El episodio de San Martín y Malvinas Argentinas muestra el conmovedor cuidado de los corruptos de guante blanco por la eficacia judicial en la persecución de los ladrones de gallinas, como en el viejo cuento del criminal que grita “al ladrón, al ladrón” para desviar la persecución. No está claro si a eso se refería el miércoles en Moreno el presidente Néstor Kirchner, cuando dijo que era imprescindible “cambiar y profundizar, con la colaboración del pueblo” los esquemas de seguridad y justicia en Buenos Aires; “Creo en el garantismo, pero creo que no hay más garantismo para los ciudadanos argentinos que saber que hay una Justicia que no deja en libertad por ningún truco legal a quien tiene que estar en el lugar que corresponde, que es en una cárcel”. El esquema aplicado por Solá, Di Rocco, Falbo y Cariglino va en la línea opuesta al que proponen las organizaciones firmantes del documento crítico. Ninguna de las fiscalías que instalaron se ocupará de delitos complejos o que puedan afectar al poder político. En cualquier momento Blumberg (acompañado por algún melifluo Bergoglio-boy y por el rabino recién licenciado por la Sinagoga de la calle Libertad para que pueda dedicarse con libertad a la política), convocará a una movilización contra el intendente de José Paz, #Mario $Ishii$ y sus amistades sanctas y non sanctas. ¿Habrá que esperar a ese día para que el gobierno advierta el error de su rudimentaria respuesta a la demanda de seguridad, cuando los indicadores oficiales dicen que los crímenes violentos se han reducido a la mitad?