Sábado, 31 de diciembre de 2011 | Hoy
EL PAíS › EL VATICANO ACEPTó LA DIMISIóN DE JORGE CASARETTO AL OBISPADO DE SAN ISIDRO
Estaba al frente de esa diócesis desde mayo de 1985. Renunció al cumplir los 75 años. Lo reemplazará Oscar Vicente Ojea.
Por Washington Uranga
Benedicto XVI aceptó ayer, 30 de diciembre, la renuncia de Jorge Casaretto al obispado de San Isidro, dimisión que había sido presentada tiempo atrás por el obispo, adelantándose a lo que establece la ley eclesiástica: que los titulares de las diócesis dejen sus cargos a los 75 años. Casaretto cumplió esa edad el pasado 27 de diciembre y en este caso el Vaticano decidió actuar de manera diferente que con el cardenal Jorge Mario Bergoglio, a quien aún no se le aceptó la renuncia y seguramente continuará en su cargo por al menos dos años, según se asegura en fuentes eclesiásticas. A pesar de que fue Casaretto por sí mismo quien había pedido resignar el cargo, no deja de llamar la atención la celeridad del procedimiento, apenas cuatro días después de cumplidos los 75 años.
Al frente de la diócesis de San Isidro estará Oscar Vicente Ojea (65 años), quien desde el 7 de octubre del 2009 era obispo coadjutor. Ojea será el tercer obispo de San Isidro. Casaretto tuvo influencia directa en la designación de Ojea y con él preparó la sucesión durante los dos últimos años. La diócesis de San Isidro tiene 1.145.000 habitantes, la gran mayoría de los cuales se dicen católicos y cuenta con 66 parroquias y 155 centros educativos católicos. Además de ejercer la titularidad del obispado de San Isidro, el obispo Ojea es actualmente presidente de Cáritas Argentina, tarea para la que fue elegido este año en la asamblea de la Conferencia Episcopal.
Con la renuncia de Casaretto se aleja del Episcopado argentino uno de los hombres más activos, que trabajó intensamente para renovar la jerarquía en el regreso a la democracia. Con gran apego a la institucionalidad eclesiástica, fue sin embargo uno de los obispos que dentro del espacio eclesiástico buscaron por distintos medios avanzar en la autocrítica de lo actuado por la jerarquía durante la dictadura. Casaretto fue designado obispo de Rafaela (Santa Fe) y asumió el 17 de marzo de 1977 y desde el 14 de marzo de 1983 se desempeñó como obispo coadjutor de San Isidro, sede de la que fue titular desde el 13 de mayo de 1985 hasta ayer.
Durante su trayectoria como obispo, Casaretto fue un gran impulsor de la pastoral de la juventud, buscando por ese camino también renovar las filas de la Iglesia Católica. Allí trabajó intensamente en la década de los ochenta y parte de los noventa, para luego asumir responsabilidades en el campo de la pastoral de laicos. Entre otros cargos en la Conferencia Episcopal, también fue presidente de la Comisión de Comunicación Social, lugar desde el que mantuvo un muy fluido diálogo con los profesionales de la comunicación.
Dentro de sus estrategias siempre incluyó acciones de visibilidad y eventos masivos. Tanto en comunicación social, como en Cáritas, donde estuvo durante dos períodos, y también en Pastoral Social, comisión que presidió también en dos oportunidades, organizó congresos nacionales multitudinarios.
Amigo muy cercano del fallecido obispo Justo Laguna, con quien compartió muchas ideas y puntos de vista, Casaretto se considera a sí mismo un hombre de la democracia, amante del diálogo y capaz de debatir en el marco de la diferencia, aunque inflexible en sus convicciones, sobre todo en aquellas que considera parte de la ortodoxia de la Iglesia Católica. En el año 2002, después de la crisis político-social del 2001, fue designado miembro de la Comisión Episcopal del llamado “Diálogo argentino”, del cual fue el principal inspirador y protagonista.
Durante su gestión episcopal, Casaretto ha tenido una relación fluida y cercana con el mundo de la política. Habitualmente conversaba con dirigentes de todos los partidos políticos e importantes referentes se sentaron en su mesa del obispado de San Isidro para conversar particularmente sobre cuestiones sociales y políticas de preocupación común. Su insistente prédica sobre la necesidad de combatir la pobreza le acarreó dificultades y debates con muchos gobernantes, pero nunca abandonó la disposición al diálogo. En los momentos en que la relación se hizo más tirante entre el episcopado y el gobierno de Néstor Kirchner, Casaretto siguió manteniendo las líneas de diálogo abiertas. Tiene una relación de mutua amistad y respeto con la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, quien lo considera el principal referente eclesiástico en temas sociales.
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