Lionel Messi volvió a demostrar por qué es uno de los jugadores argentinos con mayor proyección. El santafesino fue la figura del clásico español y marcó tres goles –uno en tiempo de descuento– en el empate 3-3 entre Barcelona y Real Madrid, que se disputó en el Camp Nou. Fernando Gago y Gonzalo Higuaín fueron titulares en el conjunto madridista. De esta manera, el conjunto catalán, por momentos claramente superado por su rival, sumó un punto y comparte la cima de la tabla junto a Sevilla, que hoy jugará ante el Gimnástic.

Una lesión a fines de 2006 lo alejó de las canchas por tres meses. Esa no fue la única mala noticia que recibió Barcelona: poco después el camerunés Samuel Eto’o corrió la misma suerte y debió abandonar el equipo. Entonces fue el momento de Javier Saviola quien, a base de goles, se ganó la titularidad. Pero con la recuperación de Messi, Rijkaard, entrenador de Barcelona, no dudó y optó por devolverle al rosarino su lugar.

Ayer, el argentino le devolvió con goles su decisión y fue la máxima razón para explicar por qué Real Madrid no ganó el partido de manera abultada. Es que el conjunto madridista salió con un planteo ofensivo y, a los 5 minutos, se puso en ventaja: Ruud Van Nistelrooy aprovechó un error de Thuram y marcó el primer tanto del clásico. Apenas seis minutos tardó el local en reaccionar: Messi se asoció a Eto’o y con un remate cruzado marcó la igualdad. Pero no hubo tiempos para festejos: Guti fue derribado en el área y Van Nistelrooy cambió la falta por gol.

De a poco, Ronaldinho se puso al mando del circuito creativo del local y comenzó a enloquecer a Gago y Torres. De una jugada del brasileño llegó el nuevo empate: Casillas despejó un remate de Ronaldinho y Messi aprovechó el rebote para decretar la igualdad. Ramos, de espaldas al arco, peinó un centro de Guti y marcó el tercer tanto para el visitante, que hasta ese momento manejaba el trámite del encuentro. Pero en tiempo de descuento, cuando parecía que el clásico tenía dueño, Messi recibió un pase de Ronaldinho, gambeteó a Ramos y sacó un zurdazo cruzado para decretar la igualdad. Y sobre todo, para recibirse de ídolo.