Desde Madrid

José Luis Rodríguez Zapatero reclamó al nuncio de la Santa Sede en España, Manuel Monteiro de Castro, el respeto de la jerarquía eclesiástica al Estado, tras los desencuentros surgidos en el último mes y medio. Durante la cena que compartieron el jueves en la Nunciatura, el presidente del gobierno persiguió reforzar la relación con el Vaticano pero con el restablecimiento del respeto mutuo que se deben dos Estados. Zapatero lamentó las “injerencias” de la Conferencia Episcopal Española en la soberanía de la política del gobierno de España.

La reunión se alargó tres horas y a su final, el presidente comentó que habían hablado de “lo divino y lo humano” en un clima “muy cordial” y que habían reafirmado su “predisposición al diálogo”. En definitiva, lograron el objetivo que se había propuesto de “limar asperezas”. Ambos dieron un repaso a las últimas desavenencias con la jerarquía eclesiástica española. Zapatero recordó expresiones de los obispos que, a su juicio, desbordan sus competencias. Por un lado, el ataque de los cardenales Agustín García-Gasco y Antonio Rouco Varela al afirmar que algunas de las leyes promovidas por el gobierno socialista disolvían la democracia. Ocurrió en la concentración por la familia cristiana celebrada en la madrileña Plaza de Colón el pasado 30 de diciembre. La otra expresión de su malestar procedió de la nota de la Conferencia Episcopal dirigida a los votantes católicos con motivo de las elecciones del 9 de marzo, en la que, a juicio de Zapatero, se injería en competencias del Estado al criticar, de modo inédito, la “negociación política” con ETA, así como la inclusión de la Educación para la Ciudadanía como asignatura en la enseñanza. Ambas críticas de la jerarquía eclesiástica coincidían con aspectos clave de la política de oposición del Partido Popular, lo que llevó a concluir al PSOE que los obispos apoyaban al primer partido de la oposición.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.