En un momento de grandes turbulencias, dentro de menos de dos meses se va a elegir la nueva conducción de la DAIA, la entidad que en las últimas dos décadas apareció como vocera política de la comunidad judía. Los debates sobre antisemitismo, el procesamiento de Rubén Beraja, la guerra de Medio Oriente, la investigación de los atentados, la relación con el gobierno de Néstor Kirchner, las presiones por una ruptura diplomática con Irán e incluso para que se establezcan distancias respecto de Hugo Chávez son el telón de fondo de una elección que, hoy por hoy, tiene dos candidatos, pero hay movidas –hasta el momento sin grandes resultados– para que surja un nombre de consenso.

Defender o no defender a Beraja puede traer o alejar apoyos de algunos de los 120 clubes, templos e instituciones que votarán al futuro presidente de la DAIA. Enfrentarse un poco más o un poco menos con Kirchner también puede producir el mismo efecto. Levantar mucho o muchísimo la voz por la cuestión de Irán o Venezuela igualmente tiene efecto en los comicios. Es cierto que más allá de la carrera por la presidencia de la DAIA, se trata de temas de debate, pero el hecho de que las polémicas se produzcan en medio del proceso electoral agudiza las contradicciones.

El ahora presidente, Jorge Kirzembaum, quien emitiera el jueves un polémico comunicado de defensa de Beraja, ya desistió de buscar un nuevo mandato. No quiso dividir lo que algunos llaman el voto berajista y le dejó la cancha libre a Aldo Bonzis, un dirigente que a grandes rasgos hace una defensa cerrada de Beraja, aunque él sostiene que es una defensa con críticas. El otro candidato es Abrahám Kaúl, quien fuera ya presidente de la AMIA y que es integrante del Partido Laborista, correlato en la Argentina del Partido Laborista israelí.

En las últimas semanas, hubo una movida del presidente de la Sociedad Hebraica Argentina, Lázaro Bergman, padre del rabino Sergio Bergman, que habló en el acto del ingeniero Juan Carlos Blumberg. La propuesta es que Bonzis y Kaúl bajen sus candidaturas y se busque un nombre de prestigio que pueda ser apoyado por todas las instituciones que conforman la DAIA. Incluso se mencionó al escritor Marcos Aguinis o al constitucionalista Daniel Sabsay, que fue orador en el acto del aniversario del atentado contra la AMIA. Aguinis aparece alineado políticamente con la centroderecha, específicamente con Ricardo López Murphy, mientras que Daniel Sabsay le dijo a este diario que no hubo contacto alguno con él y que tampoco aceptaría la postulación. En paralelo, tanto Kaúl como Bonzis les dijeron a sus allegados que no resignarán sus postulaciones. Una alternativa que está en danza es conformar una lista de consenso para todos los cargos, menos para la presidencia.

Hace una década los sectores que hoy representan a Bonzis y Kaúl se enfrentaron porque los que estaban liderados por Beraja sostuvieron que la DAIA tiene que estar en manos de una dirigencia que no esté alineada con los partidos políticos israelíes, aunque la postura fue –y es– de defensa de Israel. Pero lo que se reclamaba era cierta autonomía, al punto que hubo fuertes choques con el entonces embajador israelí. Del otro lado, la gente del Partido Laborista (Avodá, en hebreo), argumentaba que el sector berajista en realidad era de centroderecha y se vinculaba demasiado estrechamente con la Casa Rosada, fuera cual fuere el gobierno de turno, perdiendo todo tipo de independencia.

Hoy en día la polémica tiene un tenor distinto. Por de pronto se ve que la figura del propio Beraja sigue dividiendo aguas. Cuando esta semana el juez Ariel Lijo emitió un detallado fallo sobre las irregularidades en la investigación del caso AMIA y procesó a Beraja como cómplice de la maniobra del pago al armador de autos Carlos Telleldín, la cabeza de la DAIA emitió un comunicado sosteniendo que “el procesamiento de Beraja es el procesamiento de toda la comunidad judía”. Bonzis respaldó ese comunicado y tuvo razones para hacerlo. En su momento –como lo recuerda el diario comunitario Nueva Sión– Bonzis no sólo llegó a la conducción de la DAIA de la mano de Beraja sino que fue quien organizó el brindis con el entonces titular de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, el comisario Jorge Palacios, desplazado por el actual Gobierno. El brindis tuvo un fuerte impacto porque justamente un amplio sector de la comunidad judía –entre ellos los familiares agrupados en Memoria Activa–- cuestionaban la inactividad, ineficiencia o las maniobras de las fuerzas de seguridad en la investigación del atentado de la calle Pasteur. Kaúl, entrevistado por Página/12, y el titular de la AMIA, Luis Grynwald, que pertenecen a Avodá, rechazaron el comunicado de la DAIA de defensa de Beraja.

Por su parte, Kaúl es cuestionado porque tiene un perfil mediático excesivamente alto y los berajistas sugieren que está en sintonía con el gobierno de Néstor Kirchner. El tema de la relación con el Ejecutivo provocó un fuerte choque en 2004 cuando el Presidente fue distinguido por el American Jewish Committee (Consejo Judío Americano). La AMIA y Avodá, es decir el sector de Kaúl, acompañaron esa distinción mientras que la DAIA hizo una crítica pública cuando faltaban horas para la ceremonia en Washington. Es cierto que Kaúl afirma que no es el candidato K y que los berajistas sostienen que ellos tienen una buena relación con el Presidente, pero bajo cuerda se cruzan las acusaciones.

Como en toda campaña electoral, el tono se eleva y hay cierta competencia por ver quién reclama más fuertemente la ruptura de relaciones con Irán, qué sector insiste con mayor vehemencia en que se haga una crítica a Chávez por su acercamiento con el régimen de Teherán o quién diagnostica de manera más rotunda el supuesto rebrote de antisemitismo en la Argentina. Todos son temas polémicos, pero con la elección de por medio, son aún más polémicos.