El actual gobierno porteño, joven de algo más de cuatro meses, está perdiendo de a un funcionario por mes. Ya cayeron Pedro Florido, asesor en la procuración porteña, por exceso de amistad con figuras de la guerra sucia; Nicolás Caputo, asesor del jefe de Gobierno; y Pablo Fornieles, director de Reciclado. El último en renunciar, hace dos semanas, fue el jefe y referente de Fornieles, Gustavo Grasso, subsecretario de Higiene Urbana, alineado con el jefe de Gabinete Horacio Rodríguez Larreta. Ambos funcionarios terminaron en cortocircuito con el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, encabezado por Juan Pablo Piccardo, por el trato a los cartoneros y por el futuro proyecto de recolección de residuos sólidos de la Capital. Este contrato, de los mayores que tiene Buenos Aires, vence en febrero y se trabaja contrarreloj para enviar a la Legislatura uno nuevo. Mientras se envían misiones a ver cómo se maneja el tema en ciudades como Barcelona, se habla de temas como volver a pagar por tonelada y no por área limpia, además de simplificar el sistema dividiendo a la ciudad en hasta tres áreas en lugar de las cinco actuales. Otro antecedente de desgastes es el inolvidable editor Luis Rodríguez Felder, candidateado a ministro de Cultura y descartado luego hacer declaraciones.