Domingo, 6 de abril de 2008 | Hoy
DEPORTES › LA HISTORIA DE BOCA JUNIORS A TRAVES DE LOS OBJETOS DE UN COLECCIONISTA
Un recorrido por el universo boquense que atesora el publicista Pablo Batlle. Figuritas, banderines, juguetes, camisetas, merchandising de todo tipo, autógrafos, recuerdos y pertenencias de las glorias del club, el resultado de 25 años de búsqueda.
Por Facundo Martínez
Cuando comenzó a recorrer el circuito clásico de los coleccionistas porteños, movido por un sencillo y vital entusiasmo juvenil y buscando todo tipo de objetos vinculados al club Boca Juniors ni siquiera imaginaba lo que esa aventura le iba a deparar 25 años después. Pablo Batlle es hoy, además de director creativo de una importante agencia de publicidad, el coleccionista más importante del universo Boca, con más de 10.000 artículos recogidos, catalogados y archivados con paciencia y método de arqueólogo. Su vínculo con el club, del cual por supuesto es hincha, es tan estrecho y dedicado que la suerte quiso premiarlo de una manera particular: la estrella amarilla con su nombre grabado que pagó, como todo buen boquense, al Museo de la Pasión Xeneize fue amurada en la pared al lado, nada más y nada menos, de la de Diego Maradona.
Con prolijidad extraordinaria, Batlle atesora gran parte de ese universo que descubrió revolviendo, comprando y canjeando en distintos rincones de la ciudad. Las visitas de los fines de semana a los puestos de los parques Rivadavia y Centenario, o a los locales de los anticuarios de San Telmo son parte de un recuerdo imborrable y cuna de hallazgos asombrosos.
“Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi vida es el de mi padre recortando todos los artículos que salían en los diarios y en las revistas sobre la campaña de Huracán del ’73. Yo pertenezco a la generación que aprendió a leer con El Gráfico. Y empecé a hacer lo mismo que mi viejo con la campaña de Boca en el Metropolitano ’81”, cuenta Batlle. Era el equipo que integraban, entre otros, Miguel Brindisi, Diego Maradona, Osvaldo Escudero y Hugo Perotti. Justamente, de Perotti conserva una camiseta y un pantaloncito utilizado en ese certamen.
En materia de figuritas, entre sus carpetas se encuentran imágenes de todas las épocas, desde aquellas que venían junto a las marquillas de los cigarrillos hasta las autoadhesivas actuales, pasando por las clásicas redonditas y las inconfundibles chapitas. “No se trata sólo de juntar, después hay que datar, catalogar y en eso se te van muchas horas. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en crear una especie de índice muy complejo, tratando de crear segmentos y de agotar esos segmentos de investigación. El mundo de la música de Boca es uno de esos segmentos”. Batlle grafica: “Ahí tenés discos pequeños, de pasta, CDs de todo tipo; después tenés las partituras y una vez que tenés la partitura tenés tratar de encontrar el disco; tenés los casetes, los goles que la gente tiene grabados. Hay mucho material suelto y la cuestión es encontrarlo”.
La imponente colección de Batlle nada tiene que envidiarle al portentoso Museo de la Pasión Boquense. La suya es el resultado de años de trabajo silencioso, de incansables caminatas y de hallazgos increíbles, como el visor estereoscópico –una verdadera reliquia– con sus correspondientes diapositivas de cristal que documentan en tres dimensiones la inauguración de la Bombonera con la presencia en el palco del presidente Marcelo Torcuato de Alvear. “Son del año 1924, las tribunas de la cancha son de madera. El objeto pertenecía a un turista italiano”, relata Batlle.
“Cada objeto tiene que ver con las etapas económicas de la vida de uno. Muchas veces pasa que ves algo interesante pero no lo podés comprar. También te encontrás con gente bondadosa que te regala cosas, a veces muy baratas, a veces muy caras. Yo, por ejemplo, no vendo, trato de canjear”, aclara el coleccionista, cuyo motor de búsqueda no esconde misterios: “Me estimula la idea de estar seguro de que alguien tiene algo de Boca que me puede interesar”.
Una foto de Evita con la camiseta de Boca en la tapa de una revista de cine, abanicos de cartón prensado que se les entregaban a las señoras en la cancha en el año ’36, banderines de todo tipo, años y equipos, carnets de socios, una amplia colección del merchandising de todas las épocas (anillos, relojes, cigarreras, cinturones), una toalla del campeón del ’34, baúles colmados de juguetes y juegos de mesa –“en los flippers, Boca siempre es el puntaje más alto”, remarca–, alcancías, autógrafos, medallas y recuerdos personales de varias de las glorias del club, los diarios de Boca campeón desde 1925 en adelante; bonos de la Ciudad Deportiva, un sinfín de entradas y hasta un atado de cigarrillos marca “Boca” de 1967 integran la vasta colección de Batlle. “Estas marquillas las encontrás, pero no con los puchos. Eso sí que es un hallazgo”, indica mientras golpea el paquete y asoma uno de los cigarrillos. “También tengo fascinación con el mundo de las entradas. Es un rubro muy difícil, porque en general las vas consiguiendo de a una”, aclara.
Mientras espera la llegada de su primer hijo, Batlle se pregunta qué será de su colección en el futuro. “Calculo que dentro de 20 o 30 años más esto va a tener un gran valor, porque se le van a sumar más cosas”, proyecta. Su sueño, confiesa luego, es tener “un museo como el del Barcelona, de cuatro pisos”. Por lo pronto, amasa la idea de la producción de un libro de memorabilia de Boca, “muy cuidado” en sus imágenes. “Es interesante seguir el correlato de la historia del arte mirando las láminas, las publicidades y los afiches de Boca de todas las épocas”, se entusiasma Batlle, el coleccionista de Boca.
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