Viernes, 18 de diciembre de 2009 | Hoy
EL PAíS › PERFIL BAJO, NO HABLO DE POLITICA
Después de provocar una tormenta política en Buenos Aires, Arturo Valenzuela, el hombre de Barack Obama para América latina, cruzó el Río de la Plata con pie de plomo. Habló poco y cuando lo hizo trató de no decir mucho. Se reunió con miembros del gobierno de Tabaré Vázquez, con el presidente y el vice electos, José Mujica y Danilo Astori, y con empresarios locales. Al final de la jornada, la embajada norteamericana en Montevideo le ofreció un cóctel y pudo saludar a la primera plana del Frente Amplio y de la oposición. “No quiso hablar de la reunión con el presidente electo, pero sí nos garantizó que quedó muy conforme”, le dijo a este diario un hombre cercano a Mujica que anoche participó de la recepción.
La visita de Valenzuela a Uruguay apenas si atrajo la atención de los medios locales. Anoche los noticieros y los diarios relegaron como cuarta y hasta quinta noticia del día al primer encuentro entre el presidente que asumirá en marzo próximo y el máximo representante norteamericano para América latina. Lo que en Brasilia y Buenos Aires había causado un revuelo político y había abierto un debate sobre las relaciones bilaterales con la mayor potencia mundial, en Montevideo fue prácticamente un trámite.
La reunión con Mujica, su vice Astori y su futuro canciller Luis Almagro, duró poco más de una hora. Al salir del Palacio Legislativo, Almagro, ex embajador en China, se apuró a hacer desaparecer cualquier expectativa. “Fue simplemente una visita de cortesía, de conocimiento mutuo. No se abordaron temas concretos ni de carácter político o comercial”, desestimó. Unas horas antes de la reunión en el Congreso, Valenzuela se había sentado a hablar con dos representantes del gobierno saliente, el canciller Pedro Vaz y el ministro de Defensa, Gonzalo Fernández. Ni el oficialismo uruguayo ni Valenzuela se tomaron un segundo para hacer un comentario sobre ese breve diálogo.
Recién a eso de las 17 (hora local), el subsecretario de Estado para América latina se paró frente a un micrófono. “Estados Unidos tiene una relación excelente con Uruguay. Hay un grado de cooperación muy fuerte y la intención es seguir avanzando en todos los temas de la agenda bilateral”, aseguró a lo largo de un discurso monótono y plagado de lugares comunes de la diplomacia.
De su reunión con Mujica dijo que fue muy cordial y respetuosa. “Fue todo muy amplio, sin una lista de cuestiones concretas”, aseguró, esquivando cualquier definición y coincidiendo con Almagro, el canciller de Mujica. A diferencia de otros países vecinos, el actual gobierno de Tabaré Vázquez mantuvo una muy buena sincronía con la Casa Blanca, aun cuando la habitaba George W. Bush.
Esa química pareció repetirse ayer entre el presidente electo y el enviado de Washington. “Vengo con el espíritu del presidente Obama de mantener un diálogo fluido con los países de América latina”, prometió el funcionario estadounidense. Pero la frase no hizo más que revivir los ecos de su paso por Buenos Aires y, muy a pesar, se tomó un minuto para explicar su advertencia sobre la presunta inseguridad jurídica que impera en la Argentina (ver aparte).
El paso de Valenzuela por Uruguay no fue memorable ni mucho menos, pero sí tuvo un claro mensaje político. Mientras los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández mantienen fricciones evidentes con Wa-shington, el Frente Amplio de Vázquez y Mujica conserva una relación sin sobresaltos ni profundos enfrentamientos con la Casa Blanca.
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