Viernes, 22 de septiembre de 2006 | Hoy
La comunidad judía estadounidense llevó su preocupación a la primera dama por lo que considera un rebrote antisemita. Para el Gobierno sólo hubo hechos aislados.
Por Fernando Cibeira
Desde Nueva York
Las más importantes organizaciones judías de Estados Unidos se reunieron ayer con la senadora Cristina Fernández de Kirchner y el canciller Jorge Taiana y plantearon sus diferencias con el Gobierno, además de su preocupación por lo que consideran signos de un rebrote antisemita en el país. No obstante, pese al tirante clima previo, la conversación fue “en un espíritu de amistad y cooperación”, al decir de uno de los dirigentes judíos, Dan Mariaschin, de B’Nai Brith. Taiana explicó que el Gobierno no evalúa la existencia de un rebrote antisemita sino que sólo han ocurrido algunos hechos aislados protagonizados por “agrupaciones marginales”. Pero los representantes de la comunidad judía sostuvieron el argumento de que todo acto que busque “deslegitimar” al Estado de Israel debe ser considerado antisemitismo.
El encuentro llegaba caldeado. Los dirigentes judíos habían hecho saber su fastidio porque no los recibiera el presidente Néstor Kirchner en persona, y hubiera delegado la responsabilidad en su esposa y el ministro de Relaciones Exteriores. Y adelantaron que presentarían sus quejas por lo que consideraron fue una actitud pasiva del Gobierno ante hechos recientes de antisemitismo, como unas pintadas aparecidas en la Facultad de Filosofía y Letras, y manifestaciones realizadas por el grupo Quebracho. En el consulado argentino en Nueva York, que tramitó el encuentro, aclararon que la reunión había sido pedida con dos meses de anticipación, es decir, antes de que se registraran estos hechos, por lo que seguramente no era el tema de fondo que pensaron originalmente.
Sobre la representatividad de la delegación, el Presidente respondió con masividad. Además de la senadora Kirchner y el canciller, participó todo el resto de la comitiva que hasta ahora sólo había oficiado de acompañante: José Pampuro, Alberto Balestrini, Carlos Reutemann, José María Díaz Bancalari y hasta el radical Julio Cobos. También estuvo el cónsul Héctor Timerman. Del lado de la comunidad judía, hubo siete agrupaciones: Mariaschin, de B’Nai Brith; Abraham Forman, de Anti Defamation League; Robert Goodkin, del American Jewish Committee; Israel Singer, de World Jewish Congress; Neil Goldstein, de Conference of Presidents of Major American Jewish Org; Susan Stern, de VJA Federation; y Evelyn Sommer, de WIZO.
El encuentro se realizó en un salón del subsuelo del Hotel Four Seasons, donde se aloja la comitiva argentina y se extendió por más de dos horas. Los dirigentes judíos comenzaron exponiendo sus puntos de vista, que luego fueron respondidos por Cristina de Kirchner y Taiana, los únicos que hablaron de la nutrida representación argentina.
“A veces hay una tendencia a mostrar una diferencia en los casos de antisemitismo cuando se relaciona con las cuestiones de Medio Oriente. Nosotros consideramos que cada vez que se trata de demonizar o deslegitimar a Israel son ejemplos de antisemitismo”, explicó luego Dan Mariaschin. El argumento fue utilizado durante el encuentro.
La causa AMIA
En la comitiva argentina quedó la sensación de que los dirigentes judíos no tenían muy en claro qué tipo de agrupación era Quebracho. Cristina de Kirchner y Taiana les explicaron que era una agrupación pequeña, con un historial de hechos controvertidos, algunos de ellos dirigidos directamente contra el gobierno nacional. “Era como si hubieran creído que es una agrupación que se armó ahora para atacar a Israel”, relató uno de los representantes argentinos. Los dirigentes judíos dieron a entender que hubieran esperado una condena más enérgica por parte de la Casa Rosada. “Los gobiernos siempre tienen la prerrogativa de utilizar el púlpito para referirse a la intolerancia y la importancia del respeto”, sostuvo Mariaschin.
El problema, como luego sostendría Taiana, fue que el Gobierno no vio ningún rebrote. Además recordó que hubo expresiones en ese sentido del presidente Kirchner y de la titular del Inadi, María José Lubertino.
En relación con esto hubo discusiones respecto de las posiciones argentinas en los foros internacionales, en los que la comunidad judía esperaba un mayor apoyo a Israel. Allí, el canciller explicó que la Argentina actuaba en bloque con los países del Mercosur y que las posturas internacionales se tomaban de común acuerdo. En cuanto al bloque regional, las críticas al venezolano Hugo Chávez y sus posiciones públicas en contra del Estado de Israel también sobrevolaron la conversación. “La política exterior no es transitiva”, fue una de las fórmulas que encontraron los argentinos para no hacerse cargo de las cuestiones de sus aliados.
Otro punto que siempre integra la agenda de estos encuentros fue el estado de la investigación por los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. Los dirigentes judíos reconocieron los avances que el Gobierno había auspiciado al desclasificar documentos de la SIDE, pero “todavía no hemos llegado al fondo de la cuestión”. Se quejaron especialmente del fiscal de la Unidad Especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, de quien esperan hace tiempo que eleve su dictamen al juez Rodolfo Canicoba Corral, incriminando a Irán en el ataque; pero no lo hace. Cristina de Kirchner respondió que el Gobierno también esperaba el pronto esclarecimiento de esta causa, “pero no podemos meternos en los plazos de la Justicia”.
Sin discusiones pero tampoco sin mayores avances concluyó el encuentro. Evelyn Sommer, la representante de las mujeres sionistas, se mostró agradecida porque aseguró que nunca había estado en un encuentro con visitantes de otros países que les dedicaran tanto tiempo y atención. No todos los dirigentes quedaron tan conformes.
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