas de seguridad”.
Desde que se conoció la noticia de la llegada de Juan Carlos de Borbón, comenzó el repudio de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita en Tucumán (UPNDT), quienes dejaron en claro que no iban a participar de los festejos de la declaración de la Independencia si el monarca español participaba de los actos. Es más, presentaron de manera formal, en la Secretaría de Derechos Humanos, una nota donde destacan que, “sería una enorme contradicción, ya que la conmemoración se debe a la liberación de siglos de dominación extranjera ejercida por la colonia desde 1492”. “La comunidad Diaguita ha sido víctima del mayor genocidio cometido en nuestra América, justamente por la institución que esta persona representa”, dijeron. No sólo no fueron escuchados sino que el invitado español recibió palabras de elogio de parte de Macri durante su discurso: “quienes declararon la independencia, debían sentir angustia de separarse de España”, dijo el presidente argentino, palabras que no pasaron desapercibidas para ninguno de los gobernadores presentes en la puerta del solar de la independencia. Algunos, incluso, cruzaron miradas de sorpresa.
Antes de su discurso, Macri y su comitiva ya habían participado de los saludos protocolares a primera hora de la mañana. Luego asistieron al Tedeum, con toda la pompa eclesiástica para la ocasión. El encargado de las primeras palabras fue el arzobispo Alfredo Zecca, quien destacó a la “comunidad cristiana de Tucumán”, en el marco del Congreso Eucarístico Nacional realizado ahí mismo pocos días antes. En aquel encuentro se había prohibido el ingreso de las mujeres periodistas para cubrir el acto de apertura y sólo habían sido acreditados hombres de “saco y corbata”. Después dieron marcha atrás con la medida.
Ya dentro de la Casa Histórica, el Presidente tuvo tiempo de sentarse con algunos de sus ministros en el patio trasero de la casona, donde se ubica el viejo aljibe, y comer las típicas empanadas tucumanas con vino tinto local.
“Renovamos la esperanza por una Argentina de pie, pujante, inclusiva, y con todos los argentinos adentro. Anoche (por el viernes) más de 100 mil personas en Tucumán salieron a la calle en un clima de fiesta”, aseguró a Página/12 el gobernador Juan Manzur, anfitrión de las celebraciones, mientras se trasladaban hacia el lugar del desfile.
El secretario general de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, (uno de los aspirantes a la conducción de la CGT) llegó para participar de los festejos de su gremio pero también invitado por Manzur. Consultado por este diario, fue crítico de la gestión nacional. “Como si fuera poco venimos a Tucumán y todo está vallado, alejando a la gente de la celebración”, señaló Palazzo.
Cerca de las 19, el desfile cívico-militar terminaba en la avenida Mate de Luna, arteria que une San Miguel de Tucumán con el municipio de Yerba Buena. Durante el paso de los ex combatientes de Malvinas con sus banderas, un grupo de personas a favor de la dictadura militar se había mezclado entre ellos para desfilar como “ex combatientes del Operativo Independencia”. La secretarìa de Derechos Humanos provincial repudió el hecho: “Es inaceptable. Esta presencia es una afrenta no sólo a las víctimas y los sobrevivientes, sino a la sociedad toda, a la que el Operativo Independencia le produjo profundas heridas que distan de estar cerradas”.
Sin haber podido llegar hasta ese lugar para hacerse ver, una gran cantidad de tucumanos organizaron una marcha en la calle paralela al desfile denominada “los globos negros del bicentenario”. Según sus organizadores, se trató de “una convocatoria realizada por artistas y público en general a una manifestación pacífica y democrática en repudio a las medidas de éste gobierno neoliberal que empobrece a la gente común”.
En ningún acto oficial se recordó que hace 50 años el genocida Juan Carlos Onganía lanzaba desde Tucumán el mayor cierre de ingenios azucareros de la historia.
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