Las Madres se van yendo. Chela era una amiga y una mujer que, a la vez de formar un todo con Emilio, tenía su propio carácter y visión de las cosas. Una visión inteligente de las cosas. Recuerdo que ella y Emilio tenían una manera bastante divertida de relacionarse. Era común que ella, disimuladamente, le mostrara el reloj cuando él estaba hablando con alguien, ya que siempre tenía una audiencia dispuesta a escucharlo con atención. Cuando ella le mostraba el reloj, él, sin ningún disimulo, decía en voz alta “Sí, mi querida”. Era un juego que tenían. El CELS se fundó en su casa. Chela estaba siempre, conocía todo lo que pasaba, era muy emprendedora, eficiente y capaz. Vivió con mucho dolor la separación de las Madres de Plaza de Mayo que terminó con la creación de las Madres Línea Fundadora. Ella fue de las primeras en irse y a pesar de que las diferencias eran importantes, Chela lo sintió como una gran pérdida. Llevó con mucha entereza la muerte de Emilio, pero eso la atacó definitivamente. La atravesó. Después de esa pérdida, se ocupó de ordenar los papeles suyos y de Emilio. Dejó su legado. Chela y Emilio compartían un espíritu muy religioso. Era lindo estar cerca de ellos porque tenían fe: en la vida, en lo que hacían y en la gente.