EL PAíS › EL PAIS VOTA POR PRIMERA VEZ INTERNAS ABIERTAS Y MANDATORIAS

Día de estreno

Hoy se realizan las primarias abiertas obligatorias. No habrá internas por fórmulas presidenciales. Cómo se llegó a ese desenlace. Lo que sí se disputa: internas en cuatro provincias, donde se destaca Buenos Aires. Diferentes ambiciones entre el kirchnerismo y los partidos opositores. Los que compiten para seguir en carrera. El impacto posible de una votación sin precedentes.

 Por Mario Wainfeld

Algo más de 28.840.000 ciudadanos están habilitados para votar en la primera experiencia de las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO). Decisiones políticas similares (pero para nada concertadas) de todos los partidos que compiten despojaron a la competencia de uno de sus incentivos principales, el que le da nombre. No habrá internas sino lista única para todas las fórmulas presidenciales y para la mayoría aplastante de las boletas de diputados y senadores nacionales. De cualquier forma, la jornada tendrá un gran impacto. En parte, menor, por aquellas provincias en las que hay internas para cargos nacionales. En parte más significativa, por las cuatro (peronistas de variado pelaje) que realizan, en simultáneo, sus internas para cargos provinciales: la híper determinante Buenos Aires, San Juan, San Luis y Entre Ríos. En tercer término, porque varios participantes se juegan la supervivencia, supeditada a que sumen el uno y medio por ciento de los votos válidos de cada distrito en el que aspiren a intervenir. Y por último –sólo a los efectos de la enumeración– porque el escrutinio abrirá un nuevo escenario. Un estadio distinto de las campañas con ganadores y perdedores transitorios, en una consulta popular que en sustancia es más que una encuesta y menos que una elección que designa autoridades, cierra etapas y abre otras.

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Objetivos diferentes: Las aspiraciones para las presidenciales son muy divergentes, entre el kirchnerismo y sus adversarios. Las PASO fungen como ensayo general para octubre y se interpretarán bajo esos dos diferentes prismas. Para el oficialismo nacional, el objetivo es ganar, preferentemente en primera vuelta.

Para las tres fuerzas opositoras supuestamente mejor ranqueadas (las que postulan las fórmulas Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga, Eduardo Duhalde-Mario Das Neves y Hermes Binner-Norma Morandini) tanta ambición está descartada. Su sincero afán es llegar al segundo puesto, a una distancia descontable y evitando el desenlace en primera vuelta.

Las demás fórmulas van en pos de logros más modestos. Cierta presencia en el Parlamento, tener un caudal que los preserve como interlocutores, es el caso de Alberto Rodríguez Saá-José María Vernet y Elisa Carrió-Adrián Pérez.

Las primeras preguntas que hoy se comenzarán a descifrar, aunque no de modo irrevocable, son cuántos votos y qué diferencia obtendrán Cristina Fernández de Kirchner y Amado Boudou, si conseguirán primar sin ballottage y quién le hará de escolta.

Esta perspectiva es ecuménica, reconocida incluso en público. Curiosamente, se llegó a ella a través de peripecias dignas de la pluma de Homero. Hubo cambios de clima enormes, en los últimos años y en los meses recientes. Se pasó del calor al frío con una frecuencia apta para pasteurizar a cualquiera.

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Pasteurizaciones (part I): En 2008 y 2009 toda “la oposición” (que engrosó sus filas con peronistas que migraron del oficialismo) dio por concluido el ciclo kirchnerista. La elección de este año se intuía, en ese aspecto, como un trámite. El Frente para la Victoria (como Carlos Menem en 2003) podía ser primera minoría en el turno inicial pero estaba condenado a sucumbir, frente a cualquier contrincante, en la segunda vuelta. La profecía de-salentó fantasías de unidad opositora, acicateada por los medios dominantes. La empresa era de por sí peliaguda, interferían las lógicas ambiciones partidarias, las identidades, los resquemores. Pero, además, faltaba un aliciente para la unidad y cundía uno para ser el “primus inter pares”.

En ese clima se moldearon las tempranas candidaturas del vicepresidente Julio Cobos, del senador Carlos Reutemann, de su par Ernesto Sanz, del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. También se insinuó la esperanza de borocotizar al gobernador Daniel Scioli para que comandara las huestes del peronismo federal.

Recién en 2010 empezó a leerse que “la oposición” (en ese trance, claramente, “las oposiciones”) no tenía la vaca atada, que había resucitado (o, quién sabe, tal vez nunca había muerto) la posibilidad de una reelección presidencial. El devenir de la dirigencia opositora tomó otro rumbo, explorar intentos de unidad o de coaliciones, instalar liderazgos irresistibles para los competidores. La unidad quedó en veremos, los liderazgos se calibrarán hoy. Los peronistas van fragmentados en dos ofertas (Duhalde y Rodríguez Saá). Y hay más: un compañero, el diputado Francisco de Narváez, aporta al neorradicalismo de Alfonsín. Su figura fue uno de los casus belli que catalizó la separación del espacio panradical y socialista, dejando en otra alianza a Binner y la correligionaria Margarita Stolbizer.

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Pasteurizaciones (part II): Dos largos años se prolongó la era del exitismo “A”. En 2011 hubo de todo, a ritmo tropical: creció una ola de derrotismo, luego una contraola entusiasta... Uff. Veamos.

Contundentes e inesperados resultados en las provinciales de Catamarca y Chubut alarmaron a los críticos del gobierno nacional. Tradujeron que esos distritos, peculiares y de poco peso en el total del padrón nacional, probaban una tendencia imbatible. Fue entonces que se aceleró el proceso que decantó en la ausencia de internas hoy. Parafraseando con pudor a Macedonio Fernández, podríamos decir que se bajaron tantos candidatos que, si se bajaba uno más, no entraba. Macri, el diputado Fernando Solanas, el diluido Julio Cobos, Sanz retractaron o provincializaron sus ambiciones 2011. Reutemann, a su manera, fue más ambiguo: se apartó de una candidatura que jamás había proclamado. Como fuera, los diferentes partidos fueron perfilando candidatos únicos, sin esperar a las PASO. El fracaso de la interna previa entre Duhalde y Rodríguez Saá redondeó el portento.

El abatimiento opositor se prolongó hasta julio, cuando cedió paso, casi sin intervalo, a una excitación de “fin de régimen” catalizada por las derrotas K en Ciudad Autónoma, Santa Fe y Córdoba. Hace dos semanas, el lunes pasado mismo, se concelebraba el fin de la imbatibilidad kirchnerista, una condición de superhéroe electoral que nadie posee en una sociedad plural, diversificada, cuya población está habituada a pronunciar drásticos veredictos en las urnas. Ni la imbatibilidad ni la caída libre fueron diagnósticos serios, sino traducciones de arrebatos emocionales.

Los resultados sólo se dilucidarán el día señalado, hasta entonces, todos son aprontes. Los pálpitos tajantes e inmutables contradicen la empiria, aunque obran efectos en la realidad. Desde el martes hasta hoy, refluyó la hipótesis de una victoria amplia de la Presidenta. Nadie sabrá cuál de esas profecías sucesivas y contradictorias es la más certera hasta que se cuenten los votos.

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El favorito: El Frente para la Victoria (FpV) es el favorito de hoy y de octubre. Lo que podía sonar lógico en 2007, lo que se dio por clausurado desde el año siguiente, es la hipótesis más remanida entre dirigentes, consultores y líderes corporativos, tanto como en las tertulias de café. La motivación central de quien conduce en pole position será cumplir los presagios y llegar a un número que sugiera que no habrá necesidad de segunda vuelta. Nadie puede aseverar que los guarismos de hoy se repitan en dos meses, nadie puede descontar lo contrario. Con todas esas salvedades, las cifras serán una advertencia, una foto que nadie descuidará desde el día después.

El sistema elector establecido por la Constitución de 1994 es marcadamente pro bipartidista. Un ballottage capcioso, que exige menos de la mitad más uno, la marca más usual en la experiencia comparada. Las posibilidades de vencer con el 45 por ciento y aun con el 40 si el principal challenger no arrima a menos de diez puntos, solidifican las chances del partido dominante. Desde el ‘94, el peronismo conserva el sitial, aunque con un sensible desplazamiento ideológico, del menemismo al kirchnerismo.

Más allá de la suma nacional de sufragios, habrá que observar su distribución. En 2007 fue dispar la cosecha del FpV. Arrolladora en muchas provincias del Noroeste, el Noreste y la Patagonia. También muy firme en territorios donde se estrenó la Concertación Plural (Mendoza es un ejemplo inolvidable y ya olvidado). Magros fueron los guarismos alcanzados en casi todos los grandes centros urbanos, empezando por la Capital y en toda Córdoba.

En 2009 el kirchnerismo perdió el favor del “campo”, cuya influencia sobredeterminó performances decepcionantes en Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

De nuevo, será sugestivo cotejar esos números y los de hoy.

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Para el tango y para Olivos, hacen falta dos: El régimen electoral acuñado en Olivos fue pensado a favor del partido dominante y también de la oposición de su majestad. Un ballottage pro bipartidista. El enmarañado sistema desalienta el voto expresivo en primera vuelta, porque el vencedor puede quedar consagrado si no hay un segundo que le quede cerca. Es distinto al ballottage convencional, en el que cualquier voto positivo le resta al puntero porque le dificulta llegar a la mitad más uno.

La impresión que cunde hoy día es que la oferta opositora no consiguió instalar a un pretendiente con “cara de segundo”, que convoque al “voto útil opositor”. En tal sentido, las PASO son una oportunidad para indicar al ciudadano para adónde enfilar. Alfonsín y Duhalde han machacado el argumento y hablado incluso de eventuales acuerdos post primarias. Las reglas de las PASO limitan su juego: no es lícito alterar las listas presentadas. Y serían muy sensibles los costos de retirar una fórmula presidencial para octubre. Las listas a diputados y senadores quedarían desamparadas, perderían potencial. Parece desorbitado quemar las naves de cara al 2011 cuando es probable que no se gane. El horizonte de 2015 debe ser contemplado, construir un espacio en el Congreso es un paso útil. La existencia de competidores ya inscriptos para dentro de cuatro años (Macri, los gobernadores José Manuel de la Sota y Juan Manuel Urtubey, otros que se anotarán si reeligen) es otro factor que desaconseja saltos al vacío.

Retomando, entre los opositores hay una carrera por el segundo lugar, que debe condimentarse con la aspiración de llegar a un porcentaje estimulante y con un margen que desaliente a los adversarios “A”.

Habrá que desmenuzar cómo distribuye sus preferencias la oferta opositora en las 24 provincias. Una de las dificultades más severas de todos los adversarios del FpV, que se disimuló en la peculiar legislativa de 2009, es no tener implantación en todos los distritos. La mayoría de los que se presentan hoy no la tuvieron en los comicios recientes, tan siquiera en la mitad. Cuando se hayan “contado la costillas” deberá repararse en cómo evolucionó ese dato.

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Al uno y medio, pago: La campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, que impulsa la fórmula Jorge Altamira-Christian Castillo se centró en interpelar al votante para conseguir superar el piso de adhesiones exigido por la ley electoral. Se trata del uno y medio por ciento de los votos válidos emitidos en cada distrito en el que se busca participar. La cantidad mencionada en las propagandas (400.000 sufragios) es posiblemente exagerada, porque se calcula sobre la totalidad del padrón. La concurrencia, seguro, no será del ciento por ciento. Es un enigma cuánta gente acudirá hoy, una buena marca sería un 70 por ciento, algo compatible con la participación en las provinciales ya realizadas. Con esa cifra serían necesarios algo más de 300.000 votos, una cantidad importante aunque insuficiente para acceder a una banca de diputado nacional.

La franqueza de la publicidad de la izquierda y la claridad (democrática más que revolucionaria) de su consigna, la gran difusión que tuvieron han tornado su desempeño en un eje más de interés.

Proyecto Sur, destartalado sin la presencia de Solanas, correrá tras esa marca con la fórmula Alcira Argumedo-Jorge Cardelli. Es una misión ardua.

Otros partidos, de mayores pretensiones aparentes, acaso suden la gota gorda para legitimarse en todos los distritos, aunque se imagina que podrán acceder a la postulación nacional.

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Largaron: Un aspecto virtuoso de la reforma político-electoral, reconocido con extraña unanimidad, es el reparto más equitativo de la publicidad en medios audiovisuales. Se divulgaron con generosidad rostros y mensajes de candidatos que en otras contingencias quedaban invisibilizados. Formaron parte del menú cotidiano de la radio y la tele, comidilla en las tertulias, espacio para las bromas. Consiguieron, pues, emitir y hacerse oír. Un buen avance.

La decisión unánime de los partidos vació a las primarias de uno de sus móviles esenciales. Un nuevo abordaje de la ley, cuyo sesgo es valioso y digno de retoques, deberá interesarse en esa respuesta de los actores. Un consenso invisible trasunta un fenómeno, más fácil de registrar que de comprender.

A dos meses largos de la elección dendeveras, habrá internas que se dirimirán hoy, candidatos que quedarán en la banquina, otros que saldrán revalidados. En otro plano, partidos que deben saltar una valla de significancia.

Pero la consecuencia principal será un asombroso conteo de votos a padrón nacional, huérfano de precedentes. No es un pronunciamiento definitivo, no otorga mandatos, sólo es una señal de magnitud imposible de calibrar. Pero moverá el tablero, incidirá en tácticas políticas y mediáticas hasta octubre.

La fiesta de la democracia, el pueblo implicándose, toma una peculiar forma, diferente a la que se supuso. De cualquier forma, será relevante.

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Imagen: Bernardino Avila
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