Viernes, 5 de diciembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE ELECTO DE EE.UU. SE LO DIJO AL MANDATARIO IRAQUI NURI AL MALIKI
El Consejo Presidencial iraquí aprobó el plan de retirada de tropas antes del 2011 que propuso el gobierno de Bush. Obama dijo que respetará la soberanía de ese país y que juntos combatirán al terrorismo internacional.
El presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, prometió al jefe de gobierno iraquí, Nuri al Maliki, una “retirada responsable” de las tropas estadounidenses de su país. El Consejo Presidencial integrado por el presidente Yalal Talabani y sus dos vicepresidentes, el sunnita Tarek al Hachemi y el chiíta Adel Abdel Mahdi, aprobó ayer el acuerdo que permitirá a las tropas estadounidenses permanecer en Irak hasta fines de 2011.
Obama se comunicó telefónicamente con el primer ministro iraquí el miércoles por la noche y le aseguró que juntos combatirán el terrorismo y que está dispuesto a respetar la soberanía de Irak y la unidad de sus tierras. Por su parte, Maliki declaró que las relaciones entre Estados Unidos e Irak comenzaron “una nueva fase” con la reciente aprobación del acuerdo para la retirada de las tropas extranjeras. Maliki logró el respaldo del Parlamento a un acuerdo con Estados Unidos sobre los términos y los plazos de la retirada de los ejércitos extranjeros de Irak. El jefe de gobierno se está confirmando como un dirigente crucial para Irak. El acuerdo parlamentario que propició constituye la más importante afirmación de la soberanía iraquí desde el inicio de la invasión, un gesto que constituye la condición necesaria para la reconstrucción política del país.
Tras largos debates, el Parlamento iraquí finalmente aprobó el acuerdo negociado con Washington, que regula las disposiciones de poder y los deberes de las tropas internacionales en Irak al término del mandato de la ONU, el 31 de diciembre. El acuerdo fue confirmado oficialmente ayer por Al Maliki y los dos vicepresidentes.
En un comunicado emitido ayer, el embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, y el comandante en jefe del ejército estadounidense en este país, general Raymond Odierno, expresaron su satisfacción por la aprobación del pacto de seguridad con Irak, ratificado ayer. La embajada y el mando militar estadounidense en Irak “empezarán inmediatamente a aplicar los acuerdos con sus socios iraquíes”, después del intercambio de mensajes diplomáticos entre los dos países. “Tomaremos iniciativas para fortalecer nuestra cooperación en los ámbitos económico, energético, sanitario, medioambiental, educativo, cultural y para la aplicación de la ley”, indica el texto.
Además, las autoridades de Estados Unidos desean que “prosiga la reducción de las tropas estadounidenses desplegadas en Irak, así como la normalización de las relaciones bilaterales como dos naciones iguales y soberanas”. Por otra parte, “Estados Unidos apoyará la petición de Irak al Consejo de Seguridad de la ONU para continuar la protección de los recursos iraquíes”, agregó el texto.
El acuerdo entrará en vigor el 1º de enero de 2009 y está previsto que se celebre un referéndum el próximo 30 de julio para que los iraquíes se pronuncien sobre este pacto, que regulará la presencia de los 150.000 soldados estadounidenses que quedan actualmente en Irak. Aunque el convenio fija la retirada definitiva de las tropas norteamericanas antes de fines de 2011, especifica que su presencia en las calles iraquíes debe limitarse antes de que termine el primer semestre de 2009.
Por otro lado, un grupo de oficiales militares retirados que se oponen a las duras técnicas sancionadas por la administración Bush se reunió ayer con miembros del equipo de transición de Obama para que la próxima administración establezca una única norma internacionalmente aceptada para el trato de los detenidos por todas las agencias del gobierno de Estados Unidos.
El grupo de casi 50 oficiales y almirantes retirados se opone a las técnicas de interrogación como el submarino, que ellos describen como torturas y que han sido utilizadas por la CIA durante los interrogatorios de los sospechosos de Al Qaida. El presidente Bush vetó una legislación que hubiera obligado a la CIA y otras agencias a aceptar los métodos de interrogación establecidos por unas pautas creadas por el ejército.
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