SOCIEDAD › EL ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES EN MENDOZA

Inauguración entre pintadas

Con un sol sorprendente, se abrió ayer el encuentro, pero las “autoconvocadas” se encontraron con las escuelas donde iban a sesionar cubiertas de pintadas contra el aborto, el lesbianismo y ellas mismas. El escribano católico y el abusador de izquierda.

 Por Marta Dillon

“Si Dios existe, debe ser diosa”, se escuchó en la Plaza Independencia, mientras miles de mujeres empezaban a desembarcar sobre los coquetos canteros. Es que parecía un milagro que el frío del día anterior hubiera trocado en sol radiante para la ceremonia de apertura del XIX Encuentro Nacional de Mujeres. Aunque también en nombre de algún poder supremo se hubieran hecho las pintadas en las paredes de las escuelas donde más tarde comenzarían los debates que seguirán hasta hoy a la tarde: No al aborto, no a los anticonceptivos, no a la educación sexual en las escuelas, no al lesbianismo, no al travestismo, no al zurdaje. Los no dibujados con rabia y aerosol amenazaron a cada una de las participantes, porque si alguna creyó que nada de lo anterior tenía que ver con ella, ahí estaba esa otra consigna, impresa con furia y aerosol: “No a las autoconvocadas”, ni más ni menos que la totalidad de las siete mil que el sábado a la mañana habían llegado a Mendoza.
La intervención en las escuelas públicas, que las organizadoras intentaron tapar antes de la apertura del Encuentro, apareció como un gesto más, tal vez la rúbrica más furiosa, de las cadenas de oración que se vienen organizando en la provincia alentadas por el arzobispo José María Arancibia, quien dio una misa el viernes para exhortar a las mujeres a participar “desde la fe católica”. Es que si por estos días es fácil escuchar en cualquier corrillo comentarios sobre la presencia de las mujeres, como si se tratara de una invasión bárbara (uno de los dos diarios más importantes de la provincia hace su editorial criticando al feminismo y con el singular título “Mujeres al ataque”), para ciertos sectores el peligro puede ser mayúsculo: “Que no te agarren sola porque te pueden hacer un lavado de cerebro”, decía uno de los mails que circuló durante toda la semana.
Nada de eso pudo, sin embargo tapar el sol, ni impedir que el Himno Nacional se cante con ritmo de carnavalito y las manos tomadas; y que las caderas diseñen su propio dibujo cuando desde el escenario se escuchó una cumbia. “Somos las mujeres que salimos a la calle para oponernos a la economía de mercado, las que no soportamos el oculto maltrato y diseñamos estrategias para detener la violencia contra las mujeres, las inventoras de mil recursos para paliar el hambre y resistir día a día, las que demandamos decidir libremente sobre nuestros cuerpos”, se leyó desde la explanada que se recortaba sobre un Escudo Nacional gigantesco, y más atrás, la cordillera de los Andes. El aplauso fue cerrado después del discurso y se transformó en un grito que pedía libertad para Romina Tejerina apenas un momento después, cuando las mujeres de Jujuy mostraron los pañuelos violetas que pintó, desde la cárcel, la joven violada que mató a la niña, producto de esa agresión.
Los Encuentros de Mujeres, que se iniciaron con mil participantes en Buenos Aires hace 19 años fueron creciendo al mismo tiempo que crecía la diversidad de las mujeres que asisten.
Horizontales –cada mujer tiene voz propia en los debates y las conclusiones se organizan por consenso–, abiertos –no hay más requisito que el de ser mujer para participar– y autoorganizados –ya que no cuentan con subsidios de ningún tipo y se financian con el aporte mínimo de la inscripción–; estos Encuentros han empujado leyes que cambiaron la vida de las mujeres como la Ley de cupo, la ley de Salud reproductiva, la posibilidad de excluir del hogar al golpeador o el haber cambiado la categoría del delito de violación que hasta hace no demasiado se consideraba un delito contra la honestidad. El reclamo por el derecho a un aborto seguro y gratuito es una consigna histórica y es la que genera más furia en los sectores fundamentalistas que, también históricamente, han elaborado sus propias estrategias para detener ese consenso. Sin embargo fue el año pasado, en Rosario, cuando desde el Encuentro de Mujeres se abrió el primer taller de Estrategias por el derecho al aborto. Esta vez, en lugar de uno, funcionaron tres talleres que parten del acuerdo de la necesidad de despenalizar el aborto, una práctica que, por clandestina, ocasiona la muerte de miles de mujeres cada año. En Mendoza, justamente, el problema del aborto séptico tiene características particulares: es la provincia en la que se registra el porcentaje más alto (35 por ciento) de muerte de gestantes por causa de abortos clandestinos.
Las cifras, difundidas por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad el mes pasado no es suficiente para que, en apariencia, esta sociedad se muestre dispuesta a discutir sobre esa realidad. Al contrario, durante el primer día de debates quedó claro que la estrategia del fundamentalismo católico iba más allá que las pintadas o los afiches que, con fotos de rozagantes bebés, decían: “Mujer no te opongas a la vida” o “No maten nuestro futuro”. En los siete talleres que se abrieron para discutir sobre anticoncepción y aborto se distribuyeron mujeres que no sólo se negaban a bajar el aborto de la categoría del homicidio sino que además, cuestionaban el uso de preservativos por considerarlos inútiles “según investigaciones científicas”, para prevenir la infección por vih, algo que la experiencia desmiente completamente. Y la ciencia, al menos los acuerdos científicos internacionales de los últimos 20 años, también.
No es el aborto y la anticoncepción, entonces, el único tema que se trata en el Encuentro. Hay más de cincuenta consignas para debatir que incluyen desde los roles masculinos y femeninos, lesbianismo, mujeres de pueblos originarios, mujeres y trabajo, mujeres y desocupación, mujeres y partidos políticos, mujeres y feminismos, sexualidades, y la lista sigue hasta abarcar buena parte de participación de las mujeres en la sociedad en los ámbitos privados y públicos, aunque esa frontera está siempre puesta en cuestión ¿o no es un problema público que se ampara en las relaciones privadas la violencia contra las mujeres?

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Miles de mujeres abrieron el evento en la Plaza Independencia, en el centro de Mendoza.
 
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