Domingo, 30 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › KIRCHNER ARMA PERSONALMENTE EL ACTO DEL 25 DE MAYO
El Presidente quiere una movilización “como hace tiempo que no se ve”, que sea “un antes y un después”. Se trabaja convocando a gobernadores, intendentes, legisladores, sindica-listas, piqueteros y adherentes de toda laya. No está definido si hablará. Los motivos. El Tedéum.
Por Sergio Moreno
Con la momentánea calma chicha impuesta en la interna oficialista de la provincia de Buenos Aires, el peronismo ordenado en casi todo el territorio nacional, la incorporación a las filas kirchneristas de las “organizaciones sociales”, otrora piqueteras, el Presidente se ha lanzado a construir lo que, entiende, define y presagia, como el “acto político más importante de 2006”. Este, un año que Néstor Kirchner prefiere y anhela gestionario ciento por ciento, tendrá como excepción y demostración de fortaleza política la convocatoria a la Plaza de Mayo del día 25, cuando el Gobierno cumplirá tres años. A sólo uno de terminar el período, Kirchner personalmente involucra a cuanto interlocutor oficialista pasa por su despacho –independientemente del partido al cual pertenezca–, a la vez que sus arquitectos mueven las mesnadas de la provincia de Buenos Aires, de la Ciudad Autónoma, del gremialismo y de varios otros distritos, gobernadores, intendentes, legisladores, que estarán en la Plaza para hacer masa como aquella vez. “Va a reventar; va a ser un acto que hace tiempo no se ve”, coinciden varios pretores presidenciales, abocados a juntar a la afición. De cumplirse el pronóstico, Kirchner podría salir al balcón, al estilo del general (Perón, por si hace falta aclararlo).
En el principal despacho de la Casa Rosada, no sin el entusiasmo de la voluntad, imaginan la convocatoria como una suerte de bisagra –tal como la llaman– que producirá cambios en la marcha del Gobierno. Así lo enuncia el Presidente y varios de sus interlocutores se preguntan a qué serefiere. ¿Nuevas medidas? ¿Algún giro político? 0Kirchner no especifica, hasta ahora. Habrá que ver de qué se trata, si es que de algo se trata.
Ello depende –aseguran en Balcarce 50– de las características que tenga la convocatoria y del resultado final de la movilización. A lo mismo está sujeta la posibilidad de que Kirchner salga al balcón y hable a las masas. El Presidente pretende un acto hipermasivo, orlado sólo del flamear de banderas argentinas que a lo sumo deberán llevar inscriptas el distrito al cual pertenecen, sin diferenciación de partidos políticos ni organización alguna, un acto ordenado, “donde se muestra que la gente está contenta”, acota, bucólico, uno de los ingenieros del evento ante Página/12.
Si todo eso ocurre, es muy factible que el Presidente sea el orador central y único en la jornada. “Nadie lo sabe aún, él (Kirchner) no lo tiene definido, pero sería un poco absurdo tener un acto impresionante, con la gente reventando la Plaza y que nadie los dirija unas palabras. ¿Y quién podría hablar si no el Presidente?, dice, retórico un integrante del gabinete nacional, involucrado en los quehaceres de marras.
¿Qué aparato?
Los armadores del acto, empezando por el Presidente, están molestos con el nombre con que los medios han bautizado a esta convocatoria e intentan cambiar el resultado de una partida ya perdida. “No es la ‘Plaza del Sí’. La ‘Plaza del Sí’ la inventaron (Bernardo) Neustadt y (Carlos) Menem para vender el país y desguazar al Estado. Y lo lograron. Ahora nosotros y la sociedad argentina tenemos que reconstruir lo que ellos hicieron, terminando el trabajito que empezó la dictadura. Esta Plaza será abierta para todos aquellos que tengan algo que festejar en estos tres años de Gobierno”, se esfuerza en aclarar otro de los involucrados en la organización de la jornada.
Acaso se acerquen a la Plaza de Mayo varios simpatizantes del Gobierno en forma espontánea. No obstante, tal deseo se asemeja a una ilusión y el Gobierno lo sabe, por lo que nada deja librado al azar. En este episodio, según estima, el propio Gobierno pondrá mucho en juego. Gobernadores, intendentes, legisladores, sindicalistas, ex piqueteros, funcionarios y, si se quiere, simpatizantes varios, trabajan impulsados por la voluntad del Presidente para “hacer estallar” la Plaza. Varios de ellos, que hablaron con este reportero, también hacen teoría. Leamos algunos de sus argumentos: “Mire, para hacer una movilización como la que queremos y esperamos, con el ‘aparato’ no alcanza. Ya pasaron las épocas en que usted movía un par de gremios y la Plaza estallaba. Ahora, no hay dinero ni colectivos que logren eso. Si usted apela sólo al aparato, habrá blancos en la zona, la Avenida de Mayo no se llena, menos las diagonales. Nosotros vamos a llenarlas. Y eso se va a producir porque, a pesar de que aún falta mucho, la situación económica ha mejorado y la clase media, media baja y baja lo están sintiendo. Han mejorado todos los indicadores socioeconómicos y la respuesta de la gente es buena. Esa es la base de esta convocatoria”, ensaya otro obrero de la concentración, funcionario él. “También vale decir –agrega, sensato– que todos van poner todo.” Todos son los dirigentes con poder de movilización de, precisamente, los aparatos.
Ya han anunciado su presencia los mandatarios de Buenos Aires, Felipe Solá, y de Santa Fe, Jorge Obeid. Respecto a Solá, el gobernador ha incorporado, desde hace tiempo, a los ex piqueteros a labores de Estado. Esto le ha permitido engrosar su base de sustentación y representatividad a lo que él mismo llamaba “la protesta”. “El peronismo, que nació de la protesta social, la ha abandonado, y no tiene forma de recuperarla. Se ha vuelto establishment y, por lo tanto, los sectores que hoy se enfrentan al status quo, como antaño lo hizo el justicialismo, nos desprecian”, teorizaba entre 2001 y 2002 el bonaerense. Ahora, gracias a la incorporación que hizo el kirchnerismo de los sectores piqueteros más multitudinarios, Solá ha revertido su propia teoría. También fue ayudado por la mutación que las ahora llamadas “organizaciones sociales” hicieron de dicha protesta abandonando la acción directa y, en muchos casos, sumándose al Estado allí donde se los ofrecieron.
Para qué
El objetivo de tal demostración de fuerzas, 20 días después de haber juntado a todos los gobernadores del país en Gualeguaychú a guisa de firmar, frente a las papeleras que se construyen en Uruguay, un acuerdo nacional para proteger el medio ambiente, dará cuenta del poder que concentra y convoca Kirchner en este momento de su mandato. Hay quien se ilusiona con que, después de tales manifestaciones de fe burocrática, por un lado, y popular, por el otro, el Presidente recapacite y deje de lado su idea de no presentarse a la reelección.
Más allá de tal albur, independientemente de quién sea el candidato oficialista en 2007 a la presidencia (Kirchner ha expresado su anhelo de que su esposa, la senadora Cristina Fernández, se haga cargo del reto, tal como lo revelara este diario), la idea que atesoran el Presidente y sus centuriones es que el acto contribuya a aumentar aún más el poder político del oficialismo, plasmarlo a la vista de todos y “marcar un antes y un después en la política”. Todo ello mirando hacia el 2007. “Sea él el candidato o no, Kirchner quiere ganar con el 60 por ciento de los votos en 2007”, sostiene un habitual confidente del patagónico.
La cuestión del Tedéum
El día de la Revolución de Mayo no estará ayuna de una costumbre argentina que reiteran muy pocos países del hemisferio y de Occidente: la participación de los más altos representantes del Estado en el Tedéum que celebra el arzobispo de la Ciudad Autónoma. No hay disposición, ni ley, ni regla, ni figura en la Constitución que los representantes del pueblo argentino deban asistir a la Catedral Metropolitana o cualquier equivalente del interior en esta celebración. Bien fue explicado en Página/12 el porqué de esta costumbre, que poco tiene que ver con la separación del Estado con la Iglesia, tal como lo propusieron nuestros revolucionarios de Mayo, al menos el sector que se impuso aquel 25 lluvioso, violento y fundacional.
Ahora bien, esta oportunidad guarda un significado político especial. Independientemente del acto masivo en la Plaza de Mayo, el Presidente tiene la intención –así lo ha expresado a los suyos– de participar en el Tedéum que ofrecerá el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de la Ciudad. Ello guarda sintonía con los gestos de acercamiento a la Iglesia Católica que el Gobierno ha ejecutado tras la crisis generada por el vicario castrense, monseñor Antonio Baseotto, cuando dijo que al ministro de Salud, Ginés González García, por favorecer el uso del preservativo y la despenalización del aborto en tanto que medidas sanitarias, debía tirárselo al mar con una rueda de molino al cuello, costumbre de la edad antigua que supo reproducir con fidelidad macabra el Estado terrorista de la última dictadura, sobre la cual Baseotto nunca se expresó en contrario.
Mensajes entregados por el ministro del Interior, Aníbal Fernández, por el canciller, Jorge Taiana, su secretario de Culto, Guillermo Olivieri y, finalmente, una aparición sorpresiva del propio Kirchner en la misa de recordación de los monjes palotinos asesinados por la dictadura, donde hizo acto de presencia Bergoglio, concretaron el deshielo. Kirchner, católico, pero refractario a los movimientos corporativos, sabe que tiene en la jerarquía de la curia enemigos comunes con el cardenal. Son los sectores más conservadores y reaccionarios de la iglesia argentina en el cual militan, entre otros, monseñor Héctor Aguer, obispo de La Plata, y es conducido por un laico con una llegada excepcional al Vaticano, el gentilhombre Esteban “Cacho” Caselli, ex embajador ante la Santa Sede durante el menemato y secretario de Culto cuando Carlos Ruckauf se sentó en el sillón más cómodo de la Cancillería en la presidencia de Eduardo Duhalde.
Unidos acaso por el espanto, y de no mediar un imponderable, Kirchner estará con su gabinete arrodillado en la Catedral, para felicidad, también, del cardenal y los suyos.
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