Domingo, 21 de octubre de 2007 | Hoy
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, sostuvo que el estado de las finanzas del FMI es “insostenible” y deberá recortar sus gastos.
La cancelación anticipada de sus deudas con el FMI por parte de Argentina, Brasil y otros países emergentes resultó un golpe demoledor para el organismo. Lo puso en una situación de crisis que no consigue superar. El problema es que el Fondo ya no cobra los intereses de esos préstamos, que constituían la base de su subsistencia. Y tan grave como ello –desde el punto de vista de Washington– es que la entidad se quedó prácticamente sin función. Ya no puede ser el gendarme de los países ricos que le dice a las naciones en vías de desarrollo cómo deben actuar, y está claro que sus autoridades no tienen poder ni voluntad para inspeccionar a las economías desarrolladas. En conclusión, el propio secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, avisó ayer que el FMI deberá hacer un “serio ajuste de gastos”.
Rodrigo Rato, el saliente director gerente del Fondo, se negó en los últimos dos años a recortar la monumental estructura burocrática de la institución. Fue paradójico, porque al mismo tiempo el economista español recomendó a los países emergentes que redujeran sus gastos cada vez que pudo. Sobre Argentina, repitió que su plan económico no era “sustentable”. Sin embargo, lo que no parece sustentable es el modo en que condujo la entidad, por lo menos, de acuerdo con la visión de Paulson.
“Las finanzas del FMI son insostenibles”, alertó. “Es tiempo de arremangarnos en el frente de los gastos”, agregó, para luego recomendar al francés Dominique Strauss-Kahn, quien el 1º de noviembre asume como nuevo titular del FMI, que encare una “rápida reforma” del organismo. “Debe ser una prioridad temprana”, le aconsejó. A pesar de que el director gerente del Fondo es tradicionalmente europeo, Estados Unidos es el país con mayor poder de voto, con lo cual su influencia es determinante.
Paulson aseguró que Estados Unidos propicia una modificación en el sistema de representación de los distintos países dentro del organismo, tal como reclaman las naciones emergentes (ver nota aparte). Sostuvo que el nuevo mecanismo de votación debe “reflejar las realidades de una economía global en evolución”. “Las cuotas deben ser ajustadas de manera significativa para darle mayor peso a los dinámicos mercados de las economías emergentes”, sostuvo, aunque se verá en los próximos días si es una declaración de compromiso o existe verdadera voluntad de cambio. El G-7, que nuclea a las naciones más poderosas (Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón, Italia y Canadá), también se pronunció por un cambio en esa dirección.
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