La cuenta, por simple, no deja de ser compleja: desde este momento hasta cuando se termine de leer esta nota habrá en el mundo alrededor de 25 nuevos casos de VIH. Mientras nosotros discutimos, sigue infectándose gente que podría no infectarse y continúan las muertes de gente que podría no morirse. Las estadísticas del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida) indican que se producen 6800 nuevos casos por día, 1200 de los cuales son menores de 15 años.

Ahora bien, ¿quiénes son los que se infectan? Los más jóvenes, los más pobres, las mujeres. ¿Cómo se infectan? Fundamentalmente a través de relaciones sexuales. ¿Resulta eficaz la abstinencia? Por supuesto que sí. Quien no sale a la calle no corre el riesgo de que lo atropelle un auto. ¿Sirve la fidelidad? Sí, en tanto sea una elección de dos. Muchas mujeres han sido infectadas por su única pareja sexual.

Está claro que uno puede elegir la abstinencia y la fidelidad, pero la mayoría elige tener relaciones sexuales. Es por esto que tanto el Estado argentino –a través de la Ley Nacional de Salud Sexual y Reproductiva y Procreación Responsable y la Ley Nacional de Sida–, como los programas nacionales, provinciales y municipales, garantizan el acceso a la información y a las herramientas de prevención de manera gratuita, entre las que se encuentra el preservativo, que es –hasta el momento– la única barrera mecánica para evitar la entrada del VIH al cuerpo. Promover lo contrario desde las mismas dependencias del Estado iría en contra del espíritu de la ley.

Desde Fundación Huésped celebramos la discusión. Siempre y cuando se encuentre enmarcada en el derecho a ejercer una sexualidad libre y responsable, tal como está garantizado por la ley argentina.

* Presidente de Fundación Huésped y de la Sociedad Internacional de Sida.