“Hace unos días, mientras iba con una amiga en el colectivo, ella me contó algo que le había pasado en noviembre de 2004; ‘hace un año’, dijo. Yo me acordé de Cromañón, de que ya había pasado un año y me puse a llorar. Era tal la angustia que no podía parar de llorar.” Viviana Cozodoy es una sobreviviente. Es una de las empleadas de Omar Chabán que denunció las coimas a la policía y recibió amenazas. Ella trabaja ahora en la producción de espectáculos y afirma que le cuesta mucho realizar la tarea, presenciar un recital. No puede olvidar, sufre pesadillas en las que escucha gritos, siente los manotazos, el tironeo de las ropas, el olor, todo. “El mundo siguió sin mí. Voy caminando por la calle y lloro. Doy dos pasos para adelante y retrocedo dos, o cuatro.”

Buena parte de la vida de Viviana Cozodoy pasa hoy por la terapia. En este año ha conocido varios terapeutas. Algunos supieron contenerla, otros no. Ella lo cuenta así: “Yo estuve con Gabriel Omar Pulice, que era el coordinador de mi equipo privado de acompañamiento terapéutico. Mi terapeuta era Carla Savino. Yo voy al santuario de Once todos los días 30, a las diez y media de la noche. Savino me acompañó una vez, pero en vez de estar al lado mío se quedó en la esquina comiendo un pancho”.

Otro aspecto que molesta a Cozodoy es lo que ella llama “la Justicia injusticia que hay en este país”. Para ella “es incomprensible que (Aníbal) Ibarra no esté procesado, cuando menos”. En el incendio, Viviana perdió a una de sus mejores amigas, Patricia González, de 21 años. Compartían un departamento y trabajaban juntas en Cromañón. “Una hora antes del incendio estuvimos hablando de todo. Era una chica muy alegre. Minutos antes de que empezara todo, ella me estaba jodiendo con un láser. Me iluminaba la cara. Yo también era muy alegre. Ahora, no lo soy. No puedo.”