Desde Lima

En la conversación que sostuvieron Claudio Corizzo y Javier Azcárate, auditor interno y gerente comercial de Skanska, sobre las operaciones encubiertas de la empresa sueca para lavar el dinero del pago de sobornos, ambos se refieren a prácticas similares que Skanska habría efectuado en el Perú. “Hay cosas en Perú. Todo eso lo sabe (Ricardo) Vago”, decía entonces Azcárate, cuando ambos tocaron el punto de las movidas sucias de la empresa sueca en el Perú. ¿Qué operaciones tiene Skanska en el Perú?

Según información oficial de la filial de Skanska en Lima, la empresa sueca opera activamente desde 1997, cuando ingresó a realizar diversos obras con la estatal PetroPerú en el norte del país. Eran los tiempos del gobierno autoritario y corrupto de Alberto Fujimori, que ahora espera en Santiago de Chile que se decida un pedido de extradición. La obra de mayor envergadura de Skanska en Perú es la construcción de un gasoducto de 540 kilómetros para llevar gas desde los yacimientos de Camisea, en la selva, hasta la costa peruana. En esta obra ha trabajado junto con Techint, también involucrada en este escándalo, que fue la responsable de la construcción del gasoducto, que forma parte del proyecto gasífero más grande del país. Techint ha sido acusada de haber construido un gasoducto defectuoso, que ya ha estallado seis veces en menos de tres años de funcionamiento.

Otra empresa argentina, Pluspetrol, también integra el consorcio que explota el gas de Camisea, junto con multinacionales como la norteamericana Hunt OIL, la coreana SK Corp, la argelina Sonatrach y el consorcio franco belga Suez–Tractebel. Techint recibió el encargo de construir el gasoducto para llevar el gas hasta la costa y convocó a Skanska para participar en esa obra. “Skanska se convirtió en un actor estratégico en la construcción, montaje, operación y mantenimiento de las facilidades de superficie de este megaproyecto”, dice la filial peruana de la empresa en su página web, al referirse a su participación en la construcción del cuestionado gasoducto.

El gasoducto de Techint y Skanska ha sido blanco de numerosos cuestionamientos, pero el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) le dio siempre su respaldo al Consorcio de Camisea y desoyó todas las críticas. Una vez que el gasoducto fue concluido en 2004, comenzaron a estallar las fallas. Hubo seis explosiones en menos de tres años, la última hace pocas semanas, que afectaron no sólo el transporte del gas sino a las poblaciones indígenas que viven cerca de los tubos. Un informe de la consultora norteamericana E-Tech, que hizo una auditoría de la obra por encargo del Banco Interamericano de Desarrollo, que la financió en parte, concluyó que los constructores usaron tuberías en mal estado, realizaron un trabajo deficiente en la soldadura, no hicieron los estudios adecuados del suelo para definir la ruta y utilizaron personal que no estaba calificado.

A pesar de este estudio, de las sucesivas explosiones de la tubería y de la existencia de un informe del Congreso que habla de una deficiente construcción y acusa a Techint de tener “una grave responsabilidad”, el gobierno de Toledo apoyó siempre a la empresa. Incluso, el entonces primer ministro Pedro Pablo Kuzcynski llegó a denunciar un sabotaje al gasoducto para librar de responsabilidad a las empresas, lo que luego se demostró era falso. Poco antes de asumir, Kuzcynski había sido director de Tenaris, subsidiaria de Techint, encargada de suministrar los tubos del gasoducto. Con Alan García las cosas no han cambiado y el gobierno sigue sin tomar acción frente a la deficiente construcción del gasoducto.

Consultado por Página/12 sobre esta situación, el experto en temas energéticos Carlos Herrera, ministro de Energía y Minas durante el breve gobierno de transición de Valentín Paniagua (2000-2001), señaló que “la construcción del gasoducto es obviamente deficiente y su ejecución no ha sido limpia. En esa obra ha habido corrupción”.