Domingo, 6 de abril de 2008 | Hoy
DEPORTES › EN SARANDI, ESTUDIANTES Y ARSENAL PROTAGONIZARON UN FLOJO PARTIDO
Por Daniel Guiñazú
No valió la pena haber suprimido el almuerzo de los sábados. Fue uno de esos típicos partidos tan cerrados que sólo un jugada con pelota quieta o un acierto individual lo podía abrir. Y como nadie generó nada, ni con la pelota quieta ni en movimiento, y los aciertos individuales resultaron una rareza en medio de la mediocridad, salió lo que salió: un bodrio. Curiosamente, los dos equipos se marcharon satisfechos de Sarandí, no obstante el espectáculo perpetrado. Con el empate, Estudiantes, virtual puntero, trepó a 20 unidades, dos más que River que juega hoy. Y con el 0-0, Arsenal rompió una racha negra de tres derrotas consecutivas en el Clausura. De todos modos, el equipo de Alfaro no tiene nada para enorgullecerse: sumando campeonato y copa, lleva ocho partidos sin ganar.
Estudiantes quedó varado en el miércoles. En lo mental y en lo físico, el equipo rindió tributo al intenso esfuerzo que le demandó el partidazo ante Lanús por la Libertadores y a las escasas 64 horas y media que le dieron para reponer su aliento. Más allá de que no estuvieron Angeleri y Lázzaro y que Piatti fue al banco, al equipo le faltó frescura, energía, esa determinación ganadora que hasta aquí lo ha caracterizado. Nunca tuvo fútbol por más que Moreno y Fabianesi, moviéndose suelto por delante de Enzo Pérez, Braña y Benítez, haya intentado en vano tomar la posta de Verón. Y es aquí donde cabe preguntarse: ¿de qué sirve que Leandro Benítez juegue tan retrasado, casi como lateral izquierdo, para darle una mano a la línea de tres en el fondo que armaron Sánchez, Alayes y Desábato?
Por pegada, inteligencia y panorama de juego, nadie como Benítez está habilitado para constituirse en el armador de Estudiantes. Pero para serlo debe jugar más adelantado, con mayor participación en los movimientos ofensivos. Parado tan atrás, aporta poco y nada, obediencia, algún pelotazo justo, y punto. En el primer tiempo, Diego Galván tuvo dos ocasiones antes del primer minuto y a los 20 Ma-ggiolo se llevó por delante una pelota que pegó en el poste izquierdo. En el segundo, Sensini metió mano. Salieron Enzo Pérez, Lugüercio y Maggiolo, entraron Piatti, Bogado y Salgueiro, pero los problemas para llegar mediante juego coordinado y a ras de piso fueron insolubles. Tanto que un recurso (los tiros libres rectos o cruzados de Benítez en busca de las cabezas de Alayes o Desábato) terminó siendo un sistema, la única apuesta ofensiva de un equipo sin talento ni aire como para romper el partido y llevarse los tres puntos.
Arsenal es lo que se vio y, en consecuencia, jugó a no perder. Aun como local, Alfaro afirmó siempre ocho hombres por detrás de la línea de la pelota y limitó su ataque a lo que pudieran hacer Papu Gómez y Calderón, con Carrera y Yacuzzi trayéndoles la pelota por los costados. Ni siquiera modificó su idea cuando Leguizamón ingresó por Carrera en el segundo tiempo. Gómez bajó a jugar como volante por la derecha y el dibujo 4-4-2 quedó intacto. En la primera etapa, Arsenal se diluyó al borde del área grande y no llegó casi nunca. En el segundo, arrimó un poco más de preocupaciones al arco estudiantil pero siempre con las luces apagadas. Andújar se lo tapó a Calderón, y más tarde el colombiano Mosquera se ubicó mano a mano con el arquero, pero se quedó sin ángulo y terminó yéndose afuera con pelota y todo, cuando hacía rato que el espectáculo se había desbarrancado sin remedio por la pendiente del sopor.
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