Domingo, 7 de marzo de 2010 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Los vetos de la semana que pasó, los que pueden venir. La deliberación, un reclamo que se archivó. Palomas, halcones y jueces en un repaso veloz. La ley de cheque y el Fondo de Desendeudamiento, un territorio a explorar. Destituyómetros en ristre. Los dilemas del bloqueo mutuo y de su salida.
Por Mario Wainfeld
La secuencia semanal puede ser engañosa, ocurrió de todo en estos días pero nada empezó el lunes. El oficialismo y el arco opositor se endilgan haber provocado la escalada y se eximen de responsabilidades propias. Enumeremos los hechos más recientes.
- El asalto a las comisiones, promoviendo un diseño jamás visto, corregido luego para “pagarle” a Carlos Menem (quien ocupa una banca) en detrimento del espacio conducido por el Frente para la Victoria (que tiene 32 propias y 3 de aliados bastante estables). La proporción impuesta nada tiene que ver con el gap entre 37 y 35.
- El discurso desafiante de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que sólo contuvo, como medida cursada al futuro, un decreto de necesidad y urgencia (DNU) y que incitaba a una réplica enardecida, así más no fuera por el modo en que se presentó.
- La retaliación opositora que incluyó un prejuzgamiento inquisitorial a Mercedes Marcó del Pont, violando todos los plazos reglamentarios, salteando el debate y citándola con una antelación absurda e irrespetuosa.
- La respuesta oratoria de la Presidenta, que incluyó cuestionamientos a sus adversarios políticos y al Poder Judicial, con exceso de generalización. Si la intención era otra que abroquelar a la oposición y a todos los jueces, el discurso fue inadecuado. Si el anhelo era ese, es difícil entender cuál es el rédito de aglutinar tantos antagonistas, incluyendo jueces dignos, que los hay.
El maratón de la semana próxima, agenda armada por la oposición, prevé el tratamiento del DNU (con ánimo de derogarlo), el rechazo del pliego de la presidenta del Banco Central, sin permitirle el uso de la palabra. La Inquisición era más generosa con sus acusados. También la reforma de la coparticipación de la ley de cheque. El objetivo sincero, aunque no explicitado, de la oposición es imponer su propia mayoría, sin dar cabida al oficialismo. Remendar la política económica sin incluir al oficialismo es un abuso de poder. Desfondar las arcas públicas, una irresponsabilidad. El veto presidencial está a la vuelta de la esquina, cabe añadir que –por el modo en que actúa– la oposición lo está buscando. Luego recrudecerán las acusaciones mutuas.
Si nada interfiere en esa acelerada inercia, a mediados de marzo no se habrá avanzado un ápice en la determinación de un mecanismo para honrar los pagos de deuda de 2010, requisito sobre cuya necesidad acuerda el noventa por ciento del espectro político con representación parlamentaria. Habrán caído dos presidentes del Banco Central. Los furibundos debates de un trimestre decantarán apenas en una distribución disfuncional de las comisiones del Senado, un desprestigio creciente y prorrateado de la dirigencia política. El bloqueo mutuo, garantía de suma negativa.
Hacia el fin de semana, varios de los protagonistas reconocían (con más énfasis fuera de micrófono pero en alguna medida on the record) que se les había ido la mano. Algo es algo. Queda por verse cuáles serán el alcance y la traducción concreta de esa, deseable, autocrítica.
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Palomas (I): “Las palomas están en riesgo de extinción”, comenta (atribulado por la política y no por la ecología) un importante dirigente del Frente para la Victoria, que intenta la conservación de esa especie. Los puentes, discurre, están mayormente rotos. No ahorra diatribas a “la oposición”: la avanzada en el Senado trastrocó códigos democráticos respetados durante décadas. También mira en el espejo, cree que fue un error dejar de lado la construcción de un proyecto de ley consensuado para el Fondo de desendeudamiento (Fondes). El de Carlos Verna, evoca, podía pasar. Incluía concesiones a los dos sectores en pugna: divisas del Banco Central para cubrir los compromisos y recursos financieros para las provincias. En el Senado, la aprobación era factible. En Diputados faltaban votos por doquier pero se podía remar, supone nuestra fuente, optimista de la voluntad.
Operadores oficialistas en la Cámara baja miran desde otro cristal. “Acá es imposible negociar nada, nos tratan como a leprosos. Agustín Rossi conversó con (su par, el jefe de la bancada radical) Oscar Aguad, quien se negó a bancar la idea y le sugirió pedirle a Brasil que saliera de garante de nuestra deuda. ¿Se imagina? Los brasileños nos dirían lo obvio: que la paguemos nosotros, que tenemos más de 50.000 millones de reservas.” El centroizquierda, menea la cabeza el contertulio de este diario, “evita hasta un encuentro cara a cara, temen a su propia interna, se acusan de oficialistas para ganar terreno entre ellos”.
Como fuera, todos asumen que esta dinámica es insostenible en el largo plazo, pero exigen de las contrapartes mayor voluntad política.
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Boinas blancas: Desde la vereda de enfrente, ala radical, brotan reproches como borbotones. Un dirigente con mucho millaje revisa la historia reciente. “Nos convocaron al diálogo político, asistimos exponiéndonos a las críticas de Lilita (Carrió). Lo desarmaron enseguida. El peronismo federal nos estimuló a que fuéramos por la presidencia segunda del Senado, los frenamos y acompañamos la reelección de (José) Pampuro. Cristina (Fernández de Kirchner) nos durmió y gastó el lunes. Estábamos hablando de un combo entre ley de cheque y Fondes, nos aparecen con otro decreto de necesidad y urgencia (DNU). No obramos como destituyentes, en consecuencia queremos ser reconocidos como el primer partido de la oposición.”
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Razones y sumatorias: A los ojos del cronista, la reformulación del Fondes es razonable. La suma comprometida (en esto coinciden economistas de variados pelajes) no pone en riesgo el manejo del Banco Central.
La queja respecto de fallos judiciales también tiene su miga. Los jueces tienen “la medida cautelar fácil”, deciden cuestiones de Estado en un trámite sin controversia: se escucha al reclamante y, sin decir agua va, se condiciona la política financiera. Nula versación en materia económica tienen los magistrados, que tampoco se toman la molestia de solicitar dictámenes: no están obligados a hacerlo por los códigos pero sí por una razonable idea de lo que debe ser una resolución fundada y responsable.
El kirchnerismo tiene, pues, posturas defendibles. Pero tener la razón no es el único requisito para construir en democracia. También es forzoso convencer a la sociedad y a las alternativas políticas: lograr su anuencia o su conformidad o su pasividad o sus votos. Hoy día, esa tarea es ciclópea mas no puede ser suplida con el solo recurso de avanzar, máxime cuando la correlación de fuerzas es adversa.
El oficialismo supo muchas veces congregar a otros, lo hizo cuando reestatizó el sistema jubilatorio y Aerolíneas Argentinas o para dictar la Ley de Medios de Servicios de Comunicación audiovisual (LdSCA). También, en trances de debilidad y asedio, se permitió retroceder, conceder para contener al contendiente, debilitarlo, cambiar el escenario. Así obró con Juan Carlos Blumberg. En los primeros ejemplos, en opinión de este escriba, se consiguieron resultados virtuosos. Con(tra) Blumberg, hubo retrocesos intolerables. Pero en todos primó una lógica de acumulación política: no sólo se puede avanzar, no siempre (casi nunca) se puede avanzar solo.
Eso piensan las palomas, que proliferan en el oficialismo, aunque son rara avis en Olivos y la Casa Rosada.
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Halcones: Página/12 dialoga con un dirigente del Conurbano, comprometido en el armado del acto justicialista del jueves 11. “Tenemos que recuperar la calle. Para defender este proyecto tendríamos que movilizar medio millón de personas, eso no lo supimos construir”, razona bien y alucina un poco con las cifras. Su ambición es que en Atlanta haya 30 o 40.000 compañeros. Habló con Néstor Kirchner el jueves, chimenta que lo notó sereno, convencido, intransigente. “Soy de los que piensa que hay que negociar, pero Néstor está conforme con la situación. Cree que va revelando la falta de cooperación opositora, sus divisiones, sus ganas de bloquear.” Página/12 inquiere si alguien insinuó la posibilidad de cambiar un poco el eje. El hombre es un militante forjado en otros tiempos, aquellos de la “formación de cuadros”, su pinta no lo sugiere pero tiene sus lecturas: “Me sentí como un soldado de Hernán Cortés. Las naves arden detrás, estamos en territorio azteca, sólo nos queda mirar para adelante”. Y redondea: “Tácticamente no pensamos igual que Néstor pero él conduce y es más valiente que todos nosotros”.
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Cambio de costumbres: La LdSCA fue precedida de foros en todas las provincias, hubo invitados a las comisiones, discusiones, se ventiló durante meses en los medios. La oposición pataleó contra el apresuramiento, invocó el valor de la deliberación. En 2010, con una mayoría ajustada, quemó todos sus papeles. En cosa de minutos cerró el caso contra Marcó del Pont. Los senadores, en tácita confesión de su incompetencia discursiva, llevaron a la diputada Elisa Carrió y a Alfonso Prat Gay. La líder de la Coalición Cívica relució en su rol favorito, el de fiscal. El ex banquero central se mantuvo en segundo plano. Gerardo Morales ninguneó los incumplimientos reglamentarios, Luis Juez añadió retruécanos pero no razones, se votó y listo el pollo.
Adolfo Rodríguez Saá presidió la sesión express, alegando contra el uso indiscriminado de los decretos de necesidad y urgencia. En su fugaz presidencia, declaró el default de la deuda externa ante otra Asamblea Legislativa. Los funcionarios que colaboraron con Eduardo Duhalde juran que jamás encontraron norma alguna que explicara los alcances, fundamentos y límites de esa enorme decisión, voceada al mundo por tevé. Hubo que escribirlas después.
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Con la toga al cuello: El cronista habla, por separado, con jueces de trayectoria inobjetable e inobjetada, consustanciados con la democracia y la lucha por los derechos humanos. Están dolidos por el discurso de la Presidenta. Promediemos sus cuitas, en un solo relato.
“La Corte dio señales interesantes, rechazó bien rápido la demanda promovida por San Luis. (Su presidente) Ricardo Lorenzetti se pronunció contra la judicialización de la política. La Presidenta nos embolsó a todos en acusaciones que muchos no merecemos, Los colegas que decidieron el caso de LAPA son honestos, están conmovidos por lo que resolvieron, creen que se ajusta a derecho. Los fundamentos no se conocen todavía, es un caso complejo, casi sin precedentes; una abogada no puede lapidarlos como hacen los medios porque no hay condena. Y es una barbaridad decir que una jueza falla de una forma porque está en pareja, eso es mezclar la vida privada con la pública.”
Un empinado funcionario kirchnerista asegura que varios federales se reunieron y le llevaron esas quejas para que las elevara a la Presidenta. El confidente (el interlocutor elegido) no es el ministro de Justicia Julio Alak. En el primer nivel de la Corte niegan esa reunión pero comentan que hay resquemor por las acusaciones presidenciales y que el tema será analizado en el acuerdo de pasado mañana.
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Razones de peso: Para negociar, amén de voluntad conjunta, deben existir intereses compatibilizables. El dinero, fungible por naturaleza, es un potencial factor común. El Estado nacional y las provincias necesitan alivio financiero. Conjugar la transferencia de fondos del Central al Tesoro y mejorar la coparticipación del cheque es un territorio explorable. El proyecto Verna incursionaba en él, de modo desprolijo que podría sofisticarse abordando dos normas distintas. Por eso, varios mandatarios provinciales (o aspirantes a serlo) se embroncaron cuando Cristina Fernández anunció, de pura sorpresa, el enroque de un Fondo por otro. A Miguel Pichetto le zumbaron duro los oídos, la tucumana Beatriz Rojkés de Alperovich (esposa del gobernador) y el chubutense Marcelo Guinle, que aspira a suceder a Mario Das Neves, protestaron y reclamaron. El miércoles, la Presidenta regañaría a su jefe de bloque de senadores por el resultado de la sesión, que era una derrota anunciada.
Un acuerdo equilibrado, que mejorara la ecuación fiscal de nación y provincias dista de ser imposible, si se aúnan voluntades y destreza fina. No abundan en el mercado doméstico.
Si se creara el Fondes, en esto tienen razón sus adversarios, corresponde reformular el Presupuesto. Si el pago de la deuda tenía previsto financiamiento, porque hay de hecho una ampliación de los recursos disponibles. Y si estaba en veremos, como denuncia el diputado Claudio Lozano, porque el dibujo debe adecuarse a la realidad.
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Palomas (II): “Con los radicales se puede hablar”, clasifica un operador oficialista y disecciona. “Cobos está aterrado ante la perspectiva de llegar al gobierno por una crisis institucional. No tiene equipos, tendría la calle en contra y al peronismo federal serruchándole el piso. Le conviene esperar. Ricardo Alfonsín es buen tipo y está en la misma: las encuestas le dan bien para gobernador de Buenos Aires, está mejor que De Narváez. Ernesto Sanz es el presidente del partido, un tipo racional, piensa en ese futuro. Aguad y Morales son más gurkhas, a Gerardo lo conduce Carrió, pero se podrían avenir.” Su disquisición no idealiza a los correligionarios, los traduce en términos de racionalidad instrumental, la perspectiva cercana a la alternancia hace sistémicos a los opositores.
Con el mismo cálculo, el hombre ve más refractario al peronismo federal. “Carlos Reutemann no es destituyente pero no sabe dónde ponerse. Mira por el espejo retrovisor, ve a sus compañeros de escudería y tiembla.”
Página/12 sonsaca entonces acerca de quién es destituyente. Para el contertulio, que conoce bien el paño, Eduardo Duhalde calza en ese rol. No puede llegar por las urnas, ni siquiera por el juicio político, los radicales le obturan el camino que siguió tras la caída del presidente Fernando de la Rúa. Su encono es grande, sus vías legales están obturadas. Su odio a la pareja presidencial hace el resto, “hay que echar a los Kirchner” es su premisa. El destituyómetro vibra.
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Otro destituyómetro: El cronista activaría otro destituyómetro para medir las ansias de ciertas corporaciones. La jerarquía de la Iglesia Católica estudia un comunicado, esos mensajes pueden ser diatribas antidemocráticas envueltas en guante de seda. El cardenal Jorge Bergoglio añade a lo institucional rencores personales. Aborrece a los Kirchner, a quienes, comenta ante confidentes, atribuye que se ventile su oscura conducta durante la dictadura militar.
En la cúspide de la corporación mediática más grande del país se vive algo semejante. Más allá de conflictos de poder e intereses (la ley de medios, el Fútbol para todos, la fusión de Multicanal y Cablevisión) sus primeras figuras también han quedado en el centro del debate. Los poderosos gustan de poner en la picota a las figuras políticas pero reclaman para sí la opacidad, la furia que desata ese cambio de paradigma es difícil de empardar. Y de predecir.
Habrá que ver si, en un contexto tumultuoso, los poderes reales mueven la aguja del destituyómetro. Dista de ser imposible.
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La caída soñada o la salida ardua: “Quieren victimizarse e irse”, acusan desde una tribuna. “Nos quieren voltear”, malician desde la otra. Las profecías pueden autocumplirse, incluso más allá de las intenciones. El riesgo se potencia si se comparten desde sectores opuestos. En política, la falta de aptitud puede ser tan dañina como el dolo y, aunque usted no lo crea, es más asidua.
El voto popular y las reglas marcan la cancha: cuando ungió a la Presidenta en 2007 y cuando marcó una merma de su legitimidad en 2009. Las dos decisiones deben ser respetadas, no una sola de ellas, cualquiera que fuera.
Por añadidura, la oposición es un conglomerado, sin liderazgo ni un proyecto colegiado. Por ahora se disemina en cinco listas con presidenciables propios, para empezar: los radicales, la Coalición Cívica, el macrismo, el peronismo federal, Proyecto Sur. Quedan, buscando su destino por centroizquierda y centroderecha, Hermes Binner y Francisco de Narváez. Uno de los recursos más trillados y eficientes en esa competencia interna es acusar al otro de acercarse al Gobierno. Un intento de diálogo o negociación es lapidado, como sinónimo de traición al setenta por ciento del padrón ciudadano. Elisa Carrió es la más ducha en ese terreno y recobra vigor más allá de su floja performance en junio pasado. Los radicales y Cobos son los más vulnerables a sus imputaciones. Los celos y suspicacias entre los distintos piélagos del Frente del Rechazo serruchan cualquier mesa de negociación.
El oficialismo está unificado y tiene una conducción precisa, con escasa vocación por mudar de tácticas a pesar del drástico cambio de escenario.
Asfixiar al oficialismo sin un programa ni una coalición sustituta puede ser objetivamente golpista. Empacarse en manejarse como una mayoría amplia inexistente deriva –esta semana se vio– en chocar contra una pared.
El escenario clama por una adecuación conjunta, que reconozca los roles relativos. La alternativa, lo actual, es una crisis política desproporcionada a la situación económica y social.
La voluntad política es la condición necesaria para ir saliendo del bloqueo permanente, del empate bobo, de la parálisis, de la caída de la reputación de la dirigencia. Y si existiera, todavía no sería suficiente.
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