EL PAíS › LA PRESIDENTA INICIó SU VISITA A RUSIA CON UNA ENTREVISTA A PUTIN Y HOY ANUNCIARá UN ACUERDO DE ASOCIACIóN ESTRATéGICA

En el Kremlin de los zares y bolcheviques

Se pondrá fin al requerimiento de visado entre Rusia y la Argentina. La Presidenta se reunirá hoy en el Kremlin con el presidente Dmitri Medvedev para firmar el acuerdo de asociación estratégica. Buscan ampliar las exportaciones.

 Por Fernando Cibeira

Desde Moscú

La presidenta Cristina Kirchner y el primer ministro y hombre fuerte del gobierno ruso, Vladimir Putin, hicieron todos los gestos necesarios para que la relación entre ambos países diera ese “salto de calidad” al que se habían comprometido. En su esfuerzo, Putin llegó al piropo. “Usted sigue siendo la primera dama”, halagó a la Presidenta, queriendo decir que era algo así como la número uno. Más allá de estos avances, Cristina Kirchner anunció que se pondrá fin al requerimiento de visado a los argentinos para viajar a Rusia y que hoy firmará un acuerdo de asociación estratégica cuando se reúna en el Kremlin con el presidente Dmitri Medvedev. En cuanto a lo político, en ambas comitivas aseguraron que hoy Argentina y Rusia tienen una visión compartida del escenario internacional post-crisis en la que pregonan el fin de la unilateralidad y reclaman mayor espacio para los países emergentes.

En el primer tramo del encuentro entre Cristina Kirchner y Putin se permitió el acceso de la prensa, algo inédito para las costumbres argentinas. El escenario fue el Salón de Oro de la Casa de Recepción del gobierno, decorado en distintos tonos de amarillo, naranja y dorado. Una guarda de motivos romanos unía las paredes y el techo. La elegancia en el estilo de la vieja Rusia a veces puede pasar por recargado. Los mandatarios se sentaron frente a frente a una mesa ovalada, acompañados por seis personas, incluyendo traductores. Del lado argentino: el canciller Jorge Taiana, el ministro de Planificación Julio De Vido, la de Producción, Débora Giorgi; el embajador en Moscú, Leopoldo Bravo, y el vocero Miguel Núñez.

Arrancó Putin, en un tono de voz más suave de lo que se podría esperar. “Nuestras relaciones económicas siguen desarrollándose de manera positiva, crecieron cinco veces en los últimos años”, recordó el primer ministro, a quien los analistas imaginan en breve de nuevo ocupando la presidencia. Habló de las “oportunidades nuevas” que se abrían en la relación en campos de común interés como “la energía nuclear”.

Cristina Kirchner habló más fuerte y más extenso. Mencionó el “gran honor y el gran placer de visitar por primera vez a la madre Rusia”, aunque enseguida –en un gesto que pareció premeditado– se corrigió. Recordó que había estado en una anterior ocasión pero que no se habían podido encontrar en el aeropuerto de Moscú por “diferencias de horarios”. Se comentaba que aquel plantón –Putin fue a esperar a Néstor y Cristina Kirchner en una escala del viaje que realizaban a China en 2004, pero se marchó luego de esperarlos dos horas– había molestado al ruso. Pero si lo recordaba, ayer no lo demostró: no hizo ningún gesto durante las palabras de la Presidenta y mientras ella hablaba él alternaba observándola y mirándose sus manos. Cristina Kirchner aprovechó el encuentro para hacerle una invitación formal para que Putin visite la Argentina.

“Es un invalorable gesto de amistad para los argentinos”, consideró ella la eliminación del pedido de visado, una costumbre que mantienen varios países de la ex zona comunista. La visa generaba pérdida de tiempo y dolores de cabeza a las embajadas, cuyos funcionarios ayer celebraron la decisión. Aseguraban que sin esa traba el tránsito entre los países se volverá mucho más fluido.

Oportunidades de negocios

En el origen del viaje de la Presidenta a Moscú está la búsqueda de ampliar las exportaciones argentinas a las economías emergentes, que parecen haber sentido menos la crisis financiera que los países desarrollados. Como resaltó Putin, el comercio bilateral creció geométricamente en los últimos años y a ojos argentinos da para mucho más: de los 160 mil millones de dólares que Rusia importa al año, apenas 780 millones son argentinos, con preponderancia de los productos alimentarios. Sin embargo, en cada intervención, la Presidenta se preocupó en resaltar que más allá de los objetivos económicos estaban también los políticos. “El regreso de Rusia al escenario internacional es para nosotros –y creo que para el mundo– una nueva noticia de un mundo que necesita que no sea unipolar, que nos ha traído muchos dolores de cabeza tanto en materia de seguridad como en materia de certezas económicas”, le dijo a Putin.

“Vemos el mundo de la misma manera”, apoyaría, entusiasta, el embajador ruso en Argentina, Yuri Korchagin, horas más tarde, luego de que la Presidenta hablara en el cóctel que sirvió de cierre a las rondas de negocios que arrancaron desde el domingo y que, entre otras cosas –fue el ejemplo que eligió Cristina Kirchner– le permitió a la empresa Campo del Tesoro cerrar un acuerdo para empezar a vender 300 toneladas por mes de hamburguesa a Rusia a partir de enero. Entre las mesas se veía al titular de la UIA, Juan Lascurain, el de Aeropuertos 2000, Eduardo Eurnekian, y el de TBA, Claudio Cirigliano.

“La crisis nos obliga a las economías emergentes a plantear la modificación de los organismos multilaterales que den cuenta de este nuevo panorama. El futuro ha llegado y hemos decidido hacernos cargo de él”, cerró la Presidenta.

Reposicionada como potencia energética, Rusia quiere volver a tallar en América latina. Quedó demostrado con la reciente gira que el presidente Medvedev realizó por la región, que incluyó a Perú, Venezuela, Brasil y Cuba. También por el recibimiento que tuvo la presidenta argentina en esta breve visita que culminará hoy.

Luego de un vuelo de 15 horas y una diferencia horaria de otras cinco, el avión que trajo a la Presidenta aterrizó en Moscú pasado el mediodía. La impresión de la comitiva fue intensa: pasaron de los treinta y pico grados de temperatura de Buenos Aires al cero grado de Moscú, además de la lluvia y los campos cubiertos de nieve de la noche anterior. Con la cara enrojecida, los soldados rusos aguardaron estoicos el arribo de la visitante y los himnos de rigor. La Presidenta partió directo hacia la ciudadela fortificada que es el Kremlin, con iglesias, museos y edificios públicos. Por las calles interiores sólo se veían turistas y unos pocos autos oficiales. En la misma residencia quedaron alojados los ministros que la acompañaron. En cambio, los gobernadores de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y el de Mendoza, Celso Jaque, se quedaron en el hotel Metropol, vecino a la Plaza Roja, con el resto de la comitiva.

El viaje de la Presidenta debió retrasarse por la muerte del patriarca de Rusia, Alexis II. El traslado desde el aeropuerto casi coincidió con el traslado de los restos de quien fuera el jefe de la Iglesia Ortodoxa y un buen amigo de Putin. Cristina Kirchner resolvió no retrasar su retorno, así que la visita quedó reducida sólo a Moscú –originalmente incluía también San Petersburgo– y concluirá hoy mismo.

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Cristina Fernández en el Salón de Oro de la Casa de Recepción del gobierno ruso.
Imagen: Télam
 
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