Domingo, 13 de enero de 2008 | Hoy
El líder conservador de la oposición española se posicionó para las elecciones de marzo con durísimas declaraciones en un reportaje concedido a la radio de la Iglesia española, durante el cual cargó contra el laicismo y la Ley de Memoria Histórica.
Por Oscar Guisoni
Mariano Rajoy comenzó ayer a despejar las incógnitas en torno de cuáles serán los principales ejes de su campaña electoral de cara a las elecciones presidenciales del próximo 9 de marzo. En una extensa entrevista concedida a la radio del Episcopado español, Cadena COPE, el líder conservador manifestó su intención de deshacer parte de la reforma educativa llevada a cabo por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y manifestó el disgusto que le produce la llamada Ley de la Memoria Histórica, a pesar de que reconoció no tener una decisión tomada acerca de si conviene derogarla o no, en el supuesto caso de que el Partido Popular gane los comicios. “Desde luego no tengo ningún interés en que esa ley esté en vigor y, por tanto, me gustaría que no se hubiera aprobado”, afirmó, evitando una definición más tajante sobre el tema.
En sintonía con el candidato conservador, Manuel Fraga Iribarne, uno de los históricos del PP que fue incluso ministro del dictador Francisco Franco, se pronunció ayer también a favor de revisar la ley que permite el matrimonio homosexual, una cuestión que Rajoy prefirió eludir en su entrevista, con una evasiva elegante. “Hay algunas cosas que sin duda alguna habrá que deshacer y otras que no”, le dijo al insistente Federico Jiménez Losantos, el periodista ultraconservador que desde los micrófonos de la radio episcopal difundió en su momento las teorías conspirativas en torno a la participación de ETA en los atentados del 11 de marzo de 2004 atribuido por la Justicia al terrorismo islámico y que se ha ganado la fama de ser la bestia negra mediática del gobierno socialista.
Las declaraciones de Rajoy a la COPE se producen en una semana decisiva para el Partido Popular. Esta semana concluyó la reunión del comité asesor del PP que comenzó en la localidad de Sigüenza, Guadalajara, convocada para decidir el programa con el que los conservadores pretenden ganar las presidenciales, y el próximo 17 se conocerá la composición de las listas electorales del partido, uno de los secretos mejor guardados de la campaña y que esconde la sorda lucha por la sucesión al propio Rajoy en el caso de que los populares pierdan la contienda.
El anticipo del deseo de Mariano Rajoy de modificar la controvertida ley de educación que introdujo la asignatura de Educación para la Ciudadanía, en plena sintonía con la jerarquía eclesiástica que la acusa de difundir valores laicos como el respeto a la unión entre personas del mismo sexo, hace prever la redacción de un programa electoral donde los neocons españoles ganarán la partida al ala centrista del partido encarnada en la figura del actual alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. De hecho, una de las principales incógnitas que rodean la elaboración de las listas electorales, que en España se hacen sin que medien elecciones internas de los partidos, es si Rajoy avalará o no la pretensión de Gallardón de ser candidato a ocupar una banca de diputado. Un paso considerado indispensable para sus aspiraciones políticas, ya que nadie ha presidido nunca el PP sin antes pasar por el Congreso nacional.
Gallardón goza de mejor imagen que Rajoy y es, desde hace años, la gran esperanza blanca del PP en su intento hasta ahora frustrado de aparecer ante la opinión pública como un partido de centro. Pero el alcalde madrileño tiene demasiados enemigos internos como para lograrlo. Empezando por la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ha vetado la inclusión de Gallardón en las listas a pesar del evidente tirón electoral que le otorgan a éste las encuestas. Aguirre pretende también quedarse con el trono si Rajoy, como anuncian hasta ahora los principales sondeos electorales, no logra vencer a Zapatero. Pero su condición de presidenta de una comunidad (una figura similar a la de nuestros gobernadores) le impide optar a una banca en el Congreso. Y si ella no puede estar pretende que tampoco esté su principal rival interno.
Los esfuerzos de Rajoy por aparecer como un candidato centrista no terminan de cuajar. Según fuentes del PP consultadas por Página/12, sus asesores le han sugerido incluso que apartara a sus dos principales laderos en el partido, Angel Acebes y Eduardo Zaplana, fieles exponentes de la derecha más dura del PP y que han sido en su día ministros del ex presidente José María Aznar. Si los neocons logran mañana cerrar un programa electoral en demasiada sintonía con las posiciones de los obispos más conservadores de la Iglesia, que desde hace días se hallan también inmersos en su particular campaña electoral contra el Partido Socialista, las esperanzas de Mariano Rajoy por conquistar el indispensable electorado de centro se habrán diluido definitivamente.
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