Viernes, 12 de febrero de 2016 | Hoy
ECONOMíA › CRISIS DE CONFIANZA EN LA BANCA EUROPEA. DERRUMBE DE LOS MERCADOS ANTE EL RIESGO DE UN NUEVO CRAC FINANCIERO
La incertidumbre sobre la solvencia de los bancos europeos volvió a impactar sobre las bolsas del continente. Deutsche, Commerzbank, Société Générale y las bancas de Italia y España en general, las más castigadas. Temor a una crisis sistémica.
Por Raúl Dellatorre
La banca europea volvió a ser el factor detonante de un nuevo golpe a la confianza a los mercados bursátiles del Viejo Continente. En lo que algunos presumen como el principio de un nuevo episodio de la crisis financiera iniciada en 2008, ayer se asistió a un nuevo derrumbe generalizado en las cotizaciones que afectó a los centros financieros de Europa que también tuvo repercusión en Wall Street y, por supuesto, en los mercados emergentes. El dato relevante es que son los grandes bancos quienes traccionan la caída: a la desconfianza de días anteriores en la suerte que pueden correr los bancos alemanes, ayer se sumó la incertidumbre sobre la situación de la banca italiana en su conjunto, y del grado de solvencia que puedan mostrar las entidades francesas ante las secuelas de una nueva crisis de deuda y fuga de capitales. La huida de los inversores se vio retroalimentada por una nueva caída en el precio del petróleo, cuya cotización en Texas descendió a su nivel más bajo desde mayo de 2003, hasta 26,21 dólares por barril. Sólo en esta semana, acumula una baja de 4,75 dólares.
No se trata sólo de “desconfianza” o “malhumor de los mercados”, que es la forma en que suelen referirse los analistas a estas huidas del capital. Esta vez, los riesgos y temores se asientan en problemas “reales”. La banca europea está altamente expuesta a la suerte del ajuste que se aplica en Grecia desde 2011 en forma continua, pese a que se sucedieran en el gobierno de ese país una gestión socialista, otra conservadora y la actual de un partido de izquierda. Las autoridades de la Comisión Europea y el FMI impulsan una profundización de recortes, avanzando sobre el sistema de pensiones, mientras decenas de miles de manifestantes ocupan las plazas principales del país repudiando esas medidas. La reforma prevista casi cuadruplica el aporte al sistema de seguridad social de autónomos y agricultores. Estos últimos tienen previsto ocupar durante al menos dos días, a partir de hoy, la plaza Syntagma de Atenas, frente al Parlamento, en una protesta de la que participarán productores que arribarán desde todo el país, por tierra o por ferry.
Deutsche Bank registró ayer un descenso del 6 por ciento en su cotización, que empalideció el rebote de la acción del miércoles, habiendo perdido casi la mitad de su capitalización bursátil en pocas semanas. Commerzbank, el segundo banco en importancia, perdió 6,57 por ciento en la jornada. En la Bolsa de París, los papeles de Crédit Agricole cayeron 6,6 por ciento, mientras que los de BNP Paribas lo hicieron en 6 por ciento.
Société Générale (SG) vio desbarrancar su precio en un 12,57 por ciento, apenas por encima de la caída de Ubi Banca, de Italia, del 12,11 por ciento. Otras cuatro entidades financieras de la península observaron caídas superiores al siete por ciento. Ayer, la justicia italiana declaró además insolvente a Banca Etruria, rescatada por el gobierno en noviembre. Los temores sobre la situación del principal banco alemán se arrastran desde hace por lo menos seis meses, pero se recalentaron desde el inicio del este año por la prevención de que no pueda afrontar el vencimiento se intereses que debe pagar en abril. Por su parte, la publicación de los resultados del banco francés SG suscitó nueva incertidumbre. Aunque los beneficios del ejercicio 2015 ascendieron a 4001 millones de euros, el abandono de la meta de alcanzar una rentabilidad del 10 por ciento sobre sus fondos propios en 2016 provocó el hundimiento de la acción. En España, la performance negativa se vio reflejada en los descensos de Bankia (7,64 por ciento), BBVA (7,14), Santander (6,87) y CaixaBank (6,74 por ciento).
La banca italiana no logra salir del pozo de la desconfianza, alimentada por su alta morosidad y dudosa solvencia. El gobierno de Matteo Renzi aprobó ayer un decreto ley para poner en marcha un mecanismo de alivio a los bancos, a través de la absorción de los créditos morosos. El decreto prevé la creación de un “esquema de garantías”, una especie de “banco malo” que les permita a los bancos deshacerse del peligro de incobrabilidad. El decreto, según explicó el gobierno, tiene como objetivo reforzar el sistema bancario y hacerlo más resistente a las posibles situaciones de riesgo. En cambio, en los mercados se lo interpretó como el reconocimiento de la profundidad de la crisis de la banca italiana y, en consecuencia, de su vulnerabilidad, sin mucha confianza en que las medidas de urgencia puedan salvarla.
Las normas de regulación que intenta poner en marcha la Unión Europea parecen llegar tarde. Incluso en Alemania, la economía más fuerte del continente, se teme que los mayores bancos no puedan afrontar los elevados costos que supone el aumento de capital obligatorio para cubrir riesgos.
El triunfo del año pasado sobre el ala izquierda del partido Syriza, en Grecia, para llevar al primer ministro Alexis Tsipras a suscribir la prolongación del ajuste con Bruselas, ahora parece volverse sobre los países mas poderosos, a través de la fragilidad de sus bancos. Mientras tanto, la sombra de Lehman Brothers sobrevuela las capitales europeas.
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