¿Qué tal, cómo Lebac?

Si después de algunas dudas Macrì permitió la ofensiva judicial (azuzada por los grandes medios que claman venganza, por algunos grupos económicos dispuestos a hacer un escarmiento y por sus aliados radicales en la alianza Cambiemos) es porque su política económico-social no está dando los resultados apetecidos. La revista Noticias publicó un editorial titulado “Todos presos; la receta PRO contra la inflación”, en el que afirma que la búsqueda de bóvedas en el desierto constituye “el único relato que el nuevo oficialismo ha encontrado para intentar calmar a las fieras”. El Banco Central redujo la tasa de interés que paga por las Lebac, de 38 a 37,5 por ciento anual. Sin desmerecer el valor de los símbolos, es tan insignificante como el auxilio que el presidente concedió a las universidades nacionales durante una seca reunión con sus rectores que no duró más de cinco minutos: la partida extra de 500 millones de pesos que les comunicó apenas ronda el 1 por ciento de su presupuesto anual, cuando sólo en el último mes la inflación dio un salto del 7 por ciento y las facturas de los servicios públicos inevitables, como agua, gas y luz, se encarecieron hasta siete veces.

Hace dos semanas, el director del Banco Central Pedro Biscay dirigió una comunicación a Sturzenegger objetando la política monetaria que también perturba a De Prat-Gay. Sostiene que la inflación no baja pero los niveles de absorción monetaria por medio de la colocación de letras han alcanzado niveles exorbitantes y los títulos de deuda del Banco en pesos ya superan al circulante monetario. La tasa fijada para controlar el tipo de cambio define la tasa de referencia de la economía y desincentiva cualquier actividad productiva, que no puede competir con tal rentabilidad. Si a ello se suma la desregulación del mercado cambiario, las medidas que incentivan la dolarización de carteras, la eliminación del encaje al ingreso de capitales y su límite mínimo de estadía, la posibilidad de comprar Letras por parte de no residentes y el aumento a cinco millones de dólares por mes la formación autorizada de activos en el exterior, están haciendo del sistema financiero “un paraíso de altos rendimientos en dólares y en inversiones de muy corto plazo, incentivando operaciones de carry trade”, que es el nombre elegante de la bicicleta financiera. Las Lebac´s se convirtieron en la opción más lucrativa para los bancos locales, que pagan del 22 al 29 por ciento por los depósitos y, sin riesgo, colocan esos fondos al mismo plazo en Lebac al 38 por ciento. Como gatos gordos perezosos los bancos abandonan su función crediticia y sólo se dedican a la rentabilidad especulativa. Este esquema es nocivo para la economía real y desprotege los derechos patrimoniales de los consumidores y los agentes de la producción frente a las finanzas. Esto eleva los costos de financiamiento de las empresas, sobre todo de las pequeñas y medianas, y también afecta la estabilidad financiera, porque en un contexto de alta inflación, aumenta el riesgo de incobrables en las carteras de crédito de los bancos. Para Biscay la estabilidad financiera está ligada al crecimiento económico, la reducción de la desigualdad y de la pobreza, todo lo contrario de la actual política que, además, dibuja nubes negras sobre el futuro del propio Banco Central. Esta inundación de letras condiciona su poder y en el momento en que se decidiera no renovar esos títulos a su vencimiento, se generaría una formidable expansión monetaria, el peor veneno para el credo neoliberal.

Las medidas de alivio, presentadas en favor de la producción y el trabajo, son simulaciones de finalidad publicitaria, para negar que éste sea “el gobierno de los ricos”, un estigma que inquieta a quienes piensan en las elecciones legislativas que ocurrirán dentro de 17 meses. Con las anheladas inversiones limitadas al endeudamiento, a las colocaciones financieras y, tal vez, a la compra de empresas en dificultades; con la retracción de las exportaciones por la recesión brasileña y la desaceleración china, y con el consumo en un letargo profundo, los tres motores de la demanda agregada están apagados y fríos como en el peor invierno.

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