Más allá de los avances de la ciencia, hay sectores que sostienen discursos que son del siglo pasado. Siempre van a existir personas que defienden un pensamiento mágico y que plantean una discusión ideológica por encima de lo probado científicamente. Hoy no hay duda de cuáles han sido los fenómenos que han favorecido el avance del contagio del VIH y cuáles son las formas de prevenirlo. Las Naciones Unidas plantean que el preservativo es el método más eficaz. Incluso la política de George W.Bush, que se basa en la abstinencia y la fidelidad, tiene una tercera pata, que es el uso del condón. Aun en esa lógica se sostiene que si no podés abstenerte ni ser fiel, tenés que usar condones. Hay un estudio europeo sobre 150 mil personas que eran parejas cero discordantes –un miembro era portador del virus VIH y el otro no– que fueron seguidas a lo largo del tiempo. En aquellas parejas que usaban preservativo, el compañero o compañera no infectado no contrajo la enfermedad. En términos técnicos no hay dudas sobre la efectividad del preservativo. ¿Cuál es el impacto de un discurso que demoniza el condón sobre sectores vulnerables, pobres, con bajo nivel de escolaridad? Los jóvenes, aun de sectores populares, saben que el preservativo es para prevenir un embarazo y el VIH. ¿Cuál es el rol del Estado frente a este tipo de discursos? Colocar las herramientas necesarias –preservativos, charlas, líneas 0-800 para hacer preguntas– cerca de la gente. Hoy los condones se distribuyen en centros de salud y a través de ONG. La presencia sistemática del Estado sosteniendo lo que plantea Onusida, es decir, poniendo preservativos al alcance de los jóvenes, es la manera de contrarrestar estos discursos en abstracto que conllevan pensamiento mágico y no tienen fundamento científico.

* Director del Programa Nacional de Lucha contra los Retrovirus del Humano, Sida y ETS (testimonio recogido por M.C.)