Durante casi una década trabajó como asistente técnico de tres entrenadores –Julio Lamas, Rubén Magnano y Sergio Hernández– y desde ese puesto en los seleccionados nacionales contribuyó a forjar la mejor generación de jugadores que el básquet argentino tuvo en su historia. A los 41 años, y cuando muchos no lo esperaban, Enrique Tolcachier decidió ponerle punto final a su gestión. Sin embargo, en una charla con Página/12, el cordobés dejó abierta la puerta para un posible retorno de cara a los Juegos de Beijing. Entrenador de una larga trayectoria en la Liga Nacional, vaticinó que el plantel que disputó el Mundial de Japón no se desmantelará y que en los próximos años “tendrá revancha” de aquella semifinal perdida ante España en los últimos segundos.

–¿Por qué tomó esta decisión?

–Por considerar que es un ciclo cumplido. Fueron muchos años y me merezco un descanso. Voy a trabajar en algo mucho más relajado. Me dedicaré a coordinar la Liga Patagónica. Trabajaré con todo eso, después veré.

–¿El cuarto puesto en el Mundial influyó en esta renuncia?

–Era algo que ya tenía pensado, el resultado deportivo del Mundial no influyó. El equipo hizo un buen campeonato y estuvo a un tiro de ganarle a España, que por lejos fue el mejor equipo de la competencia. Además tuve una buena relación con Sergio Hernández, nos entendimos bien tanto en lo humano como en lo profesional, de modo que el tema tampoco viene por ahí. Simplemente, se cumplió una etapa.

–¿La selección es entonces un capítulo cerrado en su vida?

–Por ahora, sí. Pero, ¿quién sabe qué pueda pasar más adelante? Hoy digo que sí... Mañana, o dentro de unos años, tal vez sienta ganas de volver.

–¿Quiere decir que puede estar a disposición del cuerpo técnico en el caso de que Argentina concurra a los Juegos de Beijing?

–Y... Puede ser. Pero es algo muy prematuro. Sería poco serio que me postule para estar en los Juegos con tanta antelación. Pero si me llaman...

–¿Qué balance hace de la actuación de Argentina en el Mundial?

–Para mí fue muy positiva. Más allá de haber llegado a semifinales, lo más importante fue que el básquet argentino mantuvo el prestigio logrado y todavía se puede considerar al país como una potencia basquetbolística. Eso fue tan importante como haber logrado un título.

–En relación con la expectativa que había con este equipo, ¿el cuarto puesto fue un consuelo un tanto magro?

–De ninguna manera. Estar entre los cuatro mejores equipos del mundo es algo muy importante. Lo repito: perdimos contra el mejor equipo del torneo y tan sólo por un punto. Después, contra Estados Unidos, los jugadores sintieron el impacto físico, estuvimos en inferioridad de condiciones en este aspecto y eso se notó e la cancha.

–Algunos creen que Japón fue la última oportunidad de ver jugar a este equipo, ¿coincide?

–Estos jugadores todavía tienen mucho para dar con el seleccionado. Casi todos son jóvenes y buscarán una revancha. Estuvieron muy cerca de jugar la final de un mundial y es lógico que busquen un desquite. Pepe Sánchez, Ginóbili, Oberto, el Chapu Nocioni son muchachos que aún pueden darle mucho a la selección. Los próximos Juegos Olímpicos pueden ser una buena oportunidad para todos ellos.

–Sin embargo, se deslizó que Ginóbili estaba con ganas de retirarse del seleccionado.

–Ojalá que no lo haga, por todo esto que estoy diciendo; sería una gran pérdida.

–¿Podrá el básquet argentino producir otra generación de jugadores que iguale a la actual?

–Dependerá de cómo se trabaje. Pero material humano hay de sobra, y además está la Liga Nacional que, pese a todos los problemas, sigue manteniendo un buen nivel. Si eso se preserva, podemos seguir siendo una potencia.

–¿Qué representa el básquet en su vida?

–Sin duda es mi gran pasión. Le di mi vida a este juego, vivo para él y así será por el resto de mi vida.