De pronto su nombre se convirtió en una brasa ardiente. Y desde la conducción del PJ porteño intentaron despegarse con la misma velocidad. Las últimas horas de Sergio “el Gordo Tuto” Muhamad, confeso hincha de Chacarita y puntero del peronismo en la circunscripción 15º, uno de los miembros de la patota que anteayer golpeó a legisladores, periodistas y trabajadores del Hospital Francés, reflejaron la fugacidad de los compromisos y las lealtades no escritas que abundan en la ciudad. Muhamad había participado en la campaña de Néstor Kirchner en 2003. En julio de 2004 el ex secretario de Descentralización porteño Héctor Capaccioli lo había premiado con un contrato de locación para que trabajara en el CGP 15, con jurisdicción sobre el barrio de Chacarita. Ese contrato se había convertido en un empleo público, una relación laboral con más estabilidad sin ser planta permanente, a fines de 2004. Ayer lo despidieron (le rescindieron el contrato) y su nombre –o su sobrenombre– quedó en el medio de un duro tironeo entre albertistas y telermistas. Se había convertido en un lastre más pesado que un yunque o un piano.

Habrá sido por la habilidad de los camarógrafos o la dimensión de su físico, pero lo cierto es que “el Gordo Tuto” tuvo el penoso privilegio (para él, claro) de aparecer en las pantallas que el martes transmitían desde el Hospital Francés. Un día después, su imagen volvió a aparecer en los diarios. Era difícil no reconocerlo y su biografía, sus relaciones y sus vínculos con el PJ porteño que encabeza el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, no tardaron en circular por las redacciones.

Proveniente de una familia históricamente ligada al peronismo, Muhamad comparte dos pasiones: es hincha de Chacarita –un club que suele aportar pesados al peronismo– y desde hace años está vinculado a la dirigencia del PJ porteño. En el barrio del cementerio lo conocen muy bien: mantiene en la zona una unidad básica y un centro de jubilados a los que suele movilizar cada vez que en la ciudad hay un acto del justicialismo. Así fue, por ejemplo, cuando Bielsa cerró su campaña como primer candidato a diputado con un acto en el estadio cubierto de Argentinos Juniors. También se lo solía ver como miembro de la seguridad del PJ porteño. Poco meses después comenzaría a trabajar en el gobierno porteño.

Luego de que le otorgaran un contrato de locación, Muhamad pasó a depender del CGP 15. A fines de 2004 se benefició de una demanda de muchos trabajadores de la comuna y su contrato pasó a ser de empleo público, una modalidad que a cambio de un descuento en los haberes garantizaba mayor estabilidad. Para esa fecha pasó del CGP 15 a la Dirección Socio-Cultural de la Secretaría de Descentralización, que entonces dirigía Capaccioli, hoy en la estratégica Superintendencia de Servicios de Salud (SSS).

Cuando el socialista Roy Cortina fue designado en Descentralización, tras la asunción de Jorge Telerman, su contrato no fue tocado. “No podíamos echarlo, para hacerlo necesitábamos un sumario”, argumentó Cortina. “Si lo mantuvieron, también son responsables”, replicó un vocero de Alberto Fernández. También desde Chacarita quisieron despegarse de su figura. “No tiene vinculación con el club”, dijeron en un comunicado. Sin embargo, “el Gordo Tuto” figura en la página web de Chacarita como coordinador general de la subcomisión de Desarrollo Social.

Muhamad, al igual que el interventor del hospital, el abogado José Luis Salvatierra –designado por el ministro de Justicia, Alberto Iribarne, otro hombre del PJ porteño– pasó los últimos años vinculado a la dirigencia del justicialismo. Muhamad se quedó sin contrato. Salvatierra, por ahora, sigue en su puesto.