Domingo, 20 de agosto de 2006 | Hoy
EL PAíS › LA AGENDA DE SANDRA MONTERO REFUERZA SU RELATO SOBRE LAS COIMAS
Los ex senadores involucrados en la causa de los sobornos aparecen mencionados en los papeles de la ex asistente de Remo Costanzo que declaró haber visto el dinero. Detalles del testimonio de otra secretaria.
Por Eduardo Tagliaferro
El 26 y el 27 de abril fueron los días clave sobre los que se explayó el testimonio de Sandra Montero, la asistente del ex senador Remo Costanzo que declaró haber visto el maletín del legislador repleto de dinero. Dinero que no dudó en identificar como proveniente de las coimas pagadas para la aprobación de la Ley de Reforma Laboral en el 2001. En su testimonio, Montero habló largamente sobre los cuidados que el legislador rionegrino tomaba para comunicarse con sus pares. Recordó que luego de que el escándalo estalló en los medios, esos cuidados se extremaron al punto de que vencido el mandato parlamentario de Costanzo, le tocó a ella ser la mensajera de cartas personales dirigidas a su ex colega Alberto Tell. Cartas que le entregaba en el Fondo Compensador Telefónico, donde se desempeñaba el ex senador por Jujuy y que éste respondía de puño y letra. “No discar”; “Teléfono Remo, ojo”, son algunas de las anotaciones que ella misma dejó estampada en esas agendas. Según el relato de Montero, ambas conductas son coincidentes y no dejan de llamar la atención.
Los cuadernos y documentación que Montero había conservado fueron entregados en los tribunales por su abogado Roberto Ribas. El contenido de las agendas fue reproducido ayer por el diario Río Negro. El nombre de Remo y el de los principales legisladores de la época, Cantarero, Tell, Pardo, se mezclan en las hojas con leyendas como las de despertar al senador de la siesta a las 16.56, en alusión a Mario Losada. “Ir casa Tell, o aeroparque o despacho”, se puede leer también.
“Yo anoto todo. Más de una vez lo que escribo me ha servido para certificar quién vino, qué día, cosas así. Nadie puede decir que yo no tenía la confianza de los senadores”, afirmó Sandra Montero durante una entrevista periodística que concedió al diario Río Negro.
La confianza y la relación de Montero con Costanzo quedó acreditada el viernes con el testimonio de la ex secretaria del senador, Natalia Tolosa. Además de consignar que ella casi a diario, por las tardes, pasaba por las oficinas del Senado, Tolosa explicó por qué no había hablado del tema de las presuntas coimas con el legislador. “Costanzo delante mío no iba a tener ese tipo de conversación que sí podía tener con Sandra”, dijo. La joven Tolosa, que además de ser secretaria del senador mantenía una relación de convivencia con el hijo del parlamentario, destacó el carácter irritable de Costanzo. “El venía, se encerraba en su despacho y podía estar discutiendo con alguien, escuchábamos los gritos, pero nada más”, sostuvo Tolosa en la audiencia del viernes.
Apenas se supo del testimonio de Montero, el ex presidente Fernando de la Rúa denunció una maniobra política en su contra. “Otra vez están vendiendo pescado podrido. Se montó una fuerte operación política y mediática, igual que con Mario Pontaquarto cuando fue a tribunales”, protestó. La desmentida de De la Rúa llegó incluso hasta negar el vínculo con Pontaquarto. Cosa que las fotos presentadas por el propio ex secretario parlamentario se encargaron de desmentir. Tanto en el voluminoso libro que acaba de editar para sostener su línea de defensa, como frente a los tribunales, De la Rúa insiste con la teoría del complot en su contra.
Una vez que estalló el escándalo y luego de su renuncia, el vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez recordó sus diálogos con De la Rúa sobre este tema y dijo que “se hacía el ‘yo no sé nada’ o decía que la filtración periodística podía deberse a una interna del propio justicialismo”. Cuando Alvarez reclamó el esclarecimiento del caso, en el entorno de De la Rúa se habló incluso de una conspiración del propio Chacho. Fogueado en tiempos políticos en los que las conspiraciones y las tramoyas fueron moneda corriente, De la Rúa siempre recurrió a esa teoría para mostrarse como víctima de una maniobra. Perfil de víctima que con sus más y sus menos también es una constante en su trayectoria. En apariciones radiales, el ex presidente sostuvo ayer que “la causa está extinguida” y que con su declaración, Montero “otra vez está vendiendo pescado podrido”. A riesgo de repetirse, subrayó que “apelan a esto a ver si reflotan la causa y esto no es nada más que un relato sin coherencia basado en los dichos de una persona, sin ninguna prueba objetiva”. Pero cuando se le pregunta quién puede estar detrás de la maniobra que él denuncia, se limita a decir que “no puede individualizar al autor”. La fuerte ofensiva de De la Rúa para desacreditar el testimonio tiene su explicación. La causa está a punto de ser elevada a juicio oral y aunque él no forme parte de esta etapa del proceso, quedarán abiertas más de una línea de investigación sobre las que el magistrado tendrá que definir. Y allí podría verse muy complicado.
Luego del escándalo De la Rúa no dudó en alinearse junto a los legisladores del PJ. Aunque en su libro señala que contaba con los votos necesarios para la aprobación de la ley y por lo tanto sugiere que no necesitaba de ninguna maniobra ilegal, conocía como pocos los usos y costumbres de aquel Senado. Cámara en la que radicales y peronistas alternaban roles sin romper lanzas. Una manera de actuar para vivir.
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