Con menos de un año de vida, el suplemento Soy de Página/12 recibió ayer el “Premio Inadi a las buenas prácticas contra la discriminación-2008”, por promover cambios culturales necesarios en lo que respecta a la diversidad sexual, sus especificidades y problemáticas. El acto de entrega fue organizado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia, que distinguió a distintas personalidades de la cultura, el arte, el deporte, la política y el ámbito académico. El cierre estuvo a cargo del también premiado León Gieco y uno de sus tantos padrinazgos musicales: el proyecto “Mundo Alas”, una banda compuesta por músicos con capacidades diferentes.

“El valor de este suplemento fue la posibilidad de discutir, desde un medio nacional, temas reservados al closet. Y también visibilizar nuestras identidades, nuestros problemas, nuestras familias”, dijo Marta Dillon, coeditora del Soy, al recibir el premio junto a su coequiper, Liliana Viola, el director de Página/12, Ernesto Tiffenberg, y el gerente general, Hugo Soriani. El presentador del acto, el modisto Roberto Piazza, se confesó fanático del suplemento que acompaña la edición de los viernes de este diario. “Me quedé mudo cuando me llamaron para entrevistarme, me dije, ‘por fin voy a poder hablar con un medio serio’”, reconoció.

Al entregar la distinción, la presidenta del Inadi, María José Lubertino, también resaltó el papel que cumple el suplemento. “Es muy importante que Página/12 se haya jugado por hacer el suplemento Soy, que es una propuesta innovadora para promover los necesarios cambios culturales”, dijo y destacó que “éste es un diario muchas veces premiado”. “Por su trabajo tuvimos que premiar a muchos periodistas de un solo medio –recalcó–, y ese medio es Página/12.”

Todos los premiados fueron elegidos a través de una convocatoria abierta, realizada desde la página web del Inadi. Los reconocimientos incluyeron a dos programas de Telefé, Vidas robadas y Talento argentino. El primero por su aporte en la denuncia sobre el flagelo de la trata de mujeres. Talento argentino fue reconocido por brindar la oportunidad de presentarse a artistas de todo el país.

Otro de los programas premiado fue Socias, de Canal 13, por su visión de género. Andy Kuznetsoff, conductor del programa Argentinos por su nombre, de Canal 13, fue destacado por realizar en cámara un debate entre motoqueros homofóbicos y la selección gay de fútbol, Los Dogos. Además, fueron distinguidos artistas como el pintor chaqueño Milo Lockett, la cantante Laura Albarracín y la obra de teatro Gorda.

Aunque no abundaron las empresas, algo que la propia Lubertino se encargó de criticar, la Alimenticia Kraft ganó uno de los galardones diseñados por el artista Daniel Santoro por su política abierta a tomar empleados extranjeros y fomentar la no discriminación laboral. Otras distinciones recayeron en el Equipo Paralímpico Nacional, que copó el escenario luego de ganar seis medallas en China. También llenaron las tablas los integrantes de la Fundación Payamédicos, que al estilo del doctor Patch Adams divierten y acompañan a enfermos de varios hospitales. “Acá hay 17, pero somos más de 300 en todo el país”, anunció el director artístico del grupo, José Pellucchi.

El cierre estuvo a cargo del proyecto Mundo Alas, por cuya idea fue premiado León Gieco. El músico mostró un libro sobre la propuesta y adelantó que pronto habrá un disco. Ya hay un documental sobre esta banda (se llama Mundo Alas), que empezó con la insistencia de Pancho Chebez, un chico que nació sin brazos y solía pedirle a Gieco aprender música. Un día, su ídolo le calzó un atril con armónica y le enseñó a tocar. Fue el primero de una larga lista de pintores, músicos, bailarines y cantantes, seleccionados por Gieco y su tecladista y arreglador, Luis Gurevich. Luego vendrían las giras y el reconocimiento del público.

Lubertino agradeció a Gieco “por acompañarnos siempre” y reconoció el trabajo del artista “aunque sé que Gieco –dijo– siempre antepone el proyecto Alas por sobre sí mismo”. Anoche, entre copa y copa, pudo verse a un joven bailando en su silla con una chica, al compás de la guitarra de Gieco. Era, como rezaba la invitación del Inadi, “una forma de valoración de la diversidad”.