Domingo, 2 de julio de 2006 | Hoy
ECONOMíA › UNA ENCUESTA SOBRE MAÑAS Y PECADOS NACIONALES
Una absoluta mayoría dice que se contrata en negro, se maneja sin importar las reglas, no se pide factura, se fuma en lugares prohibidos, se coimea a policías, se miente en los impuestos y se compran cosas robadas. Una foto con decimales de la parte más negra de nuestro Ser Nacional.
Por Maximiliano Montenegro
Los hinchas argentinos haciéndose pasar por minusválidos en sillas de rueda para ingresar gratis a un partido de la Selección en Alemania son una metáfora del Ser Nacional. Si hay una camiseta que identifica a ese ser argentino es la que lleva estampada la palabra “transgresión”. La AFIP recibió semanas atrás la segunda encuesta encargada por el organismo para evaluar las actitudes de los argentinos ante toda clase de normas. Resulta que la mayoría reconoce que no pide factura al efectuar una compra, y un porcentaje apenas menor que suele mentir en sus declaraciones de bienes o ganancias. Entre el 80 y 90 por ciento de los entrevistados confiesa como comportamiento “frecuente” la “violación de normas de tránsito”, el “fumar en lugares prohibidos” y el “arreglar con un policía para evitar una multa”. Por si fuera poco, el 65 por ciento admite que no dudaría en “comprar algo aun sabiendo que es robado” o en “simular una enfermedad para no ir a trabajar”. En contraste, el valor que todavía rescatan los argentinos a la hora de mirarse como colectivo social es la solidaridad.
La Administración Federal de Ingresos Públicos encomendó el estudio a Aresco, la consultora de Julio Aurelio. En el 2004, Aresco había realizado un primer relevamiento y unas semanas atrás entregó la segunda versión de alcance nacional, actualizada con los últimos datos de 2005. El titular del organismo, Alberto Abad, considera que el grave problema de la evasión en Argentina –todavía muy superior a las tasas de los países del Primer Mundo, pero también en relación a países de similar desarrollo económico, como Chile– responde a cuestiones culturales, enraizadas en las costumbres de los argentinos. De ahí que la metodología de recaudación de la AFIP se distinga del estilo acuñado por Santiago Montoya, a quien desde el organismo critican por la espectacularidad de sus operativos para perseguir evasores y ponen en duda su efectividad.
El lema del recaudador nacional es “por una nueva cultura tributaria”. Con la intención de modificar esos hábitos, la AFIP ya implementó programas de educación tributaria en las escuelas, promocionó un juego de mesa para niños con el fin de inculcar la importancia de que los papis paguen los impuestos, y acaba de llamar a una licitación para la creación de un videogame, llamado “La gran aventura”, apuntando a adolescentes y jóvenes: el jugador es un inspector fiscal que debe descubrir fraudes y estafas cometidos por grandes empresas.
La encuesta en poder de la AFIP sobre el comportamiento de los argentinos confirma que la “cultura de la transgresión” o la “cultura de la ilegalidad” cala hondo en el país. Los resultados son los siguientes:
- El 86,9 por ciento de los entrevistados piensa que es “frecuente” la contratación de personal en negro en Argentina; el 80,6 por ciento dice que habitualmente no se pide factura; y el 66,7 por ciento cree que es algo común que los argentinos mientan en sus declaraciones de bienes y ganancias.
- El 90,6 por ciento admite como frecuente la violación de normas de tránsito; el 79,6 de los fumadores reconoce que fuma en lugares prohibidos; y el 76,2 por ciento admite que arreglaría con un policía con tal de evitar una multa.
- El 66 por ciento dice que compraría algo aun sabiendo que es robado. Y el 64,4 por ciento simularía una enfermedad para no ir a trabajar.
En línea con las respuestas anteriores, los consultados les adjudican al colectivo social “argentinos” más defectos que virtudes. El 69,4 por ciento de los entrevistados –por supuesto todos argentinos– cree que los argentinos son “poco o nada honestos”. El 60,7 por ciento dice que son “poco o nada conscientes de sus deberes y obligaciones”. Y el 87,4 afirma que los argentinos son “poco o nada cumplidores de las leyes”.
El único atributo que se rescata es el de la solidaridad. El 59,7 por ciento sostiene que los argentinos son “solidarios”. Nótese la contradicción entre una sociedad que se rehúsa a pagar impuestos, pero se considera a sí misma solidaria. Se supone que los impuestos son un mecanismo de redistribución de ingresos de los que más tienen a los más pobres, al financiar planes sociales, hospitales públicos y escuelas. Como atenuante, alguien podría argumentar que en Argentina la propia estructura tributaria basada en impuestos al consumo es la que genera inequidades, que no logran ser salvadas por un gasto público con demasiadas “filtraciones” como para llegar a quienes más lo necesitan.
En tren de pensar en “soluciones para que se cumplan más las normas y leyes”, el 50,6 por ciento responde que “hay que mejorar la educación en todos los niveles”; el 32,4 por ciento estima que “hay que mejorar el funcionamiento de la Justicia”; y sólo el 7 por ciento considera que “hay que perseguir y hacer públicos a quienes no cumplen”. Según este último dato, la mayoría de la gente coincidiría con la idea de que lo importante es modificar, con tiempo y paciencia, la “cultura de transgresión”, como defienden en la AFIP, antes que perseguir evasores y escracharlos públicamente como pregona Montoya. Sin embargo, también podría interpretarse esta respuesta como una avivada argentina más: los que confiesan violar todas las normas son los mismos que después dicen que la solución no pasa por hostigar a los incumplidores.
La encuesta de la AFIP no menciona nada sobre otra de las expresiones típicas del Ser Nacional. El viernes no eran pocos los que opinaban que el problema fue que el referí inclinó la cancha para el lado de los alemanes.
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