La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, continuará al frente de la entidad hasta 2021, con nuevo mandato de cinco años. La funcionaria del organismo internacional fue la única candidata en el proceso de selección para dirigir la institución. Lagarde conduce el Fondo desde 2011, en un período en el cual la crisis financiera internacional continuó en los países de la Zona Euro y la principal herramienta de política económica recomendada por la entidad para el Viejo Continente fue el ajuste fiscal para hacer frente a la carga de intereses de deuda pública. El caso de Grecia es el más resonante, una economía con una tasa de desocupación de dos dígitos en la cual el FMI insistió en recortar salarios y reducir el gasto estatal para afrontar los pasivos financieros con acreedores externos. Los anteriores jefes del Fondo Rodrigo Rato y Dominique Strauss-Kahn solo estuvieron un período en la gestión, en el cual Strauss-Kahn no logró cerrarlo debido a que tuvo una salida forzada por denuncias asociadas con delitos sexuales.

“El período para presentar candidaturas para la posición del próximo director gerente se cerró el miércoles 10 de febrero. Un candidato, la actual directora gerente Christine Lagarde, ha sido nominado. Ahora resta completar el proceso de selección”, menciona un comunicado del FMI. El próximo 3 de marzo se espera que se haga la designación formal de la reelección de Lagarde al frente del organismo de crédito internacional. En esta nueva candidatura, la funcionaria obtuvo apoyo mayoritario de los países miembros de la entidad, en donde se destacó el visto bueno de Rusia, que en 2011 había desaprobado a Lagarde. Ese año la directora de la institución compitió contra el economista mexicano Agustín Carstens, que en la actualidad se ubica al frente del Banco de México.

El Fondo Monetario es una entidad internacional creada en la posguerra, con la meta de coordinar acciones macroeconómicas para la recuperación de los países después del conflicto bélico y regular la arquitectura financiera global para evitar procesos de fuerte inestabilidad con fuerte caída del empleo y la producción. Con el paso de los años, este objetivo capital de la entidad perdió preponderancia y la institución adquirió un nuevo rol: imponer procesos de ajuste a países emergentes a cambio de endeudamiento. En los noventa, el organismo de crédito jugó un papel relevante para difundir en Latinoamérica los principales puntos del Consenso de Washington, un manual neoliberal acerca de lo que deben hacer las economías no desarrolladas, el cual incluye la flexibilización laboral, la contracción del aparato estatal, la venta de empresas públicas y la apertura indiscriminada del comercio.