Domingo, 20 de mayo de 2007 | Hoy
El radical es el gobernador Saiz y el kirchnerista peronista es Pichetto. Las diferencias son mínimas y la elección a gobernador se puede definir por un margen ínfimo. Las campañas son tranquilas y sin pirotecnias.
Por Martín Piqué
Desde Viedma, Río Negro
Quien quiera traspasar la puerta –la del poder, nada menos– la verá ahí, al costado. Es una plancha de bronce, amarilla, harta de sol, con el escudo de Río Negro tallado en bronce. En el centro hay un indio de lanza oteando el horizonte. Hoy, el radical Miguel Saiz (Concertación para el Desarrollo) y el peronista Miguel Pichetto (Frente para la Victoria) competirán por la gobernación de una provincia que existe desde 1955. Saiz y Pichetto no sólo comparten el nombre de pila. También se profesan kirchneristas, el primero en versión radical K y el segundo como incondicional y amigo de la senadora Cristina Kirchner. Las encuestas pronostican un resultado muy parejo con una leve diferencia para Saiz.
La tercera elección del año llega al final de la peor semana del Gobierno. Las grabaciones de Skanska, dos funcionarios despedidos, una sucesión de paros en subtes y aviones, apagones, interrupción del servicio y pueblada en Constitución, huelga docente en Santa Cruz. Los 960 kilómetros que separan Viedma de Buenos Aires se notan en los diarios, en los afiches, en las charlas cotidianas. Nadie habla aquí de la constructora sueca, salvo –y sin demasiado interés– los colaboradores de ambos candidatos: “No tendrá ningún efecto sobre la elección”, pronostican desde el equipo del gobernador Saiz. Su inquietud se concentró en las consecuencias de la desaparición de la joven Otoño Uriarte el 23 de octubre, cuando volvía a su casa en la localidad de Fernández Oro (ver aparte).
El cielo que cubre Viedma se ve más grande que en la mayoría de las ciudades. Será que no hay muchos edificios altos, apenas dos edificios de departamentos que superan los quince pisos y la torre con dos banderitas de la municipalidad. El paisaje cambia bastante al bajar la vista, donde surge el cotillón electoral, aunque en una versión algo unplugged. No se ven pasacalles, sólo afiches y pintadas en las paredes. El radical Saiz se ofrece con letras rojas –el color de la UCR– y un eslogan que parece concederle la propiedad de un objeto: “Río Negro está en buenas manos. Saiz 07”. La réplica de Pichetto privilegia su alineamiento incondicional con Néstor Kirchner y lo presenta como el sinónimo del cambio: acompañado por el ex intendente de Cipolletti, Julio Arriaga, Pichetto aparece en las fotos junto al Presidente. El remate menciona indirectamente los 25 años ininterrumpidos de gobierno radical: “El cambio es ahora”.
En la elección se eligen gobernador y vice, además de 43 legisladores provinciales. Como en otros distritos que tienen Legislatura unicameral, algunos legisladores se eligen en proporción a la cantidad de habitantes (sistema D’Hont), mientras que otros representan a las distintas zonas, más allá de la población que tengan. Aunque desde el retorno de la democracia la UCR ha ganado todas las elecciones, los resultados fueron siempre por escaso margen (la única excepción se produjo en 1999, al compás del fenómeno nacional que por aquellos tiempos encarnaba la Alianza). Todo indica que hoy se repetirá la costumbre. “La elección se definirá por seis mil votos”, arriesga un colaborador de Saiz. Según el padrón actualizado, hoy estarán habilitados para votar 388.415 rionegrinos. Para seducirlos, los candidatos eligieron estrategias bien diferentes. Saiz repitió una y otra vez que Río Negro es una provincia con “paz social” y puso el acento en las obras realizadas. Pichetto se presentó como el verdadero K y acusó al gobernador y a la UCR de endeudar la provincia. Desde el Frente para la Victoria se insiste bastante con este punto: saben que la Casa Rosada aportó apoyo financiero para que Río Negro pudiera cancelar sus deudas.
Como en la Patagonia, en general, Kirchner tiene una muy alta imagen positiva, la identificación con el Presidente se convirtió en uno de los tironeos de la campaña. Como radical, Saiz se propuso evitar que los votantes lo identificaran como opositor al Gobierno. Para eso tenía que compensar la trayectoria del diputado Fernando Chironi, jefe del bloque de la UCR en el Congreso. Chironi suele criticar al Ejecutivo en temas urticantes como los fondos de Santa Cruz y ahora Skanska. Como contrapeso, Saiz eligió aprovechar la convocatoria a la Concertación Plural de la que suele hablar el Presidente: imprimió la palabra “concertación” en sus boletas y convocó a figuras ajenas a la UCR y vinculadas al kirchnerismo, como la dirigente de Libres del Sur Sonia Lascano, a quien lleva como candidata a legisladora. También Pichetto miró hacia fuera y armó su fórmula con Arriaga, ex titular del Frente Grande y viejo adversario. Otra festejada incorporación fue la del intendente de Bariloche, Alberto Icare, del partido vecinalista Sur.
La pelea de hoy estará concentrada entre Saiz y Pichetto. Otros dos partidos que aspiran a ser un buen papel son el ARI y el Partido Socialista, que sorprendió a los peatones con una llamativa campaña de afiches que convoca a sumarse a través de Internet. Como la competencia parece estar personalizada en los dos Migueles, los vecinos de Viedma hacen proselitismo recordando supuestos capítulos de sus biografías. “Espero que los viedmenses tengan buena memoria. Nos tenemos que acordar del vaciamiento de Sierra Grande”, comenta a Página/12 el taxista Sergio García. Como muchos radicales de la provincia, García responsabiliza al peronismo por el cierre de la empresa Hipasam, la estatal del hierro en Sierra Grande cerrada en 1991. Los allegados a Pichetto aseguran que él se opuso al cierre y participó en varias marchas. A pesar de haber nacido en Buenos Aires, Pichetto comenzó su carrera política en Sierra Grande.
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